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Sexualidad y diversidad funcional / discapacidad - Cruz Roja

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Sexualidad y diversidad funcional / discapacidad
Presente
Multicanal VIH
Mar
30
2020
30 Marzo Sexualidad y diversidad funcional / discapacidad

¿Recordáis la invitación que os hicimos en el último post? Os pedimos que os animarais y cogierais vuestras maletas para acompañarnos en el viaje de regreso de nuestras Jornadas, y paráramos en la estación “La sexualidad desde la diversidad funcional/discapacidad”.

Nos gustaría que, por un momento, dejarais a un lado la actualidad - el coronavirus-, y pudierais acompañarnos en la lectura del nuevo post.

 

La sexualidad es algo intrínseco, que nos permite ser, reconocernos en y con la otra persona. Somos seres sexuados desde el mismo momento del nacimiento. Las personas con diversidad funcional o discapacidad no son ajenas a esta máxima.

 

Siguen existiendo mitos sobre la sexualidad de las personas con diversidad funcional o discapacidad, que hacen  referencia a que no tienen sexualidad, son asexuadas y/o no les interesa la sexualidad, que son personas que no tienen atractivo y no pueden producir placer, no pueden tener pareja, que tienen una sexualidad incontrolable, perversa, impulsiva, promiscua y llena de peligros, que todas las personas con diversidad funcional o discapacidad son heterosexuales,… y un largo etcétera de mitos que rodean a estas personas y que influyen en su entorno a la hora de proporcionarles educación sexual. Estos mitos impactan negativamente, considerando innecesaria, incluso peligrosa, la educación sexual y limitando, de ese modo, los derechos sexuales y reproductivos de la persona.

Durante las Jornadas escuchamos hablar sobre los objetivos de la sexualidad, y debemos tener claro que estos objetivos son los mismos para todas las sexualidades. Por ello, podemos decir que toda persona debe CONOCERSE (es decir, cómo es, SEXUACIÓN), ACEPTARSE (es decir, cómo vive, SEXUALIDAD) y SATISFACERSE (es decir, cómo se expresa, ERÓTICA).

Sin embargo, lejos de poder conseguir estos objetivos, la persona con diversidad funcional o discapacidad se encuentra con múltiples barreras impuestas por parte del resto de la población:

  • Reticencias y miedos de madres, padres, profesores o tutores.

  • En el caso de las mujeres, miedo a quedarse embarazadas o a que puedan abusar de ellas.

  • Creen que no necesitan tener pareja, ni relaciones sexuales.

  • Hay quienes piensan que no pueden controlar sus deseos sexuales.

  • No tienen espacios de intimidad.

  • Por todo ello, a veces, es incluso la propia persona quien se niega a sí misma el derecho a la sexualidad.

  • Algunas de estas personas manifiestan sentir vergüenza al tener que pedir autorización a sus tutoras/es, para realizar actividades sexuales, para las que los demás no necesitan pedir permiso.

Estas personas indican que se encuentran con factores que condicionan la satisfacción de las necesidades afectivas y sexuales, como la dificultad para acceder a contextos normalizados, o no tener, con frecuencia, oportunidades para relacionarse con iguales en situaciones normalizadas, limitándose su vida al contexto familiar y/o al de un centro especial de educación o empleo. La sobreprotección de la familia suele provocar un empobrecimiento de su entorno, mucho mayor control sobre sus conductas, ausencia de tiempos y espacios privados, íntimos, en los que poder tener determinadas conductas sexuales autoeróticas o relaciones con sus iguales, negación de una educación sexual – recibiendo, únicamente, mensajes negativos sobre la sexualidad-, menor poder de autonomía y menor capacidad de defensa, esto es, menor capacidad de decir “No” cuando algo no les gusta. Todos estos factores pueden provocar que, en muchos casos, se mantengan al margen de su propia sexualidad, dejándola en manos de agentes externos, como pueden ser sus familias o sus profesores y profesoras.

La sexualidad de una persona tiene como valor la intimidad. Si vive en una institución, la sexualidad no es de ella, sino de los demás, que deciden cómo, dónde y cuándo. Por lo general, en estas instituciones no hay espacios pensados para que las personas desarrollen su sexualidad. Es importante que cada persona con discapacidad decida qué quiere hacer, con quién quiere estar, cuándo, cómo, dónde, escribiendo su propia “biografía sexual”, con sus intereses, necesidades, deseos, fantasías, como personas sexuadas, y eligiendo de qué manera expresar esa sexualidad. La educación afectivo-sexual tiene que estar encaminada a que cada persona pueda descubrir sus tendencias y sus preferencias respecto a cómo vivir y expresar su sexualidad.

Después de varios días reflexionando sobre este tema, no logramos entender el motivo por el que habría que recurrir a argumentos específicos para defender la sexualidad de la persona con diversidad funcional o discapacidad, ya que todas las personas tenemos los mismos derechos sexuales y reproductivos, y éste tiene que ser el único y mejor argumento:

  • Derecho a la libertad sexual.

  • Derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexual del cuerpo.

  • Derecho a la privacidad sexual.

  • Derecho al placer sexual.

  • Derecho a la equidad sexual.

  • Derecho a la expresión sexual y emocional.

  • Derecho a la libre asociación sexual.

  • Derecho a la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables.

  • Derecho a la información basada en el conocimiento científico.

  • Derecho a la educación sexual integral.

  • Derecho a la atención de la salud sexual.

Esperamos que os haya resultado de interés. En breve volveremos con otro post interesante, que nos ayudará también a abandonar viejos mitos.

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