Con cada joven se establece un “Plan Personal de Vida” consensuado, donde se aborden las diferentes esferas que determinan su inclusión social y la vida independiente:

 

Cobertura de necesidades básicas, vivienda y gestión económica:

Es un área de intervención previa e imprescindible. Se incluye la atención a necesidades de carácter biológico (alimentación), seguridad (higiene, alojamiento, vestuario) y también otras necesidades sociales o de afiliación (ayudas para transporte, gestión de documentación…).

Competencias personales:

Capacidad de autonomía, participación, toma de decisiones y compromiso social, organización doméstica, gestión del ahorro, manejo de emociones, autoestima, autoconocimiento, intereses, etc…

Familia:

Factor clave a trabajar cuando sus acciones benefician al joven.

Red social y entorno:

Conexión con personas de referencia positivas a través de actividades deportivas, lúdicas y de ocio y tiempo libre. Información sobre recursos de la zona. Trabajo reticular con otros proyectos, entidades y recursos. 

Mejora de la formación-empleabilidad:

Orientación en los itinerarios formativos, información sobre derechos y responsabilidades. Aprendizaje del castellano y/o lenguas autonómicas. Alfabetización digital. 

Integración laboral:

Establecimiento de un primer contacto con el mercado laboral, acompañamiento en la búsqueda de empleo, preparación de entrevistas…

Situación administrativa:

Elaboración de escritos para procesos de mediación, solicitud y búsqueda de ofertas de residencia y trabajo para jóvenes extranjeros. Solicitudes de extranjería, asesoramiento…

Salud:

Establecimiento de buenos hábitos y habilidades que garanticen su bienestar físico, psicológico y emocional. Seguimiento de indicadores de salud.

Ocio y tiempo libre:

Se promueve un ocio saludable alejado del consumismo, sostenible y facilitador de experiencias nuevas y/o positivas.

Se pueden establecer tres fases que recogen diversos momentos de trabajo con el/la joven:

 

Acogida:

Se inicia el trabajo con el/la joven. Supone un primer intercambio de información, toma de contacto. Se establecen las bases de la relación y se consensua el Plan Personalizado de Intervención.

Intervención/Residencia:

Se lleva a cabo todo lo planificado, reajustando objetivos, metas y estrategias en base a procesos de evaluación continua y participativa.

Salida y seguimiento:

Cierre del proceso. El tiempo previo a la salida (en torno a seis meses) es complejo, siendo necesario reducir la ansiedad que este momento supone, y ritualizar la despedida. Además, el acompañamiento y seguimiento durante un tiempo tras la salida ayudan a que la transición se haga con éxito.