Las heridas psicológicas que deja la guerra - Ahora
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- El trastorno de estrés postraumático es un síndrome habitual en personas que se han visto obligadas a dejar de forma brusca su país de origen, como sucede en el caso de las que han huido desde Ucrania.
Se conoce como “síndrome de Ulises” al cuadro de estrés crónico y múltiple que se desencadena al dejar atrás el mundo conocido en situaciones extremas tales como una guerra. La ONU ha advertido que ya son cerca de cinco millones de personas desplazadas por el conflicto de Ucrania y muchas de ellas podrían estar sufriendo las heridas psicológicas que deja tras de sí el conflicto; heridas que, si bien es cierto que a veces no son visibles a los ojos de la misma forma que una cicatriz, resultan igual de importantes.
La angustia, el insomnio o las pesadillas son algunos síntomas comunes en personas que han abandonado Ucrania debido a la guerra. Pero llegar a otro país en el que existe una red de apoyo y acompañamiento no borra todo lo vivido hasta el momento; por eso mismo, contar con ayuda psicológica resulta fundamental. El trastorno de estrés postraumático, frecuente en estas circunstancias, se manifiesta de muchas formas y refleja la dolorosa experiencia que supone abandonar repentinamente el país del que se procede.
Porque el hogar son bienes materiales, como un coche o una casa, pero también intangibles, como la familia, las amistades, el trabajo o algo tan aparentemente sencillo como las rutinas. Además de dejar todo atrás, las personas que han huido de Ucrania han temido, en muchos casos, por su propia vida y la de otras personas antes de hacer efectiva su marcha. Y todo eso pesa.
El trastorno de estrés postraumático es habitual en personas que huyen de una guerra
Lo principal para tratar el trauma es detectar las necesidades básicas tales como el alojamiento, la comida o la atención médica, entre otras, y cubrirlas. Después, llega el momento de contener, escuchar y transmitir tranquilidad, es decir, ofrecer una mano o un oído cuando se requiera. A ello se suma el restablecimiento de la confianza, para lo que hay que focalizar en esas personas, países o entidades que sí están brindándoles ayuda.
Ana Mª Romo, psicóloga del Departamento de Refugiados de Cruz Roja en Alicante, desde donde se está gestionando uno de los Centros de Recepción, Atención y Derivación (CREADE) junto al Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, matiza que el estrés postraumático no siempre se produce, puesto que hay gente muy resiliente. En cualquier caso, este trastorno (uno de los más frecuentes en personas que han vivido una guerra o conflicto de estas características) tiene tratamiento y margen de mejora.
Normalizar y validar todas las emociones que están viviendo las personas que llegan desde Ucrania resulta un paso esencial, así como acompañar y hacer entender a las personas que están sufriendo que sus emociones son normales dado lo vivido. Un proceso que, por norma general, también requiere de un tiempo de aceptación que depende de cada individuo.
En este contexto, por otro lado, la infancia es especialmente vulnerable. Los niños y niñas se encuentran en un periodo de maduración y crecimiento en el que requieren una protección y apoyo que, bajo este escenario, se ve alterado. Por ello, se producen reacciones tales como mostrar un gran nerviosismo, llanto continuado o dificultades para dormir.
A través de madres, padres o figuras de apoyo, desde Cruz Roja se trata de dotar de herramientas para ayudar a esos niños, niñas o adolescentes. En el caso de jóvenes, se organizan talleres grupales, que permiten generar un vínculo entre quienes lo forman, algo muy importante durante la adolescencia. Con todo, es una asistencia que no queda en una mera reunión, sino que existe un seguimiento continuado en el tiempo para ir evaluando la situación.
Además del trauma que tienen las personas que han abandonado Ucrania, Europa (incluso el mundo, en su conjunto) vive una conmoción colectiva que ya está marcando la historia. Y es que, alega Ana Mª Romo, aunque el ser humano tiene una capacidad increíble para recuperarse ante la adversidad, la huella que ha dejado la guerra es ya imborrable.
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