¿Qué hacer en caso de terremotos? - Ahora
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- Cruz Roja, a través de sus píldoras formativas, pone a disposición de la ciudadanía distintos recursos y temas de interés. Por ejemplo, una guía y pautas para protegerse antes, durante y después de un terremoto (o seísmo).
Según la RAE, un terremoto es una sacudida violenta de la corteza y manto terrestres, ocasionada por fuerzas que actúan en el interior de la Tierra. Y, aunque es cierto que no podemos controlar el momento en el que se produce un terremoto, ni mucho menos su intensidad (como sucedió en el terremoto de Lorca), sí podemos estar preparados o preparadas para protegernos y afrontarlo de la mejor forma posible.
La píldora formativa ‘Qué hacer en caso de terremotos’ de Cruz Roja aporta información para conseguirlo. Así, el primero de los aspectos que tenemos que tener en cuenta es la preparación. Saber previamente qué hacer y qué no durante un seísmo no solo nos ayudará a protegernos, sino que también contribuirá a disminuir la intensidad del miedo y otras emociones.
En este sentido, resulta importante saber cuáles son los lugares más seguros de la casa, cómo podemos afianzar muebles y estanterías (no debemos colocar en zonas altas objetivos inestables, por ejemplo, que puedan caerse con facilidad y provocar daños) o tener cuidado con los objetos colgados o sujetos, tanto en paredes y techos. A ello se suma el tener en casa a mano y en un sitio de fácil acceso un botiquín de primeros auxilios, así como linternas, radio, pilas, algunos alimentos no perecederos y agua embotellada. También, por si acaso, es recomendable conocer los teléfonos de emergencia.
Lo fundamental ante un terremoto es protegerse y mantener una actitud serena y constructiva
En el momento en que se produzca un terremoto, lo fundamental es protegerse y mantener una actitud serena y constructiva. Protegerse, eso sí, no significa salir corriendo e incluso cabe recordar que, si el seísmo no es fuerte, no hay motivo de preocupación. Entre los aspectos clave, destacan: no salir del edificio si estamos en un lugar seguro; protegernos la cabeza bajo el dintel de la puerta o junto a zonas estructurales fuertes (como los pilares) y no usar el ascensor. Si estamos en el exterior, tendremos que dirigirnos hacia lugares o espacios abiertos, así como alejarnos de puentes, postes eléctricos y zonas de desprendimientos. Si estamos conduciendo, por otro lado, debemos parar en el lugar más seguro posible y no salir del vehículo.
Algo importante, además, es que en ningún caso debemos entrar o salir de un edificio cuando se esté produciendo un terremoto, pues al atravesar su fachada nos pueden caer desde su vertical elementos varios como cristales de ventanas o elementos decorativos o constructivos, como tejas; o, lo peor, el peto de la terraza si dispone del mismo.
Por lo que respecta a después del terremoto, lo primero será realizar una valoración en función de la intensidad del mismo y, por tanto, de los daños materiales que se hayan podido producir para de esta forma actuar en consecuencia. Si el terremoto no ha producido rotura de cristales, caída de objetos múltiples o fisuras en las paredes, no tenemos de qué preocuparnos. Por el contrario, si el terremoto ha producido rotura de cristales, caída de objetos colgados o sujetos a paredes y techos, y han aparecido fisuras de gran recorrido en las paredes, deberemos prepararnos para posiblemente abandonar el edificio y desplazarnos a un lugar seguro. Es recomendable, en este caso, el corte de todas las llaves del suministro. Si, por otro lado, se solicita el abandono del edificio, recuerda no utilizar el ascensor, e ir, en cambio, por las escaleras.
Gestión emocional durante la emergencia
El miedo es una respuesta de nuestro organismo ante una amenaza. Por tanto, durante una emergencia es muy normal sentir miedo, inseguridad, desprotección o indefensión. El miedo puede ayudarte a protegerte si lo utilizas para activar tu plan de emergencia, pero si es excesivo y se convierte en pánico, puede llevarte a realizar acciones que te pongan en peligro.
¿Cómo gestionar de forma correcta nuestras emociones en estos casos? Lo principal es centrarnos en lo que sí podemos controlar. Para ello, hay algunas pautas clave:
- Conoce y acepta tus miedos. Identifica qué emociones sientes durante el terremoto (miedo, angustia, pánico, inseguridad, desprotección…) y cómo te avisa tu cuerpo de ello (temblores, respiración agitada, etc.).
- Identifica tus pensamientos. ¿Qué puedes decirte para controlar la intensidad de estas emociones? Primero, tienes que identificar los posibles pensamientos catastrofistas (“seguro que me muero”, “no lo voy a soportar”, “la casa se va a derrumbar”...). Segundo, tienes que buscar una frase que te pueda ayudar a controlar el miedo y repetirla como un mantra durante el temblor sísmico: “Esto es un terremoto, tengo mucho miedo y es normal, pero sé cómo protegerme”, “mi casa está construida a prueba de terremotos”, “mis hijos/as están en el colegio, pero les he enseñado y saben cómo actuar”.
- Intenta relajarte. Aprende alguna técnica de relajación y practícala a diario a modo de entrenamiento para poder utilizarla durante el terremoto. Ponla en práctica ante los primeros signos de malestar durante el temblor (respiración agitada, taquicardia, presión en el pecho…). Si no conoces ninguna o te cuesta practicarla durante el terremoto, céntrate en la respiración intentando respirar todo lo despacio que puedas, tomando aire lentamente por la nariz y expulsándolo lentamente por la boca (así evitarás hiperventilar y aumentar la agitación).
- Tras el terremoto. Reconoce aquellas actuaciones y pensamientos que te han ayudado a afrontar con éxito ese temblor. Así aprenderás de tus logros para ponerlos en práctica en el próximo temblor.
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