Se denomina inseguridad alimentaria al acceso insuficiente a los alimentos y en concreto a los alimentos saludables.  

A pesar de que el concepto de seguridad alimentaria se ha utilizado en el ámbito internacional, cada día aumenta su uso para hablar del hambre o malnutrición ya que es un término que nos ayuda a entender las situaciones por las que atraviesan las familias hasta llegar a la fase más dramática que es pasar hambre. 

Según el 1º Estudio sobre la inseguridad alimentaria en hogares españoles antes y durante la COVID-19 (Moragues-Faus, Ana y Magaña-González, Claudia R. (2022). Universidad de Barcelona), 6.235.971 personas en España sufren inseguridad alimentaria. Este dato, muestra claramente que en España no se garantiza el acceso a una alimentación sana y saludable a su población, y que se ha visto incrementado por la crisis sanitaria de la COVID-19. 

Los patrones de alimentación desordenados, dietas con baja calidad nutricional, la privación de determinados alimentos nutritivos por una cuestión de acceso o disponibilidad por factores económicos o psicosociales, evidencia cómo la inseguridad alimentaria también puede contribuir al sobrepeso y la obesidad. 

La nutrición es uno de los pilares de la salud y el desarrollo, el acceso a una alimentación saludable es sinónimo de salud y bienestar, que repercute en el resto de áreas como puede ser el área educativa, laboral, social, etc. Diversos estudios científicos, evidencian la relación entre una mala alimentación con una situación de exclusión social. Los niños con malnutrición presentan bajo rendimiento escolar, que a la larga se puede repercutir en el acceso a puestos laborales dignos, con salarios suficientes para mantener un nivel de vida adecuado, así como el acceso a diferentes ámbitos del desarrollo personal, social o cultural. 

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