Unos minutos con Jaime Bara - Cruz Roja
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Unos minutos con...
Jaime Bara
SUBTITULO - JAIME BARAS
“Cruz Roja es como una universidad abierta, una escuela, donde aprendes cosas que no te explican en ningún sitio”
CWB - INTRO JAIME BARA
Ha estado 20 años dando ‘tumbos’ por distintas emergencias y crisis humanitarias por todo el mundo. Desde la crisis de refugiados ruandeses en la República Democrática del Congo en 1994 y hasta otra crisis de refugiados, pero esta vez mucho más cerca, en las islas griegas de Europa, en 2012.
Pese a lo vivido, o precisamente por ello, mantiene intacta su confianza en la condición humana, “el ejército humanitario es hoy mucho más grande e importante de lo que parece, la gente ayuda a la gente”, recalca.
Charlamos un rato con Jaime Bará, actual responsable de Movilidad Sostenible-Flota de Cruz Roja, sobre emergencias, esperanza y desesperanza, y mundos imperfectos.
CWB - ENTREVISTA JAIME BARA
Primera toma de contacto con Cruz Roja Española.
Pues hace ya casi una vida… recuerdo con 13 añitos que mi prima Cristina me dijo que estaba en Cruz Roja Juventud y me preguntó por qué no me unía. La imagen que tenía yo de Cruz Roja era de la ambulancia y las donaciones de sangre y le dije que no, ver la sangre me mareaba… ¡No hombre! me dijo, en CRJ no todos vemos sangre, hacemos otras muchas actividades… Y me animé. Y desde el catorce de febrero de 1982, que pone mi ficha, hasta hoy.
Primera misión de emergencia. Qué imagen te queda de esa crisis.
Aunque ya en el ámbito nacional había participado en alguna emergencia, mi bautizo de terreno fue realmente en África, en la crisis de Grandes Lagos de 1994. Una guerra política y étnica entre hutus y tutsis, en Ruanda y Burundi, ocasionó uno de los mayores éxodos de refugiados de la época, con cientos de miles de ellos en los países vecinos. Un reguero de muerte y destrucción, aún hoy en día difícil de creer. Recuerdo, como parte del equipo de la Federación Internacional IFRC, asistir a decenas de miles de refugiados en campos de refugiados, los más indignos que he visto en mi vida. Familias enteras viviendo debajo de un plástico con cuatro palos. Sobrevivían en la más absoluta miseria gracias a la ayuda humanitaria de subsistencia, única asistencia que recibían y que duró varios años. Todavía hoy en día están sufriendo la violencia y las consecuencias de aquel horror de hace más de 30 años. También recuerdo, en la ciudad de Goma, el volcán Nyragongo y su resplandor rojo en las nubes, muy cerca de nuestra residencia de Cruz Roja, amenazante con derramar toda su lava en la ciudad, como años más tarde ocurrió y provocó otro desastre, pero esa es otra historia.
Después de 43 años vinculado con la Organización humanitaria, qué es lo que más valoras de este viaje?
Siempre pienso que lo mejor está por llegar. Es un viaje que continúa y sigue, y en el que he pasado por varias etapas. Para mí, la Cruz Roja es como una universidad abierta, una escuela, donde aprendes cosas que no te explican en ningún sitio y conoces a personas maravillosas. Donde te ayudan y ayudas, y compartes los valores y fines con muchas personas con las que luego hasta llegas a tener una gran amistad. ¡Incluso muchos conocimos a la madre de nuestros hijos en Cruz Roja!, ¿verdad Miguel Angel?
Volvamos a las emergencias. Cuál ha sido la operación que más se te puso cuesta arriba, por los motivos que fuesen. Dentro o fuera de España.
Pues tengo claramente dos en España: los atentados terroristas del 11 de marzo, en Madrid, fueron terribles y el dispositivo preparado por Cruz Roja para atender a heridos y a las familias fue inmenso. Una de las labores más duras de mis compañeros fue rescatar cuerpos y personas heridas y el trabajo también con el equipo Forense en la identificación de los restos mortales. Trabajé en labores logísticas y de coordinación. El apoyo a las familias también fue una labor dura, pero necesaria.
