El atender a personas que cuidan me ha enseñado muchas cosas, me ha enseñado que los cuidados son imprescindibles para la vida de muchas personas, en muchas ocasiones sin cuidados no es posible la existencia, por esto es importante valorar y reconocer su trabajo. El valor de los cuidados es el valor de la vida.

Por eso cuando me enfrento a una atención, la hago desde la empatía, desde entender sus historias y también sus estados de ánimo, la hago aplicando algo tan sencillo como el escuchar en silencio, con el único objetivo de comprender a la persona que tengo delante, de intentar saber que necesita y poder poner algún recurso para aliviar su camino, de poder ofrecerle espacios de respiro, con el objetivo final de cuidar a las personas que cuida, y de construir ese cuidado desde el buen trato.

Una de las cosas que más me llama la atención y que más se repite en las atenciones es lo difícil que resulta llevar una vida cotidiana “normal” cuando una persona cuida de un familiar, es importante que pongamos en marcha proyectos comunitarios de sensibilización dirigidos a la población general respecto a las personas  cuidadoras  de personas en situación de dependencia, esto es fundamental para crear una malla de respeto social sobre las circunstancias que rodean al cuidado, que nos ayude a entender, a empatizar, a ponernos en el lugar del otro y de la otra, en nuestra vida cotidiana.

Sigamos construyendo, no olvidemos las necesidades de las personas, construyamos espacios de buen trato, tan necesarios …, donde las personas se sientan cómodas, seguras, donde no sientan que se les trata como enfermas, si no como personas que cuidan.

Idoia Urmeneta. Responsable de programas de personas mayores en Cruz Roja Navarra