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Cuando el rescate se produce entre la roca y el mar

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CUANDO EL RESCATE SE PRODUCE ENTRE LA ROCA Y EL MAR

Cuando el rescate se produce entre la roca y el mar
En verano, no solo las playas son el escenario donde desarrollan su actividad los equipos de rescate de Cruz Roja. Las zonas rocosas aglutinan, durante el periodo estival, a un gran número de personas que consideran que estos espacios no entrañan ningún peligro. Como siempre, la prudencia es la que debe dictar los pasos en todas las ocasiones. Especialmente, en estos espacios.

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parte 1 rescates zonas rocosas

Este verano es diferente a otros. Lo afirma con rotundidad Javier Server, coordinador de Cruz Roja Jávea (localidad situada en Alicante), al ser preguntado por los rescates que han realizado en zonas rocosas este 2021. “Quizá sea una valoración sociológica derivada de la pandemia”, plantea, reflexivo, “pero, como consecuencia de las restricciones de movilidad y aforo, estamos viendo que mucha gente opta por irse a calas escondidas”. Server sabe bien de lo que habla. Lleva en Cruz Roja Jávea más de una década; anteriormente, también pasó una temporada en Dénia. Y, a pesar de tener solo 35 años, su testimonio representa la voz de la experiencia.

“Me acuerdo de que, cuando entré en Jávea, en 2008, los rescates iban más orientados a pescadores locales que se habían caído, buceadores; algún turista, sí, pero era otro estilo”, rememora. Y puntualiza algo que, a su parecer, resulta esencial cuando uno se acerca a las zonas rocosas: “Mientras que sí hay un respeto por la montaña: sabes que, para subir, no puedes hacerlo en chanclas, aquí no pasa lo mismo. No se tiene esa percepción”.

Después del parón que supuso el año pasado, ahora, “son exageradamente frecuentes los rescates”, opina Server. Por el momento, en lo que llevamos de verano de 2021, ya se han producido 12 rescates en zonas rocosas, y cerca de 50 asistencias y salvamentos en playa y embarcaciones. “Y ya no solo en la roca”, menciona el coordinador de Cruz Roja Jávea. “Parece que la gente ahora quiere vivir experiencias nuevas: ‘Vamos a hacer kayak’, ‘vamos a bucear’. Pero después no miran el parte meteorológico y se acaban refugiando en una cueva”, comenta.

“Ahora son exageradamente frecuentes los rescates en zonas rocosas”, menciona Server

Los accesos a las zonas rocosas, por otro lado, también entrañan una gran complejidad. “Sendas de montaña, zonas escarpadas, cuevas, calas cerradas…”, recapitula Server. No sucede lo mismo en País Vasco, donde la orografía del terreno, asegura Koldo Larrazabal, no tiene mucho que ver con la del levante. “Aquí no hay pequeñas calas o, en todo caso, no se utilizan como medio de esparcimiento de baño. En los grandes acantilados, quizá sí hay algún accidente de alguien que va a pescar, pero no suelen ser bañistas”, puntualiza.

Larrazabal lleva trabajando en Cruz Roja 26 años, los últimos tres como director de Socorros y Emergencias de la Organización en Bizkaia. Cuenta que a la gran mayoría de playas de su costa, eso sí, hay que acceder a través de sendas montañosas, lo que implica caminar durante un largo rato hasta alcanzar el mar. En esos casos, lo más común suelen ser las caídas. “La extracción y evacuación de personas es lo que más hacemos”, advierte el responsable de Cruz Roja.

En Galicia, por otro lado, atesoran los acantilados más grandes de Europa; allí es, precisamente, donde suelen intervenir en cuestiones de rescate en zonas rocosas. Román Paz, responsable de Salvamento Marítimo de Cruz Roja en Coruña, cuenta que la gente que se suelen encontrar son personas que van a pescar (ya sea con caña o pesca submarina) y profesionales de la misma disciplina. “Las mareas son muy fuertes y pueden subir o bajar 5 o 6 metros, por lo que no son zonas que propicien el ir a bañarse”, expresa.

parte 2 rescates zonas rocosas

Las particularidades de las zonas rocosas

Las zonas rocosas, como una cala, son lugares muy particulares para realizar un rescate. Quizá por ello, Javier Server califica que el perfil de socorrista, en este caso, es más de “rescatador o rescatadora”. “En Jávea hacemos el curso de socorrismo básico, pero luego empezamos a hacer especificaciones en trauma y de inmovilización”, precisa el coordinador. Los huesos rotos son habituales en estos rescates. Por ello, utilizan desde técnicas de monitorización como pulsioxímetros y tensiómetros hasta herramientas como el fernoquet, tableros espinales, collarines o camillas nido. “Las cuestiones de trauma son muy complejas, incluso pueden derivar en una hemorragia interna”, valora Server.