El otro es el accidente en Madrid del vuelo de Spanair a Canarias. No es porque fueran ‘en casa’ y uno piense que los siente más o menos, para mí el sentimiento es el mismo cuando hay sufrimiento humano, sea donde sea, pero es algo que no te esperas en esa dimensión y te das cuenta de que la vulnerabilidad existe en cualquier parte del mundo, aunque sea por motivos diferentes. También aquí el apoyo psicosocial a las familias fue muy importante.
Fuera de España, sin duda, la operación de hambruna en Sur Sudán del año 1998, justo antes del huracán Mitch. Era un caluroso verano, 3 de agosto, abrimos el telediario de las 15:00h de TVE1 en directo, con un envío de alimentos en alto contenido proteico BP5. La propia Reina Sofía, consternada por la situación, nos solicitó nuestra intervención en la medida de lo posible para mitigar esa horrenda hambruna. Enviamos desde Madrid el primer carguero repleto de ayuda (que al final fueron más de 10 envíos), en el que yo iba de logista, como custodio de la carga, para garantizar su correcta distribución en destino ya que era una zona en conflicto armado.
Una hambruna es una de las peores situaciones o crisis a las que te puedes enfrentar. Los más débiles, niños, niñas y personas mayores son los primeros en morir, y cuando se produce hambruna es muy complejo revertir la situación en poco tiempo, pasan meses hasta que se recupera una situación estable. Vimos a decenas de niños y niñas morir, pero a muchos de ellos conseguimos recuperarles, gracias a la ayuda enviada desde diversas partes del mundo. El trabajo de CICR en esa operación fue impresionante y salvó muchas vidas. Yo venía de un mundo de supermercados, comida y obesidad como problema de salud en nuestro país, y allí no es que no tuviesen ni para comer, sino que directamente y textualmente se morían de hambre.
Como siempre para mí, fue un orgullo formar parte de los dispositivos y operaciones con todos los compañeros y compañeras de Cruz Roja que se movilizaron. Yo creo que el mundo es mejor gracias a Cruz Roja.
¿Has temido por tu vida durante alguna operación humanitaria?
Bueno, siempre en los contextos de conflicto en los que me he manejado hay riesgos, pero hasta cierto punto están controlados. Tenemos una organización que prioriza siempre la seguridad de su personal y eso es muy importante. La verdad que, aunque parezca increíble, el mayor riesgo que podemos tener es un accidente de tráfico, en países donde no hay un sistema de salud adecuado para atenderte. A parte de eso, sí que he tenido alguna situación en zonas de conflicto armado que pudieron derivar en un problema grave. Recuerdo en Zaire (actual República Democrática del Congo) como un militar ebrio, después de discutir con una mujer, cargo su arma AK47 hacia un grupo reducido de personas que estábamos allí… fueron momentos muy tensos donde temimos una tragedia, hasta que la situación se controló.
Las situaciones complejas suelen dejar secuelas, no 'sales' ya igual. ¿Te ha quedado algo de eso que solemos guardar en los cajones?
Pues seguro que sí. En contextos de conflicto o desastres es muy conocido el burn out, que básicamente consiste en que te “quemas” psicológicamente por el estrés y las experiencias vividas. Aquí de nuevo Cruz Roja, con toda su experiencia de más de 160 años, forma a su personal para identificar estas situaciones, intentar prevenirlas, evitarlas o minimizarlas y reducir sus efectos. Hay imágenes de muerte y destrucción que siempre estarán ahí y hay que vivir con ello de la mejor forma posible, sabiendo que vivimos en un mundo imperfecto, que existe el sufrimiento humano, pero también existe en mucha mayor medida la solidaridad y humanidad de las personas.
¿Cómo has gestionado estas situaciones de presión? ¿Algunas recetas?
