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Terremoto de Lorca: diez años de aprendizaje

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TERREMOTO DE LORCA: DIEZ AÑOS DE APRENDIZAJE

Terremoto de Lorca: diez años de aprendizaje
Ha pasado una década desde que la tierra temblara en Murcia. El seísmo dejó nueve víctimas mortales, multitud de heridos y muchas personas que perdieron su hogar y a las que hubo que ayudar. Hasta la pandemia, fue la mayor emergencia en el ámbito de la Protección Civil atendida por Cruz Roja en España, que arrojó valiosas enseñanzas para actuar ante las catástrofes del futuro.

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parte 1 terremoto lorca

Han pasado diez años. El 11 de mayo de 2011, un seísmo de 5,2 en la escala de Richter golpeó la localidad murciana de Lorca, causando la muerte de nueve personas, cientos de personas heridas y graves daños estructurales en la ciudad. El 80% de viviendas se vio afectado. Todo empezó a las 17 horas, cuando vecinos y vecinas de la Región de Murcia, e incluso de otras provincias limítrofes, sintieron un movimiento premonitorio de intensidad 4,5. A las 18.47 horas, se produjo la peor sacudida y, hasta las 22.37, siguieron registrándose réplicas. Aunque Murcia se encuentra en la zona de mayor actividad sísmica de España, no existían precedentes de un suceso similar: fue uno de los terremotos más graves de la historia de España, con miles de personas afectadas que todavía hoy siguen recuperándose. 

Hoy es uno de esos días en los que Josefa López tiene la herida del recuerdo muy presente. No ha sucedido nada especial. Como cualquier mañana, se ha levantado de la cama, se ha enfundado la prótesis y ha recordado lo vivido hace una década, cuando tenía 36 años. "Estaba trabajando en la peluquería y sentí el primer temblor. Al principio nos quedamos dentro, pero cuando notamos la segunda sacudida, salimos a la calle y echamos a correr. La cornisa del edificio, de 19 metros, se desprendió y me cayó encima", relata. En ningún momento perdió el conocimiento, así que recuerda los momentos de caos y la asistencia de los médicos. Después de aquello, vinieron dos meses en el hospital, la amputación de una pierna y la recolocación de la otra. 

"Siempre hemos tenido movimientos, pero nada comparable. Los primeros momentos fueron de mucha confusión. Recibíamos llamadas de todas partes alertando de que se caían los edificios. Al escuchar la palabra 'muertos', nos dimos cuenta de la gravedad", describe Juan Carlos García, quien entonces era el presidente de Cruz Roja en Lorca, cuya sede también se vino abajo. El Ayuntamiento les reunió para coordinar las primeras acciones de evacuación del municipio, "porque hasta el hospital tenía que ser vaciado", y al mismo tiempo que prestaba asistencia en la catástrofe, también intentaba localizar a sus familiares. "No sabía dónde estaban ni mi mujer, ni mis hijos, ni mis padres. Esperaba que se hubiesen ido a los campamentos o la casa de la playa", recuerda.  

Fue uno de los terremotos más graves de la historia de España, con miles de personas afectadas que todavía hoy siguen recuperándose

La reacción de los servicios públicos y organizaciones que trabajan en el ámbito de la protección civil y emergencias resultó esencial en los peores momentos de emergencia, pero también durante los días -incluso los años- posteriores. En un primer momento, Cruz Roja se centró en el marco del Plan de Emergencia de protección civil para el Riesgo Sísmico SISMIMUR de la Región de Murcia, ofreciendo tanto asistencia médica como cobertura de las necesidades básicas de las personas afectadas. Con el paso de los días, cerca de 200 personas voluntarias, procedentes de toda España, abandonaron sus responsabilidades cotidianas y pasaron a realizar tareas de ayuda para las más de 12.000 personas damnificadas. La Organización tuvo que realizar una labor de coordinación sin precedentes y recurrir a procesos innovadores que nunca se habían probado sobre el terreno, como el centro de mando único o el uso de las redes sociales. Se extrajeron aprendizajes decisivos para catástrofes posteriores. 

parte 2 terremoto lorca

Lorca, horas después

En las primeras horas tras el terremoto, la prioridad fue la salud. Cruz Roja se concentró en reforzar los servicios sanitarios públicos, instalando más infraestructuras básicas en carpas y tiendas, donde se atendía a la población. En total, tres hospitales de campaña, 24 ambulancias y dos centros de coordinación. También se procedió al reparto de agua, alimentos y otros bienes de primera necesidad, como kits higiénicos, kits infantiles y mantas. Había que darle techo a aquellas personas que se habían quedado sin él, así que cuatro Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE), especializados en albergues, junto con la Unidad Militar en Emergencias (UME), organizaron la acogida temporal de personas damnificadas. 