Los huesos rotos son habituales en los rescates en zonas rocosas

¿Lo fundamental? “Hacer el trabajo de una ambulancia en una zona hostil donde sabemos que no va a llegar. Tenemos que asegurarnos de que la persona tenga una calidad asistencial excelente, puesto que es vital para que después su evolución sea favorable en el hospital”, explica Javier Server. Eso hace, además, que un equipo de rescate de estas características no pueda estar formado por únicamente dos socorristas: en el punto del accidente pueden llegar a concentrarse entre 5 o seis perfiles. 

El trabajo es totalmente de equipo: hay un jefe, una persona que rastrea (que busca las zonas seguras de evacuación), alguien que se encarga de la inmovilización…”, enumera. En este tipo de zonas, además, muchas veces se producen rompientes, “y no puedes sacar una embarcación contra las rocas”, expresa. Si no hay forma marítima o costera de llevar a cabo el rescate, en algunas ocasiones se solicita incluso un helicóptero o un equipo de bomberos. 

parte 2b rescates zonas rocosas

Miriam Jarjor, de 22 años, lleva poco tiempo en el grupo de rescate de Server, al que se unió un poco antes de que estallara la COVID-19. Además de ser voluntaria de Protección Civil y Cruz Roja, también es técnica en Emergencias Sanitarias. Las situaciones en zonas rocosas, asegura, “son complicadas” porque las personas que atienden, generalmente, lo están pasando mal. “Pero siempre vas a tener al equipo; esa confianza y complicidad de saber que están ahí”, declara. “Y es muy gratificante saber que, cuando alguien te necesita, vas a poder solucionar su problema”, añade.

Román Paz, desde Coruña (Galicia), explica que lo más habitual allí es encontrarse con caídas; caídas en la propia roca de un acantilado, o, las más frecuentes, en pleno mar. “Las personas que trabajan en pesca quizá tienen más claros los riesgos, pero, por ejemplo, al caerse al agua puede haber muchos peligros por golpes”, remarca. 

En el peor de los casos, una mala caída puede incluso llevar a la inconsciencia, lo que, incide Paz, puede hacer que una persona se ahogue. Las heridas, además, suelen darse en las extremidades y también resulta habitual encontrar fracturas y cortes profundos.

parte 3 rescate zonas rocosas

Un protocolo que salva vidas

Cuando se produce una intervención en la zona de Jávea (Alicante), el Centro de Avisos de Cruz Roja es el que canaliza la información. “Derivamos una embarcación de dos socorristas, y desde donde está la sede central en Jávea, sale un vehículo Romeo de rescate con el jefe de equipo y un socorrista”, explica Server. “O llega la embarcación, o el equipo de tierra, pero, al tener dos recursos, intentamos garantizar que la víctima reciba asistencia por las dos vías”, evidencia. Y es que, cuenta, puede que la embarcación pase de largo o no localice el incidente; o que la persona que haya alertado, nerviosa por la situación y por desconocimiento, no sepa concretar la zona. “Normalmente intuimos dónde puede ser, pero siempre enviamos los dos recursos para no fallar nunca”.

Los tiempos son precisos y, sobre todo, muy ajustados. “Los primeros que intervienen lo hacen en una media de tres minutos y medio; ahí se hace la primera valoración. Paralelamente, el equipo de tierra (con el Romeo) tarda unos 8 minutos. A lo mejor, si tienes que bajar la parte más montañosa te puedes plantar en 15 minutos”, estima el coordinador de Cruz Roja Jávea. “Si tiene que ver con temas de trauma, podemos tardar entre unos 40 o 50 minutos hasta el contacto de transferencia con la ambulancia”, añade. 

Los tiempos son precisos y muy ajustados

En País Vasco el procedimiento es similar. Los incidentes llegan a través del 112 o de Salvamento Marítimo. “Tenemos un tiempo de respuesta de entre 15 y 30 minutos”, calcula Koldo Larrazabal en líneas generales. En su caso, por otro lado, lo más habitual es acceder por vía marítima, mientras que otros medios se despliegan también por tierra. ¿Complicaciones? “Depende del estado del mar”, contesta el director de Socorros y Emergencias con profundo respeto. 

