¿Cómo de satisfecha está una persona con el lugar que ocupa en el mundo? No es una pregunta baladí, y se relaciona directamente con un concepto: la calidad de vida. Pero, ¿sabemos realmente lo que entraña este concepto? La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la “calidad de vida” como “la percepción que tiene un individuo de su posición en la vida en el contexto de la cultura y los sistemas de valores en los que vive, y en relación con sus metas, expectativas, estándares y preocupaciones”. 

En la calidad de vida influyen factores como la situación económica y social, las circunstancias personales o la satisfacción que una persona tenga consigo misma. La vivienda, el presupuesto familiar, los ingresos, la estabilidad del empleo, las redes de apoyo, el acceso a la educación o el cuidado de la salud son elementos que no todas las personas viven de la misma forma. Y ello, evidentemente, afecta a dicha calidad de vida.

Las consecuencias de los conflictos armados o la crisis climática demuestran que el simple hecho de nacer en un lugar o en otro afecta a las personas que habitan los territorios y, por tanto, a su calidad de vida. En mayo de 2023, según Naciones Unidas, 110 millones de personas se vieron obligadas a desplazarse de sus hogares. De esas, 35 millones eran refugiadas, la cifra más alta jamás registrada. 

Incluso algo tan aparentemente sencillo como el aumento del nivel del mar amenaza a cientos de millones de personas que viven en comunidades costeras. Los países en desarrollo, especialmente después de la pandemia, se enfrentan, además, a un aumento sin precedentes de la deuda externa. Y, mientras tanto, los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) siguen reclamando igualdad y compromiso por parte de todos y todas.

La calidad de vida no es la misma (no puede serlo) para todo el mundo.

La calidad de vida de las personas atendidas por Cruz Roja

Queda claro que la realidad puede ser muy diferente dependiendo de donde se viva. Sin embargo, incluso dentro de las mismas fronteras la calidad de vida difiere mucho. Así, solo el 38,6% de las familias atendidas por Cruz Roja están satisfechas con su vida, un dato que contrasta con el 74,7% correspondiente a la población general. Otra cifra dramática, que evidencia la distancia existente entre la calidad de vida de  unas y otras personas, es que el 92,1% de los niños y niñas de menos de 16 años que viven en estas familias atendidas por la Organización están en situación de pobreza infantil. La tasa para el conjunto de la población es de 28,7%.

Solo el 38,6% de las familias atendidas por Cruz Roja están satisfechas con su vida

Estas cifras, recogidas en el boletín sobre vulnerabilidad número 30 de Cruz Roja, ‘Calidad de vida de las familias vulnerables’, analizan una muestra representativa de familias atendidas por Cruz Roja con hijos e hijas entre 0 y 25 años en base a las mismas variables utilizadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su Indicador Multidimensional de Calidad de Vida (IMCV). Sus resultados, por tanto, resultan incontestables.

En cuanto al perfil de las familias atendidas por Cruz Roja, el más frecuente es el formado por una pareja con hijos e hijas (58,2%), aunque lo es con un peso mucho menor que en el conjunto de las familias españolas (80%) en tanto que se da una presencia mucho mayor de familias con núcleo monoparental (sobrerrepresentadas con respecto a su presencia en la población general). El porcentaje de este tipo de familia es 19 puntos porcentuales superior entre la población atendida por Cruz Roja Española. Las encabezadas por mujeres son un 34,5% y las encabezadas por varones un 4,55%. 

Por otro lado, las familias extensas (con presencia de personas no pertenecientes al núcleo de padres, madres e hijos e hijas) representan el 22,9%. Cabe tener en cuenta que, en la mayoría de los casos, la formación de una familia monoparental es la consecuencia de una separación, o divorcio, pero en algunos casos se trata, además, de mujeres víctimas de violencia de género.

Crianza, empleo y condiciones materiales de vida

La crianza presenta asociados gastos básicos relacionados con la alimentación, la educación, la salud o el abrigo, así como otros gastos extraordinarios, especialmente en los últimos tiempos. Las personas que han participado en esta muestra han coincidido en subrayar un incremento sustancial del coste de la crianza asociado, además, a alimentos, vivienda, gastos de suministros y gastos extraordinarios. El problema, frente a lo que se podría pensar, no es tanto la falta de alimentos, sino la repetición de menús y la privación de alimentos importantes como la carne y el pescado. También es preocupante la falta de acceso a medios de transporte, internet, ordenador u otros dispositivos móviles.

En cuanto al empleo y las condiciones laborales de estas familias destacan por la baja cantidad y la baja calidad del trabajo. Los datos de precariedad laboral y desempleo son, en este sentido, alarmantes: el 40% de las personas encuestadas que están trabajando lo hacen menos de 20 horas semanales.

Por lo que respecta a las condiciones materiales de vida, las familias atendidas por Cruz Roja se sitúan 33,1 puntos por debajo de la población general, y el 93,4% tienen dificultades medias o altas para llegar a fin de mes. Uno de los factores que más definen esta situación es la vivienda. Para prueba, lo siguiente: las familias dedican de media un 47,1% de sus ingresos a los costes asociados con el hogar, unos 7 puntos por encima de la tasa de sobrecarga del coste de la vivienda.

Riesgo de pobreza y exclusión y vulnerabilidad

El riesgo de pobreza y exclusión (90,2%) refleja una situación de mucha mayor vulnerabilidad que el del conjunto de la población española, que se sitúa en un 20,4%. Además, el 59,4% de los hogares atendidos por Cruz Roja se encuentran en situación de carencia material severa aumentando cuando se trata de familias monoparentales (67,2%), lo que se traduce en 7 de cada 10 familias cuando se trata de las formadas por una madre y sus hijos e hijas.

En este contexto no ayuda precisamente el abandono temprano de la formación. Los indicadores de la población atendida son inferiores a los que obtiene la población general, 46,3% frente a 13,3%. 

"Podemos establecer un compromiso mutuo de trabajo. Esta es la clave"

¿Qué hacer frente a todo ello? El modelo de atención de Cruz Roja, centrado en la persona de una forma integral y transversal desde las distintas áreas, resulta indispensable. Un modelo de intervención que es igual para todas las familias, pero que también es personalizado. Las personas, a su vez, eso sí, se tienen que comprometer con su proceso de cambio, como advierten desde la Organización. 

“Podemos dar respuestas de salud, de mejora de las condiciones económicas, de empleo, de apoyo en la crianza… poniendo a la persona en el centro de la intervención, haciendo un diagnóstico con la persona, podemos establecer un compromiso mutuo de trabajo. Esta es la clave”, concluye Estrella Rodríguez, directora de Estudios e Innovación Social de Cruz Roja.