"Hubo un antes y un después del terremoto en los protocolos de respuesta. Muchas de las herramientas que teníamos en fase de prueba saltaron de la teoría a la práctica", explica la directora de Emergencias regional de Cruz Roja, María José Vera. El terremoto de 2011 fue la primera emergencia del ámbito de la protección civil a su cargo, y el caso es que todo era nuevo para todo el mundo, sumidos en una catástrofe que también requirió mucho trabajo técnico, trabajo que se llevó a cabo junto a la Administración  Regional que dirigió y coordinó y al Ayuntamiento de Lorca.  Entre todos consiguieron que muchísimas personas se ofrecieran a ayudar y se fueron disponiendo los turnos del voluntariado. "Hubo un momento en el que frenamos la llegada de voluntarios y voluntarias para ordenarlos de manera escalonada. En la sede central de Madrid era donde recogían la información y se tomaban las decisiones de forma conjunta. El mando de la Emergencia se quedó en nivel 2, siendo la máxima responsable la administración regional de Murcia, aunque intervinieron recursos de todo el Estado. Cruz Roja se incorporó en la toma de decisiones a los órganos de la administración y creó los suyos propios para la coordinación interna.

Por último, resultó esencial el apoyo psicosocial a las víctimas directas e indirectas del suceso, para lo que se designaron cuatro ERIE, integrados por personal sanitario, profesionales del trabajo social y de la psicología que, en todo momento, estuvieron en contacto con las personas afectadas. Había que prestar especial atención a la infancia, así que Cruz Roja Juventud desarrolló actividades de ocio y talleres para detectar el grado de afectación psicológica y empezó a poner en marcha actividades de recuperación.  

"Hubo un antes y un después del terremoto en los protocolos de respuesta. Muchas de las herramientas que teníamos en fase de prueba saltaron de la teoría a la práctica", explica María José Vera

"La suerte que tuvimos en Lorca es que, unos meses antes, habíamos hecho un simulacro con motivo del 061. Ya sabíamos lo que era trabajar con otras fuerzas de seguridad, o al menos nos poníamos cara. Eso lo hacía todo más fluido", agradece Juan Carlos García. No obstante, María José Vera reconoce que también hubo que hacer un esfuerzo para adaptarse a la situación y garantizar la atención necesaria a las personas afectadas: "Íbamos aprendiendo conforme actuábamos, porque si algo caracteriza a Cruz Roja es la capacidad de respuesta. Los conocimientos que cimentamos aquellos días, una vez que ha pasado el tiempo, y convenientemente digeridos, nos han ayudado a desarrollar nuevas estrategias para situaciones posteriores". De hecho, Murcia ha vivido otras catástrofes de envergadura, como los fenómenos adversos de la DANA y, por supuesto, la aplicación autonómica del Plan Responde frente a la pandemia de la COVID-19. 

parte 3 terremoto lorca

Lorca, meses después

"Después de perder nuestra casa en el terremoto, nos tocó instalarnos, primero en las tiendas de campaña, y luego en las casas que construyó Cruz Roja", recuerda Antonia Giner, quien ahora tiene 75 años. Está hablando del famoso campamento de Torrecilla, que llegó a albergar a más de 1.500 personas de Lorca después de la emergencia, antes de reubicarlas en casas de familiares  o viviendas de alquiler. Quienes no tuvieron esa opción acabaron en las casas prefabricadas del barrio de San Fernando que Cruz Roja construyó para tal fin donde, todavía hoy, quedan cuatro o cinco familias por reubicar. "Yo viví muy a gusto, no puedo decir otra cosa. Creo que, gracias a la fuerza que hicimos entre todos los vecinos, fuimos saliendo", asegura esta lorquina. 

