Equinoterapia, una manera de recuperar la confianza - Ahora
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- Víctimas de violencia de género del proyecto Creando Ilusiones de Cruz Roja en Cuenca han participado, junto con sus hijos e hijas, en una terapia realizada con caballos. Sus efectos son más que beneficiosos a todos los niveles.
La recuperación emocional y el fortalecimiento del vínculo materno filial. Ese es el objetivo que persigue el programa Creando Ilusiones de Cruz Roja, en el que se trabaja con mujeres víctimas de violencia de género y sus hijos e hijas. En Cuenca, uno de los lugares donde se desarrolla, se ha llevado a cabo una actividad especialmente idónea para alcanzar este propósito: la equinoterapia. Los resultados así lo evidencian.
“Sabemos que en otras ciudades se hace terapia con perros, pero elegimos equinoterapia porque no está tan visto. Los objetivos se cumplen igual o más: mejorar la autoestima, fortalecer los lazos comunes con hijos e hijas…”, expone María Martínez, técnica del proyecto en Cruz Roja en Cuenca, y la persona que ha liderado la actividad. Los caballos, además, son animales con los que no se tiene contacto todos los días, y esta actividad ha servido para “romper la monotonía diaria”.
Precisamente por eso también ha resultado de lo más interesante para movilizar a las mujeres víctimas de violencia de género que han participado en esta iniciativa. “A veces muchas no quieren ni salir de casa, pero como es una actividad tan distinta, se suelen apuntar. Algunas nunca habían visto a un caballo antes”, agrega Martínez. A eso se suma que, en esta ocasión, no se sentían obligadas a contestar preguntas o a hablar con nadie, ya que al ser una actividad donde solo estaban ellas, sus hijos e hijas y los caballos se han sentido especialmente a gusto.
Y es que, aunque al principio un caballo puede imponer, también es un animal que se presta a establecer una conexión muy íntima con las personas. “Al principio les daba mucho miedo a todas, no se querían montar”, cuenta la técnica de Cruz Roja, que evidencia que, mediante la analogía de subirse al caballo, invitaron a las personas usuarias a hacer frente a sus miedos y superarlos. “Cuando iban avanzando, acercándose más, veían que iban superando sus miedos: consiguiendo su meta. Hay que ir superando el miedo, en la vida en general. Al final se subieron, dieron una vuelta por la finca, y se atrevían a ir solas. Se sentían muy empoderadas, confiaban en ellas mismas”, añade.
La actividad, que se desarrolló durante una tarde en una hípica, con los caballos más dóciles y en una pista cerrada, contó con la presencia de 18 personas, entre mujeres víctimas de violencia de género e hijos e hijas. “Las madres les apoyaban, les ayudaban a subir, cogían el ramal… se veía que a lo mejor no tenían mucha comunicación, pero demostraban que estaban ahí. Luego se subían las madres, y eran los hijos e hijas los que llevaban el ramal. Se transmitía mucha confianza”, añade la técnica de Cruz Roja. Además de esta acción, también se han realizado talleres de reflexología, y de habilidades sociales, así como sesiones de autoestima.
Ángeles (nombre ficticio), una de las personas participantes en la actividad, está muy contenta con el resultado. “Compartimos un rato en familia y con el resto de las chicas muy bueno”, dice. Ella, procedente de un país de Latinoamérica donde había tenido mucho contacto con caballos hasta la adolescencia, logró “revivir ciertas épocas hermosas”. Llevar a su nieta, además, a la actividad, le supuso una inyección de motivación. “Ver su felicidad fue muy gratificante”. “Quedaron tan encantadas que, si podemos, quizá repetimos, y ya vamos de ruta con el caballo”, concluye, por otro lado, María Martínez.
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