Cogemos la ola - Ahora

• Enfundadas en sus trajes de surf, un grupo de mujeres en exclusión social del Centro de Día Algara de Cruz Roja en Gipuzkoa nos demuestran cómo el deporte puede contribuir a una mayor autonomía.

Con nervios, pero con mucha ilusión. Así llegan las mujeres del Centro de Día Algara de Cruz Roja en Gipuzkoa a la playa de la Zurriola (la playa surfista por excelencia de Donostia) para recibir sus clases de surf. Una iniciativa enmarcada en el proyecto ‘Emakume Surflari’ (Mujer Surfista) de la Organización y conveniada con la Diputación Foral de Gipuzkoa que tiene como objetivo lograr el empoderamiento de mujeres en exclusión social a través del deporte.

Hafida Ghouizi es una de las mujeres usuarias del Centro de Día Algara de Cruz Roja en Gipuzkoa que está rompiendo barreras sociales y culturales gracias al surf. Llegó a Madrid hace 17 años y posteriormente se trasladó a Hernani, donde vive desde hace más de dos años. “El proyecto ‘Emakume Surflari’ es una maravilla, estamos felices, me encanta venir a hacer surf con mis compañeras, aprender este deporte, superarme”, expresa. “A pesar de ser de Tánger no tenía experiencia en un medio como el mar y me encanta. Además, las monitoras tienen mucha paciencia y nos motivan mucho. Gracias al centro de día y a iniciativas como esta nos superamos y eso es muy gratificante”, añade.

"A pesar de ser de Tánger no tenía experiencia en un medio como el mar y me encanta"

Además de esta actividad, el centro también acoge a otros perfiles en exclusión social (en este momento, todas son migrantes y con edades comprendidas entre los 21 y los 58 años) y realiza diferentes actividades grupales para fomentar su integración y acompañamiento personalizado. También se les brindan las herramientas necesarias de cara a lograr su plena autonomía a través de diferentes talleres y proyectos. 

‘Emakuma Surflaria’ no solo sirve para ayudar a que se empoderen las mujeres, sino que es, además, una actividad “inclusiva”, puntualiza Nuria Media, técnica del Centro de Día Algara de Cruz Roja, ya que “nos encontramos en una zona donde la práctica del surf es generalizada en la población”. Por lo que respecta a la progresión de las mujeres en esta actividad, Amets Castrejana, monitora del proyecto, indica que ha sido “grande”.

“El primer día fue emocionante ya que con los nervios previos entraron todas de la mano al agua: fue la primera toma de contacto. Luego les costó entrar con la tabla por las dificultades que conlleva no tener experiencia”, señala. Ahora, después de un tiempo, ya tienen cierto manejo de la tabla y control del cuerpo en un medio, recuerda Castrejana, al que no están acostumbradas: el mar. “Poco a poco van mejorando y van teniendo más autonomía. Es de destacar la actitud tan positiva y de superación que han mostrado desde el comienzo”, apunta. Porque coger la ola (ya sea en el mar o en la propia vida) nunca fue tan apasionante.