19 minutos es, por otro lado, el tiempo medio que tarda el operativo de Salvamento Marítimo de Coruña en ponerse en marcha. El Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo de la localidad da el aviso, y el protocolo se activa; un protocolo, donde, además, pueden llegar a participar helicópteros si el estado del mar realmente resulta “no asumible” para el equipo de rescate. “Y también depende de la zona específica, pero tenemos disponibilidad las 24 horas”, cuenta Paz, quien confiesa también su pasión por el mar. Él entró en el año 1989 en Cruz Roja Juventud, y en 2007 comenzó en Salvamento Marítimo. Desde 2017 es, además, responsable del área en Coruña. “O te engancha y te vuelve loco y se convierte en tu pasión y tu vida, o no te gusta nada. Y a mí me enganchó”, reconoce. 

Javier Server, por otro lado, recuerda la gravedad de los casos a los que se enfrentan: “El otro día una mujer sufrió una fractura de costillas; se había caído de dos metros en una roca. Tenía una lesión que impedía que se pudiera enganchar y subir con un cable, por lo que nuestro trabajo fue vital”. “Tuvimos que llevarla en una posición muy específica en la embarcación para que no perdiera oxígeno hasta el puesto más cercano, ya que teníamos en el muelle una ambulancia para que la llevara al hospital”. Un protocolo que está marcado por la eficacia y que persigue un principal objetivo: que nadie se quede atrás.

parte 4 rescates zonas rocosas

Los rescates más frecuentes… y atípicos

Los patrones de rescate se dividen, habitualmente, en dos patrones. El primero, y “más común”, en palabras de Javier Server, es el de los perfiles jóvenes de vacaciones que, tras pasar una noche de fiesta, “deciden ir a descansar a una cala”. Especifica más: “Quieren cuatro días en Jávea y lo quieren todo, así que duermen una hora, cogen las chanclas y se van a hacer kayak o a una cala sin tener en cuenta cuestiones como la hidratación”. 

Las consecuencias de sus acciones las ha vivido en numerosas ocasiones el equipo de rescate de Cruz Roja Jávea. “Síncope, desmayo, golpe de calor, o inconsciencia por deshidratación”, enumera Server. Cuando una de estas situaciones se da en una playa de arena, normal y corriente, la ambulancia acude sin mayores problemas; sin embargo, “cuando estás en una zona de roca y no tienes ni siquiera agua, se puede complicar”.

“Las redes sociales y las geolocalizaciones potencian que la gente vaya a calas donde antes no había nadie”

El siguiente tipo de rescate al que se suelen enfrentar son las ya criticadas “chanclas”. “Me resbalo y me doy en la cabeza; o un golpe con una moto de agua”, pone como ejemplo Javier Server. Y, cómo no, las redes sociales también cumplen un papel no demasiado alentador en este contexto. “La gente está muy mal informada con todo el tema de los saltos. Muchas veces el mayor enemigo no es el fondo, sino la superficie plana del agua: es como asfalto. Como tirarte contra el suelo. ¿Resultado? Hombros y piernas rotas”, precisa el coordinador.

parte 4b rescates zonas rocosas

Las redes sociales, además, son el escaparate de muchos lugares inhóspitos que, tras pasar el filtro de belleza de la aplicación, se comparten en estos canales con un seductor efecto llamada. “Las redes sociales y las geolocalizaciones potencian que la gente vaya a calas donde antes pasabas y no había nadie, pero ahora te encuentras con grupos de entre 18 y 20 personas. Y, si bajan 20 personas a una cala, hay muchas probabilidades de que alguno se vaya a caer”, indica Server. 

La poca consciencia de muchas personas hace que Javier Server dedique un momento a expresar cómo combate, en su caso, esta despreocupación que muestran tantas personas. Al final, tiene claro que “no puedes echarle la bronca a nadie en una situación crítica, porque un paciente relajado es un paciente cooperante”. Por ello, incide, lo importante es transmitir que ese es “tu día a día” y no preocupar de más a la persona. 

De hecho, Javier Server valora que en pocas ocasiones las personas a las que ayudan se acuerden de su intervención. “La verdad es que estamos muy acostumbrados a que no nos lo agradezcan. Cuando dejamos a la persona herida en la ambulancia, no sabemos nada más de ella”, menciona.

Pero, en 2010, recuerda un caso especialmente emotivo que marcó de forma significativa su vida y cómo es, actualmente, el equipo de rescate de Cruz Roja Jávea. “Ya habíamos cerrado la playa y estaba con un compañero haciendo inventario y limpiando. De repente, nos llamaron de la playa del Arenal porque había una chica que había tenido un accidente cerca de un acantilado. Salimos corriendo en la embarcación y en el 4x4”, cuenta.

