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Todavía recuerdo aquel rescate

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TODAVÍA RECUERDO AQUEL RESCATE

Todavía recuerdo aquel rescate
El verano es esa época del año en el que el descanso de muchas personas es la época de mayor trabajo y riesgo para otras. Hablamos, en este caso, de los más de 1.000 profesionales de salvamento que pisan las playas, cada periodo estival, para que el resto podamos disfrutar del mar con seguridad. Pero, ¿Cómo viven ellos y ellas un rescate?, y es más, ¿cuál fue aquel que les marcó?

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parte 1 salvar una vida

Hace menos de un mes arrancó la campaña de playas de Cruz Roja en la que el equipo de Salvamento y Rescate de la organización vela por un baño seguro en 220 playas de la península y las islas, 37 de ellas con posibilidad de baño adaptado. 

El año pasado se atendieron a más de 39.000 personas en playas, pantanos, lagos y ríos de la geografía española en el periodo oficial de la temporada de baño. Aunque la mayor parte de las asistencias sanitarias estuvieron relacionadas con picaduras, esguinces y otras curas, no hay que olvidar que las conductas de riesgo, el imprevisible temporal y los accidentes graves ocurren y en estos casos, los equipos de salvamento, desde socorristas hasta personal de embarcación, se dejan la piel para velar por la seguridad de las personas.  

parte2 salvar una vida

Una vocación innata 

Siempre se dice que las personas que se enfrentan a intervenciones, rescates, incendios, entre otras emergencias, están hechas de otra pasta. Puede que sí o simplemente puede que no lo piensen demasiado, porque si se lo pensaran llegarían tarde. “Me hice socorrista motivado por los valores de Cruz Roja. El sentimiento de ayudar a otras personas, la gratitud personal y mental, pocas cosas me han reconfortado tanto en esta vida”, se sincera Jordi López, antiguo socorrista de Cruz Roja en Roses, Girona. 

"En la primera emergencia que hice en ambulancias me temblaban las piernas"

“Ya en la primera emergencia que hice en ambulancias me temblaban las piernas, pero no flaqueé y me apoyé en la experiencia de mis compañeros ", comenta Koldo Larrazabal, ahora, coordinador general de playas en Vizcaya. Koldo, antes de ocupar el puesto que ocupa dentro de Socorros y Emergencias, llegó a Cruz Roja, casi de manera accidentada. Con 14 años se tuvo que marchar  a otro pueblo con su familia, no conocía a nadie y se animó a formar parte de Cruz Roja Juventud. Esa decisión sin ser realmente consciente le llevó a entrar y, más de 40 años después, a no querer salir “del agua”. 

“El mar es uno de los motivos por los que me vine a vivir aquí a la isla”. Él, es Jose Clerison, es de Brasil y lleva 15 años trabajando como socorrista en las Islas Baleares. A Jose siempre le encantó la vida marina, sus misterios y todo lo que hay detrás de esa inmensidad de agua que relaja a la par que inquieta y que en su caso, tanto desde niño como ahora, por su profesión, no puede quitarle ojo. 

parte 3 salvar una vida

Del primer rescate hasta el último

Acudir al rescate de una persona y ser rescatado. Es posible que muchas veces nos quedemos con esta última mirada, con la de la persona que ha conseguido salvarse tras el accidente. Pero, aunque para los equipos de Salvamento y Rescate esto sea su día a día a día, al final los recuerdos de las intervenciones, tanto las que salen bien como las que salen mal, pesan y se quedan en la memoria de estos profesionales que dedican y arriesgan sus vidas para salvar las de otras. 

El coordinador general de playas en Vizcaya, Koldo Larrazabal, recuerda un rescate en concreto como si fuese ayer. Había un fuerte temporal de verano y un hombre había salido a navegar y se había caído de su barco. Cuando los equipos de rescate estaban llegando con la embarcación hacia el hombre, los motores de esta se pararon. No podían hacer nada, pero por suerte un compañero de Koldo consiguió arrancar uno de los motores. “Esta persona que había caído del barco consiguió sobrevivir y al tiempo mandó una preciosa carta de agradecimiento”, comenta Koldo. 