Bueno, la gestión de este tipo de situaciones depende de varios factores, de la situación en sí misma, del carácter de cada persona y de la formación que hayas recibido. No es lo mismo enfrentarte a un check point militar, o a una zona devastada por un terremoto, que a una situación de violencia. Hay situaciones que sin realmente pasar nada en ese momento, solo siendo testigo de lo que pasa, ya pueden producirte una presión inmensa. Yo siempre he pensado que estaba de paso, que los que realmente son los protagonistas son las personas locales de la Cruz Roja local, y que mi colaboración y ayuda tiene fecha de caducidad, ya que yo regresaré en una fecha concreta a mi casa, a mi mundo repleto de comida, seguridad…, nuestro orden. Y, en definitiva, que intentamos ayudar de la mejor manera, pero no vamos a resolver todos los problemas provocados por las crisis, y la expectativa que uno tiene, ha de ser muy realista.
Durante estas misiones, también habrás tenido momentos de esos que dejan una media mueca, o entera, de las buenas.
Son muchas… y por motivos muy diferentes. Saliéndonos un poco del asunto, recuerdo en Congo DRC, que teníamos que pagar en cash a los trabajadores locales que nos ayudaban todos los días. La moneda estaba tan devaluada con respecto al dólar que el dinero nos llegaba en camiones, en sacos de patatas de rafia, cargados de unos billetes que no valían ni su propio papel. Como ejemplo, el taco de billetes para pagarla, era más grande que la cajetilla de tabaco.
También durante el Terremoto de Sichuan en China, hasta 2008 el más destructivo de la historia reciente, cuando el Gobierno Chino se organizó y movilizó cientos de miles de militares para estabilizar las zonas afectas y construir en tiempo récord refugios y casas para los millones de personas afectadas.
O cuando en Sudán, descargando en la localidad de Wau un avión Antonof 12, cargado de ayuda, uno de los camiones que utilizábamos para descargar la mercancía, en una maniobra de marcha atrás, se quedó sin frenos (el mantenimiento de vehículos allí era nulo) y provocó un boquete en el fuselaje avión que casi nos cuesta un disgusto, ya que la tripulación exigía que les compensásemos económicamente, hubo que irse de allí antes de lo previsto…
En Sierra Leona, en el aeropuerto de Lungi en Freetown, preguntando para viajar a Guinea Connakry, nos dicen que vayamos al bar, que el piloto estaba allí y le preguntásemos a él. El buen hombre, con una cerveza en la mano, nos dijo que salíamos cuando nosotros quisiéramos…, no cuento más sobre cómo estaba el avión y la tripulación.
Haría muchas más, son un poco las batallitas del abuelo jejeje…
Jaime, tenemos 120 conflictos armados en el mundo, con las consiguientes crisis de personas desplazadas que originan. ¿Estamos avanzando en algo o simplemente estamos poniendo parches humanitarios a la cosa?
Y que sería de nosotros sin los parches en la vida…ojalá el mundo fuese un lugar más habitable, pero sin la ayuda humanitaria, creo que a estas alturas nos hubiésemos extinguido como especie. No sé decir si estamos avanzando o no, pero el ejército humanitario en el mundo estoy convencido que hoy es mucho más grande e importante de lo que parece. La gente ayuda a la gente. Tender una mano, un brazo, un abrazo… lo vimos en la Dana recientemente, como una ola de solidaridad muy bien intencionada, aunque quizás poco organizada, sobrepasa a las administraciones y a las organizaciones, donde la ciudadanía consternada toma parte. Una ayuda que en muchos casos es la más rápida y la más necesaria, aunque no siempre la más eficaz y eficiente.
Si nos pasa algo, en primera instancia será nuestro vecino o vecina el que nos ayudará o nuestros seres queridos más próximos, y eso se puede aplicar de forma general a las crisis y conflictos internacionales. No todo lo que nos cuentan es como nos lo cuentan y en el mundo pasan muchas más cosas de las que salen en las Redes Sociales.