La chica estaba, concretamente, en el Cabo de San Antonio, uno de los lugares más emblemáticos de la localidad. Había bandera roja. “Iba en esquí acuático y tenía una fractura de fémur”, recuerda Server, que añade que la pareja de la chica la estaba sujetando en pleno mar a la espera de que llegaran. “Tenían bajo 20 metros de profundidad”, enfatiza. 

“Fue una intervención de 40 minutos a flote con el riesgo de que nos íbamos contra las rocas. La mujer gritaba de dolor. Hubo un momento en que me pegó tal grito en la oreja, que pensé: ‘O reaccionamos más rápido, o nos vamos abajo todo el mundo’”, explica el coordinador de Cruz Roja Jávea.

“Fue una intervención de 40 minutos a flote con el riesgo de que nos íbamos contra las rocas”

Califica el trabajo psicológico que realizaron como “vital”. “Íbamos hablando con ella, explicándole lo que íbamos a hacer… incluso contando chistes, tratando de crear un ambiente distendido”, rememora Server. “Fue muy duro porque nos dimos cuenta de que esto no era para lo que nos preparaban los libros de socorrismo; no siempre la persona que tienes que rescatar está tendida hacia arriba, perfectamente. Es uno de los casos que pautó cómo somos hoy”, recalca.

Un caso que también marcó a Román Paz, responsable de Salvamento Marítimo en Cruz Roja en Coruña, se produjo en torno al año 2009. “Nos activaron cuando estábamos haciendo una regata porque se había caído un pescador al agua. Pusimos rumbo a la zona, por la Torre de Hércules. Al llegar, el hombre estaba ya con una hipotermia severa, empezando a hundirse. Lo cogimos justo con el primer trago de agua”, recuerda, emocionado, el portavoz de Cruz Roja.

“Le quitamos la ropa, lo tapamos, y le salvamos la vida in extremis. Una de esas sensaciones que no puedes olvidar”, concluye.

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Consejos y prevención para anticiparse a las desgracias

“A todos nos gusta ir de las calas, pero hay cosas que debemos tener en cuenta”, apunta Javier Server. La primera: que haya socorristas. “Donde haya socorristas, siempre será el lugar más seguro”, incide. 

Koldo Larrazabal, director de Socorros y Emergencias de Cruz Roja Bizkaia, coincide. “Que la gente se bañe siempre en zonas vigiladas y en el horario pertinente”, remarca. Justo en el momento en que está contestando, su voz se aleja del teléfono para recomendar a una joven que no estacione en el lugar donde lo está haciendo. “Es la zona de la ambulancia, no puedes aparcar”, se escucha que indica. “En fin, ¿lo has oído, no? Cómo es la gente a veces…”, suspira Larrazabal.

La gente, precisamente, es también quien nutre Instagram de fotos de paradisíacos entornos naturales. Javier Server vuelve a recoger el testigo para incidir en que “no hay que fijarse de una foto de Instagram, que hoy en día sabemos que están muy retocadas. Es mejor documentarse sobre el lugar, ver las vías que tenemos para ir, revisar el parte meteorológico…”, comenta. “Hay un desconocimiento de las zonas mediterráneas, porque se considera que lo peligroso está en el norte, pero aquí también hay peligros por la orografía o el viento. Aunque no haya olas, hay corrientes”, precisa. “En el caso de Jávea, un día de kayak maravilloso puede acabar mal y con un helicóptero”.

Además de ello, hay recomendaciones de siempre que no pasan de moda: procurar ir con gente, tener el móvil cargado, revisar que haya cobertura, llevar agua, e ir después de haber descansado y con una óptima hidratación. “Si te vas a una cala, te vas a la montaña, y debes llevar calzado adecuado”, recuerda Server. Un pequeño botiquín de auxilios, por último, no puede faltar.

“Hay un desconocimiento de las zonas mediterráneas, porque se considera que lo peligroso está en el norte”

Y tan importante son los consejos como la prevención, para lo que resulta fundamental conocer el medio y la playa. “Tienes que estar todo el día en el agua”, evidencia Server. Solo así es posible detectar las señales de que una persona puede estar en problemas sin todavía saberlo. “La persona que está en la torre tiene que estar analizando todo lo pasa”, explica Server.

