La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del mundo ante una catástrofe de patente envergadura mundial. No obstante, otra catástrofe, si cabe aun mayor, cobra ímpetu desde hace decenios con devastadoras consecuencias para la vida de las personas. La humanidad permanece rezagada en sus esfuerzos por mitigar las consecuencias del cambio climático y ayudar a los países y comunidades en la adaptación a nuevas realidades.

La edición 2020 del Informe mundial sobre desastres “Contra calor y marea: un empeño conjunto ante las repercusiones humanitarias del cambio climático” incluye análisis y recomendaciones destinados a ayudar a los gobiernos locales y nacionales, los donantes y las organizaciones de la sociedad civil, en la adopción de medidas urgentes encaminadas a la protección de las comunidades expuestas a riesgos ante las repercusiones existentes y futuras del cambio climático.

El secretario general de la Federación Internacional, Jagan Chapagain, dijo: “Nuestra primera responsabilidad es proteger a las comunidades que están más expuestas y vulnerables a los riesgos climáticos".

“Sin embargo, nuestra investigación demuestra que el mundo está fracasando colectivamente en hacer esto. Existe una clara desconexión entre dónde se encuentra el mayor riesgo climático y hacia dónde va la financiación para la adaptación climática. Esta desconexión muy bien podría costar vidas ".

La incapacidad de proteger a las personas más vulnerables al cambio climático es especialmente alarmante dado el aumento constante del número de desastres climáticos. Según el Informe Mundial sobre Desastres, el número medio de desastres climáticos y relacionados con el tiempo por década ha aumentado casi un 35% desde la década de 1990.

Durante la última década, el 83% de todos los desastres fueron causados ​​por fenómenos meteorológicos extremos y relacionados con el clima, como inundaciones, tormentas y olas de calor. Juntos, estos desastres causaron la muerte de más de 410.000 personas y afectaron a la asombrosa cantidad de 1.700 millones de personas.

El Informe Mundial sobre Desastres también sostiene que las respuestas que se están desarrollando actualmente en todo el mundo ante la pandemia de COVID-19 son una oportunidad para abordar y reducir la vulnerabilidad climática. Una recuperación que proteja a las personas y al planeta no solo ayudaría a reducir los riesgos actuales, sino que también haría que las comunidades sean más seguras y resistentes a futuros desastres.

El financiamiento inteligente, con un enfoque en la alerta temprana y la acción anticipatoria para reducir los riesgos y prevenir los desastres antes de que sucedan, y las medidas de reducción de riesgos jugarían un papel importante en la protección de las comunidades más expuestas.

Chapagain dijo: “El trabajo de adaptación al clima no puede quedar en segundo plano mientras el mundo está preocupado por la pandemia: las dos crisis deben abordarse juntas".

“Estos desastres ya están a las puertas de todos los países del mundo. Debemos aumentar significativamente la inversión en acciones climáticamente inteligentes que fortalezcan la reducción de riesgos y la preparación, junto con leyes y políticas climáticamente inteligentes".

“Con desafíos como estos, la solidaridad internacional no es solo una responsabilidad moral, sino también lo más inteligente que se puede hacer. Invertir en resiliencia en los lugares más vulnerables es más rentable que aceptar aumentos continuos en el costo de la respuesta humanitaria, y contribuye a un mundo más seguro, próspero y sostenible para todo el mundo".

Conoce el Informe Mundial de Desastres 2020 al completo.