Foto: Simulacro Cruz Roja Bizkaia

 

“Un día de verano, mientras estábamos en el puesto de socorro, tuvimos un aviso de bañistas que vieron a una persona precipitarse de 8 metros de altura con su bicicleta desde un camino colindante a la playa, aislado y de difícil acceso. Nos informaron que había caído primero encima de las rocas y en segundo lugar, al agua inconsciente”, recuerda Jordi López, antiguo socorrista de Cruz Roja en Roses, Girona. 

Tras esta información no dudaron en dar aviso al 112 para movilizar recursos, “ellos se encontraban ya haciendo primeras atenciones a la víctima y nosotros desplazamos una barca y una ambulancia a la zona, pero finalmente por el difícil acceso descendimos por la montaña con cuerdas y equipo especializado”, asegura Jordi. 

"A los tres meses nos pudimos ver, su gratitud me emocionó"

Después de casi dos horas consiguieron estabilizar al paciente y solo faltaba trasladarlo, “al principio por las heridas no lo reconocimos, pero al tiempo un compañero policía local, me informó de que ya habían identificado al paciente y era un amigo nuestro de la infancia que también había formado parte de Cruz Roja”. 

Finalmente el herido fue trasladado al hospital y tras una larga recuperación, sobrevivió, “a los tres meses nos pudimos ver, su gratitud me emocionó, dijo que no recordaba apenas, pero que en algún momento pensó que sabía que iríamos a rescatarlo…”, se sincera el socorrista recordando el rescate.

Los comportamientos de riesgo de los bañistas y el exceso de confianza en las playas o pantanos puede derivar en un accidente mayor si no se toman las medidas oportunas y no se presta atención a las indicaciones de los profesionales de salvamento. 

“Cierto día teníamos el mar con muchas olas, en esta época éramos tres socorristas, había mucha gente saltando olas, a los bañistas les encantan, pero a veces se forman corrientes y hay que tener cuidado”, asegura Jose Clerison, socorrista veterano en Baleares. Finalmente, una de esas olas que comenta Jose Clerison, se llevó a un niño de unos 15 años que estaba en su colchoneta. “Al observar lo que estaba ocurriendo fui a por el chico, pero al momento se metió su madre, le dije que volviera, pero no me hizo caso, y al rato entró también su padre parecía que no sabía nadar”, afirma el socorrista. 

Los tres socorristas que protegían la playa tuvieron que hacer frente al rescate, “salimos por la parte derecha, por las rocas, por donde había menos resistencia a la corriente, tuvimos heridas leves, pero tuvimos éxito en sacar a la familia sanos y salvos”, cuenta aliviado Jose Clerison. 

Acudir al rescate de un ser querido es un acto instintivo, pero puede complicar el rescate para los equipos de emergencia. Confiar y dejar la actuación en manos de los profesionales puede suponer un menor riesgo, tanto para los familiares o amigos, como para los socorristas. 

parte 4 salvar una vida

Un reconocimiento diario

Puede ocurrir que en profesiones como esta, rescatas a la persona que precisa la ayuda y no la vuelves a ver, incluso no sabes si en algún momento te la volverás a encontrar, quizás este encuentro fugaz forme parte del trabajo de los equipos de Socorro y Emergencias. Pero, hay veces que los encuentros inesperados ocurren y a Koldo, el coordinador de playas de Vizcaya que salvó al hombre que cayó de aquel barco, le ocurrió. 

"Cada rescate significó un aprendizaje"

Hacía doce años de aquel rescate y durante ese tiempo, Koldo Larrazabal entró a una ferretería y cuando llegó al mostrador le dijeron “usted salvó a mi suegro”, recuerda. “Salvamento para mí es solidaridad. Me acuerdo de la primera emergencia y me acuerdo de la última. Llevo 42 años al frente de Cruz Roja, hay intervenciones que salen bien, otras que no tan bien, pero cuando hablan de ti, cuando valoran tu trabajo todos los días y se acercan a darte las gracias, incluso a traerte comida, en este mundo tan egoísta, que siga ocurriendo esto, es muy reconfortante”, afirma. 

Jordi, antiguo socorrista de Cruz Roja en Roses, Girona, recuerda su trayectoria por la organización como una mochila llena de lecciones y vivencias compartidas. “Cada rescate significó un aprendizaje, una enseñanza en el trabajo y para la vida, incontables recuerdos compartidos con los equipos, servicios de emergencias, pacientes, usuarios en general, gente de la que siempre aprendes para trabajar cada día mejor y que de alguna manera te permite seguir conectado con tu humanidad”.

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