Pone un ejemplo: “Un grupo de dos chicas se meten en una zona de corriente. Ves, primero, que se ríen cómplices porque hay corriente. De repente, dejan de reírse y se preocupan, porque la corriente va tirando. Eso lo sabes cuando se ponen de espaldas, porque quiere decir que ya están cansadas. Ahí ya te estás tirando al agua y, cuando la corriente las va a tirar, ya las has enganchado. Te tienes que anticipar siempre”.

“Hace poco se dio el caso de una bandera roja en la playa del Arenal. La gente se frustra cuando vas a decirles que no se pueden bañar; pero, en realidad, estás previniendo que se ahogue un niño; que un señor tenga un accidente en el agua… Los rescates son ruidosos, pero la prevención salva vidas”, concluye Javier Server.

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Una labor que, contra viento y marea, compensa

Para intervenir en un rescate en una zona rocosa la formación resulta totalmente esencial. Javier Server, coordinador de Cruz Roja Jávea, cuenta que en el equipo intervienen personas voluntarias cuyo perfil suele estar entre los 20 y 30 años. “Suelen estar preparando oposiciones a bomberos, policía local, enfermería… Y este voluntariado les sirve para coger experiencia para el día de mañana”, relata. “El socorrismo en España es la cuna de los futuros bomberos y bomberas, policías y sanitarios y sanitarias: por eso es importante cuidar a los y las socorristas”.

Durante todo el año se preparan para este tipo de situaciones. Las personas que se acercan para ayudar solo en verano suelen quedarse en el “socorrismo de playa común”; sin embargo, las que participan en rescates en zonas rocosas están “todo el año en el agua”. “Es una vocación y pasión y, como hay mucho trabajo en equipo, se crean muchos lazos”, asegura el responsable de Cruz Roja Jávea. En invierno, se enfocan más en inundaciones; en verano, en este tipo de actuaciones, donde también puede haber refuerzos del personal laboral de playa. Pero ninguna estación puede frenarles.

“Es una vocación y una pasión”, asegura Server

“En invierno tenemos un pequeño grupo más reducido de entrenamiento, y hacemos prácticas en zonas rocosas que en verano están más saturadas de gente”, cuenta Miriam Jarjor, una de las voluntarias del equipo de rescate de Cruz Roja Jávea. Pese a reconocer que no le resultan “duros” los entrenamientos, sí advierte que puede pasar cualquier cosa. “Cuando sales al mar, no sabes qué te vas a encontrar”.

“En un entrenamiento, fuimos a la isla del Portichol y tuvimos que hacer una asistencia a unos kayaks. Sales para una práctica y se acaba convirtiendo en realidad”, recuerda. Era entre abril y mayo, y algunos de los kayaks que habían salido no podían volver a causa del mal tiempo. “Como hacemos prácticas en invierno, cuando el mar está más picado o rompe más, estamos más preparados para actuar frente a este tipo de situaciones”, advierte Jarjor.

“Tienes que tener mucho control sobre el estrés. En una situación así, la persona no es consciente de lo que está pasando y solo quiere salir de allí. A veces entra en el túnel ese de ‘no voy a salir de aquí’. Tú eres la persona que ejerce de mediadora, que debes tranquilizarle, buscar una vía de escape… Después del uno, el dos”, evidencia la voluntaria. Respecto al frío de esas épocas en el mar, asegura que con los neoprenos que llevan se hace más llevadero.

Neoprenos, por cierto, que son también indispensables en verano. “No solo para protegernos de cualquier impacto que pueda ocurrir contra una roca, sino porque también nos protege de las medusas”, interviene Javier Server. “Si estás en un tablero con una persona, y te pica una medusa, podrías soltarlo, dejar que se hundiera. Y no puedes hacer eso”, remarca.

“Lo que más ilusión me produce, quizá porque dentro del oficio soy de los viejitos, es hacer rescates con mi alumnado. Después de unos meses formándose, los ves ya con esa mirada, con esa ilusión en un vehículo de rescate y me encanta”, asegura, emocionado, Server. Miriam Jarjor, que reconoce que no pensaba que le fuera a gustar tanto el mar, ve su futuro en el SAMU o en una unidad de intervención; “como vaya surgiendo”. Desde luego, donde tiene claro que estará en el futuro es el grupo de rescate en zonas rocosas de Jávea. “No hay que perderle el respeto al mar: solo hay que conocerlo”, concluye. 

¿Compensan todas las carreras al agua, los rescates difíciles, la constante alerta, los peligros de las zonas rocosas…? “Sí, compensa mucho, muchísimo”, dice Javier Server desde Jávea. El mar de nuestra geografía, incluso en las zonas más rocosas y montañosas, cuenta con unos inmejorables guardianes y guardianas.

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