Qué es la huella de carbono y consejos para reducirla - Ahora
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- Que cada vez existe una mayor conciencia por nuestro entorno es una obviedad. Más de 2,5 millones de personas afirmaron haber empezado a reciclar nuevos residuos durante el confinamiento, según Ecoembes. El contenedor amarillo, además, se usó un 15% más después del inicio del estado de alarma, según esta entidad. Pese a ello, todavía queda camino por recorrer.
El ser humano deja rastro a su paso. Comiendo, yendo al trabajo, disfrutando de las vacaciones… toda acción genera un impacto medioambiental. Es lo que se conoce como “huella de carbono”.
En su definición más práctica, la huella de carbono hace referencia a las emisiones de dióxido de carbono (es decir, CO2) y otros gases de efecto invernadero (también conocidos como GEI) que emitimos las personas, pero también empresas, organizaciones, e incluso regiones geográficas, productos o eventos. Y todo lo que hacemos (absolutamente todo) deja un rastro a nuestro alrededor.
De hecho, si quieres conocer la huella de carbono que tú produces y ser más consciente de lo que ello significa, puedes consultarlo en esta calculadora de la ONU.
La huella de carbono es el impacto medioambiental que generamos con nuestras acciones y hábitos diarios
Esto sucede pese a que las personas cada vez son más conscientes de los efectos que tienen sobre su entorno. Algunos datos de Ecoembes evidencian un mayor respeto por el medio ambiente en los últimos tiempos. Así, más de 2,5 millones de personas afirmaron haber empezado a reciclar nuevos productos durante el confinamiento. El inicio del estado de alarma, por otro lado, también provocó un efecto positivo en el reciclaje: hasta un 15% más de uso en el contenedor amarillo, es decir, el que acoge fundamentalmente envases de plástico, botellas y similares.
En este contexto es normal preguntarse qué está en nuestras manos para reducir el impacto sobre el medio ambiente todavía más. ¿Qué podemos hacer para reducir la huella de carbono? Según las voces expertas, más que un cambio radical de nuestros hábitos, todo pasa por los detalles.
Detalles que lo cambian todo
Estas son solo algunas de las acciones que podemos empezar a incluir en nuestro día a día para reducir la huella de carbono:
- Reducir la adquisición de productos. A menudo, compramos cosas que no nos hacen falta. Por ello, conviene tener una conciencia crítica y reflexionar en torno a nuestros hábitos de consumo. “¿Realmente me hace falta?” es una pregunta que debemos hacernos antes de realizar cualquier compra.
- Reutilizar. Directamente enlazado con lo anterior, muchas veces es mejor no desprenderse de algo, sino, sencillamente, darle otra vida. Hay prendas de ropa, por ejemplo, que se pueden arreglar en lugar de directamente descartarlas. Otra opción es encontrar aquello que buscas en tiendas de segunda mano. También sucede con multitud de objetos. Reutilizar permite, además, reducir la cantidad de residuos que creamos.
- Reciclar. Sabemos que es una de las acciones que podemos hacer por nuestra cuenta y que generan un impacto positivo en lo que nos rodea. Cada residuo tiene su lugar: el cartón y el papel, al contenedor azul; las botellas y envases de plástico, envases metálicos y briks, al de plástico; los envases de vidrio; al verde; y otro tipo de desechos, al común (aunque siempre hay casos y excepciones que conviene revisar). En este último contenedor es a dónde van las mascarillas desechables.
- Consumir de forma responsable. Escoger productos de proximidad y elaborados de forma sostenible es clave para el consumo responsable. Eso pasa por adquirir frutas y verduras de temporada, o revisar cómo es el proceso de producción de determinados productos para comprobar si se han fabricado de forma responsable y con materiales reciclados.
- Utilizar bolsas de tela o reutilizables. Además de evitar comprar productos con un embalaje de plástico excesivo, una buena costumbre a incorporar es la de las bolsas de tela o reutilizables. Algunas de ellas, por ejemplo, se pueden llevar en el bolso o la mochila. No ocupan mucho espacio y nos ayudan a no gastar más bolsas de plástico.
- Moverse de manera sostenible. Priorizar el transporte público y la bicicleta son buenas recomendaciones. En el caso de tener que utilizar un coche, siempre se puede consultar cuáles son más respetuosos con el medio ambiente.
- Revisar el consumo de electrodomésticos. Actualmente, podemos adquirir electrodomésticos de bajo consumo. Por otro lado, otros consejos pasan por utilizar lo menos posible la secadora, usar el microondas en lugar del horno, o controlar la temperatura del agua. Las bombillas LED también ayudan.
- Tener conciencia en casa. Esto se traduce, por ejemplo, en cerrar el grifo del agua cuando no lo estemos usando o desconectar los aparatos que no utilicemos (¿para qué tener en standby la tele y el portátil o dejar conectado el cargador si no tenemos conectado el móvil?) . También pasa por acortar el tiempo en la ducha.
- Tener conciencia fuera de casa. De la misma forma que tenemos cuidado en casa, hay que hacerlo fuera de ella. En lugar de comprar una botella de plástico, por ejemplo, podemos llevarnos una botella de agua reutilizable; o un termo para otro tipo de bebidas. Pensemos en qué productos podemos llevarnos desde casa, para no gastar sin necesidad.
- Conciencia a los y las demás. “Piensa globalmente, actúa localmente”, dice una popular expresión. Por eso, no dudes en transmitir estas ideas a tu entorno para que, poco a poco, vayamos cambiando nuestros hábitos hacia unos más eficientes y sostenibles con el mundo que nos rodea. Porque, como se suele decir, el cambio empieza en uno mismo.
Una forma de darle un impulso al medio ambiente es apoyar a organizaciones como Cruz Roja, que dirige su actividad medioambiental a promover la vida y la seguridad de las personas, las riquezas naturales y los valores de protección del medio ambiente para evitar así toda amenaza que provoque la desigualdad social y la pobreza extrema. Descubre cómo puedes ayudar aquí.
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