El pasado mes de mayo, Mercedes Casanova Díaz asumía el cargo de presidenta autonómica de Cruz Roja en Galicia, tras más de 30 años vinculada a la Organización Humanitaria. Voluntaria en sus inicios en Cruz Roja Juventud en la asamblea de Betanzos, Mercedes asumía el cargo tras su paso por la presidencia provincial de A Coruña y sabiendo que es un gran reto que requerirá un alto grado de compromiso e implicación. Entusiasta, positiva y amante del trabajo en equipo, hoy hablamos con ella para conocerla y ver cómo afronta este proyecto. 

¿Quién es Mercedes Casanova?

Soy una mujer de 55 años, nacida y residente en Betanzos, con tres hijos y un trabajo a jornada completa. Dedico el día a día a mis obligaciones profesionales y a estar con mi familia, y mi actividad voluntaria como presidenta tiene que encajar ahí. Esto unas veces se consigue con la generosidad y la comprensión de las personas que te rodean, otras con un poco de sacrificio personal pero, sobre todo, con la colaboración del voluntariado, bien en órganos directivos o asumiendo responsabilidades en la actividad con apoyo del personal técnico. Soy consciente de que asumir este reto en los órganos de dirección, ya desde mis inicios, requiere una dedicación y un esfuerzo, pero formar parte de esto es muy gratificante para mí, como lo es para cualquier persona que realiza sus horas en un proyecto concreto, ya sea con niños, niñas, adolescentes, mayores, migrantes, etc.

¿Cómo comenzaste tu trayectoria como voluntaria y por qué?

Yo conocía la actividad de Cruz Roja vinculada a los militares, a las ambulancias y a la dimensión internacional porque ya en aquel momento había conflictos y desastres humanitarios y naturales en todo el mundo. Pero yo lo que quería era participar y construir una sociedad mejor en dónde vivía. Así, mi vinculación surge en el año 1992 cuando me incorporo como voluntaria de Cruz Roja Juventud (CRJ) en la Asamblea Comarcal de Cruz Roja en Betanzos. Empecé en un momento en que la Organización estaba dedicada al transporte sanitario urgente, por lo menos en la sede en la que yo participaba, y junto a un grupo muy dinámico de voluntarios y voluntarias. La verdad es que conseguimos organizarnos y, gracias a la estructura de CRJ que te permite planificar y desarrollar actividades dirigidas a la infancia, comenzamos a diversificar los proyectos de la asamblea. Fue una época muy bonita y enriquecedora para mí, y la recuerdo con mucho cariño. 

Una vez que dejé de tener la edad para pertenecer a la sección juvenil de Cruz Roja, continué participando en los órganos de gobierno locales, realizando mi actividad como voluntaria. En un momento determinado me plantean la posibilidad de ser la presidenta comarcal y, la verdad, acepté con muchísimo orgullo porque creo que en el ámbito local es en el que la Organización puede demostrar y desplegar toda su actividad, demostrando exactamente cómo lo que hacemos tiene su reflejo en las personas que acuden a Cruz Roja. Después llegó la posibilidad de ser presidenta provincial durante ocho años y ahora, desde el mes de mayo, mis compañeros me propusieron para la presidencia autonómica. Así han pasado 31 años vinculada a la Institución en la que he tenido la suerte de vivir todos los cambios que, como sociedad y como Organización, llevamos viviendo durante estas tres décadas. 

¿En qué ha cambiado Cruz Roja a lo largo de estas tres décadas?

La esencia sigue siendo la misma, que es estar al lado de las personas que en un momento determinado necesitan un apoyo, en este caso de Cruz Roja. Sin embargo, creo que la Organización se ha ido transformando como lo ha hecho la propia sociedad en la que vivimos, e incluso mi visión, pues no es la misma que cuando llegué con 22 años a hacer voluntariado. A lo largo de todo este tiempo hemos puesto el foco y el tiempo en infinidad de situaciones que había que resolver, como las crisis sociales y económicas o la pandemia de la covid-19, hemos seguido pensando en mejorar y aprender de los errores y, en definitiva, creo que hemos ido evolucionando como Organización para, también, adelantarnos a los cambios. 

En este sentido, ¿Cómo definirías a la Cruz Roja actual?

Lo haría bajo los siete principios fundamentales que nos guían en todo lo que hacemos y que dan sentido a nuestra Organización y, sobre todo, bajo el principio de la humanidad. Considero que tiene que ser, dentro de la importancia de los siete, el que guíe nuestra acción voluntaria individual y la acción de Cruz Roja. 

¿En qué líneas estratégicas pondremos el foco en los próximos años?

Los últimos años creo que nos han dejado un poso de incertidumbre y de cierta inseguridad por ver a qué nos tocará enfrentarnos. Estoy segura de que van a llegar desafíos y retos nuevos, así como problemas sociales, y habrá que hacerles frente. Y creo que desde Cruz Roja tenemos la experiencia, la solidez y la fuerza para dar las respuestas que sean necesarias en esos nuevos tiempos. 

Tenemos encima de la mesa el lograr que las personas puedan superar situaciones agudas o crónicas que ponen en peligro sus vidas, apoyar a aquellas que están en riesgo de pobreza o exclusión y acercar al mercado laboral en transformación a las personas que tienen más difícil el acceso. Pero, también, mejorar la gestión de la salud de manera integral, es decir, mejorar su bienestar físico, psíquico y social, así como garantizar la igualdad real de oportunidades en materia de educación. Por último, no podemos olvidarnos del medio ambiente, promoviendo comportamientos más sostenibles con el entorno para minimizar la degradación ambiental y sus consecuencias en la sociedad. 

¿Por qué es importante el voluntariado en la sociedad actual?

Hacer voluntariado, cada uno en la medida de su disponibilidad de tiempo, es algo tremendamente gratificante que te da mucho más de lo que tú entregas y que te proporciona una visión de la vida de la que a veces, por la rapidez con la que vivimos, nos abstraemos un poco. Creo que hacer voluntariado es una parte importante para nuestras vidas, porque dedicar tiempo a los demás es dedicarte tiempo a ti mismo.