Quien creyese que el trabajo había terminado con la atención a las víctimas durante la  fase de emergencia estaba muy equivocado: luego vino la post emergencia. Lorca se ha convertido en un referente mundial sobre la recuperación de una ciudad devastada, pero también alberga el triste relato de lo duraderas que pueden ser las consecuencias de un terremoto. Hubo que trabajar en el diagnóstico social y económico de la población para determinar quién necesitaba cobertura y de qué tipo debía ser. Cruz Roja tuvo que seguir prestando ayuda a cerca de 4.000 personas y, todavía en 2017, el gasto se estimaba en 3,5 millones de euros anuales. Con este presupuesto, se construyeron casas prefabricadas y se concedieron ayudas al alquiler, además de la cobertura de las necesidades básicas. 

Entre las personas beneficiarias también se encuentra Mohammed Merbouti, quien ahora dispone de una casa en régimen de alquiler social. También estuvo en el campamento junto a su familia, incluida su mujer embarazada. Dos meses antes de que naciera su hijo, se marcharon a las casas prefabricadas y, desde hace dos años, ya están en un piso. No ha sido fácil remontar. Con el paso del tiempo, Mohammed ha ido encontrando trabajos temporales. "Se ha necesitado mano de obra para obra, carpintería, fontanería…", comenta. Se calcula que un 80% de las viviendas resultaron dañadas, teniendo que ser demolidas más de 1.100 en los meses posteriores, bajo el amparo de un Real Decreto. 

El campamento de Torrecilla llegó a albergar a más de 1.500 personas de Lorca después de la catástrofe

Volvemos a Josefa López, cuyo relato encabeza este reportaje. Más allá de las secuelas físicas, su casa fue decretada punto rojo de la catástrofe, por lo que no tuvo más remedio que irse a vivir con sus suegros junto a su marido y sus hijos. El hogar familiar se rehabilitó con las indemnizaciones del seguro, pero la adaptación que tuvo que realizar por su nueva minusvalía no se incluían en la cobertura. "Las únicas ayudas que he recibido son las de Cruz Roja y la Mesa Solidaria de la gente de a pie, gestionada por el Ayuntamiento de Lorca", insiste. Así que, pese a todo, le queda agradecimiento: "Me han ayudado los ortopédicos. Me hizo ilusión que me llamara el cantante Huecco, o que un empresa me pintara la prótesis así tan chula… He conocido a gente maravillosa en este proceso". 

parte 4 terremoto lorca

Lorca, hoy

Diez años después de la tragedia, Lorca es una ciudad reconstruida al 95% y mucho mejor preparada ante una nueva catástrofe, pero las organizaciones siguen realizando tareas para aprender de lo sucedido y poder actuar mejor en el futuro. Explica Maria José Vera que todavía se recopilan y se analizan datos de distinta naturaleza de las que se extraen conclusiones muy útiles en la planificación del trabajo de cara al futuro.  "Detallamos los procesos, reconocemos los errores y buscamos todo tipo de mejoras para asegurarnos de estar más preparados en caso de que volviera a suceder", comenta. También se ofrece formación específica al voluntariado, se realizan simulaciones con la UME y otros organismos (hace dos años, en Cruz Roja realizamos un ejercicio que simuló el nivel 3 de una emergencia donde la UME toma el mando de la Emergencia, algo que aunque no sucedió en Lorca, nos situó como ejercicio de entrenamiento en el peor de los escenarios) y hasta se ha revisado el Plan SISMIMUR , teniendo en cuenta la importancia del conocimiento del Plan por parte de todas las administraciones y población en general. Si mañana Lorca temblase, la respuesta sería mucho más rápida y eficiente. "Tendríamos un punto de partida mejor, tanto en capacidades humanas, como en recursos materiales. Hemos avanzado muchísimo", asegura. 

Coincide Juan Carlos García, anterior presidente de Cruz Roja en Lorca, quien insiste en que esta emergencia "ha marcado un antes y después a nivel nacional. Se aprendieron lecciones importantes, se desarrollaron nuevos proyectos y se diseñaron protocolos muy positivos". La pandemia actual se ha encontrado con una población resiliente que, tras superar la difícil experiencia del terremoto, ha demostrado una enorme capacidad para avanzar, sin olvidarse de la solidaridad y del apoyo mutuo entre las personas, y mirar al futuro con esperanza. "En Lorca, la gente sigue asustándose cuando pasa un avión y hace un ruido muy fuerte. Yo mismo, camino de vez cuando por el lugar donde estaba cuando se produjo el terremoto. Todavía veo moverse los edificios, no creo que deje de verlos moverse nunca. Pero hay que seguir adelante, ya hemos logrado mucho", concluye.  

 

 

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