No recuerdan el pueblo, ni la ayuda exacta que le llevaron. Ni siquiera el nombre de esa mujer mayor, abatida, que les recibió sola, en un bajo que quedó completamente devastado tras el paso de la DANA. Fueron muchas visitas repartiendo ayuda en pocos días, muchos nudos en la garganta, muchas lágrimas que te comes para tratar de no aumentar el dolor.

Pero Julio y Ángel, voluntarios de Cruz Roja Salamanca enviados a la Comunidad Valenciana este mes de enero para apoyar la operación de ayuda humanitaria sí coinciden en un mismo recuerdo: “le dimos abrazos, muchos abrazos”. A veces no se consuela con palabras.

Vagamente apuntan que le dieron un kit de cocina e higiene, un radiador, posiblemente un colchón, un juego de sábanas y otros bienes básicos “para ir tirando”.
La mujer lo había perdido todo, todo, aunque lo que más le dolía eran los recuerdos personales que se llevó el agua. 

“Al llegar a la vivienda, en la que no podía vivir en ese momento –apunta Ángel- la mujer colocó sobre el suelo cuatro cositas que pudo salvar, apenas unas prendas de vestir”. Y se quedó sin palabras cuando ella, mirándole a los ojos, le comentó con voz muy bajita “yo creo que tengo que ir al psicólogo porque me está entrando una depresión”. Más nudos en la garganta.

La imagen la tomó Ángel, había algo de esperanza en ese dirigirse hacia la luz.

Julio se ha apuntado a un nuevo turno para colaborar en Valencia. Ayudará en lo que haga falta. Pero, sobre todo, quiere volver para encontrarse con esa mujer. Aunque no sabe ni el pueblo, ni la dirección, ni siquiera su nombre.