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De norte a sur, de este a oeste: ayudar no entiende de fronteras

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DE NORTE A SUR, DE ESTE A OESTE: AYUDAR NO ENTIENDE DE FRONTERAS

De norte a sur, de este a oeste: ayudar no entiende de fronteras
Una de las noticias del pasado 2021 la protagonizó La Palma. El volcán de Cumbre Vieja entró en erupción y la vida de miles de personas quedó en pausa. Centenares de personas voluntarias de la Organización se ofrecieron para ayudar. Así es la historia de aquellos y aquellas que cruzaron el mar para demostrar, una vez más, que la solidaridad no tiene límites.

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parte 1 voluntariado la palma

El 19 de septiembre de 2021 la vida de 7.000 personas que residían en La Palma (Islas Canarias) se paralizó. La erupción del volcán de Cumbre Vieja dejó a miles de personas evacuadas y centenares de hectáreas arrasadas que, a su vez, destruyeron los medios de vida de vecinos y vecinas palmeras. Cruz Roja reaccionó desplegando sus Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE) de albergue, búsqueda y salvamento en el medio terrestre, comunicaciones y atención psicosocial, una importante labor que ha vuelto a demostrar el compromiso, y la humanidad, de la Organización.

A enero de 2022, unas semanas después de que las autoridades canarias dieran por concluido el proceso eruptivo en el volcán de la Palma (el pasado 25 de diciembre), las cifras siguen contando mucho sobre todo lo vivido. Gracias a los más de cinco millones de euros que se han recaudado, Cruz Roja ha podido atender a más de 8.500 ciudadanos y ciudadanas. También se han entregado 730.000 euros en ayudas, 15.000 euros al día en ayudas sociales y 80 familias han sido atendidas al día en la oficina de Los Llanos de Aridane. Son solo algunos datos de toda la actividad desempeñada por Cruz Roja en la isla. 

Toda esta ayuda ha sido posible gracias al trabajo de las 474 personas voluntarias que desde septiembre han intervenido en La Palma. Alrededor de la mitad, unas 200, se han desplazado a la isla desde diferentes puntos de la península o desde las Islas Baleares. Porque ninguna distancia es insalvable cuando el deseo de ayudar a los demás late bien fuerte. 

parte 2 voluntariado la palma

Desde Comunidad de Madrid

En octubre, un mes después de la erupción del volcán, Víctor Luño y José Manuel Izquierdo, ambos voluntarios del ERIE de Búsqueda de Salvamento Terrestre (BST) de la Comunidad de Madrid y pertenecientes a la asamblea de Collado Villalba, pusieron rumbo a La Palma. Ellos dos fueron las primeras personas que acudieron desde la capital enmarcados en el dispositivo nacional que Cruz Roja estaba montando en la isla para prestar ayuda ante la situación de emergencia que se estaba viviendo. No serían las últimas en desplazarse allí.

“Este es el motivo por el que estamos en la Organización: para ayudar de forma solidaria, organizada y profesional a quien lo necesita”, contaron ambos en esta pieza para Zona CREO. Por eso, no dudaron en trasladarse durante nueve días (contando el viaje de ida y de vuelta) para aportar manos, cabeza y corazón en todo lo que pudieran. Después de un mes, el equipo de La Palma acusaba cierto cansancio, pero recuerdan que “ahí estaban: siempre dispuestos”.

“Este es el motivo por el que estamos en la Organización: para ayudar de forma solidaria, organizada y profesional a quien lo necesita”

En los siete días de trabajo efectivo en la isla, ambos se centraron en acompañar a habitantes de las zonas afectadas que estaban confinadas y desalojadas. Ello incluía desde acompañarlos a sus domicilios o negocios para retirar enseres, muebles o electrodomésticos hasta limpiar azoteas y tejados. Cada momento demandaba una actuación, y así lo asumieron Víctor y José Manuel: “Hemos hecho lo que nos han pedido en cada momento: apuntalar un tejado de madera para poder limpiarlo, cargar un camión muebles y electrodomésticos, ayudar a dar de comer a los animales o simplemente conseguir números de teléfono”, cuentan.

Las sensaciones que atesoraron durante su estancia en la isla permanecen en la retina. “El primer día llegamos a ayudar a una familia a sacar los muebles y electrodomésticos de su casa. Era la casa de un señor mayor, de 83 años, que llevaba muletas. A pesar de eso, se aferraba a su puro y a un despertador rojo grande de los antiguos. Intentamos llevárselo nosotros y no nos dejó, no se separó de él”, dicen. Aunque había población que afrontaba la situación con más entereza, otras personas eran presas del momento. “Un hombre se derrumbó. Estaban vaciando la casa donde habían vivido toda la vida, su barrio, con sus vecinos”, añaden. Y es que no solo el hogar se ha visto afectado, sino también medios de vida tales como invernaderos de plátanos. “Son situaciones difíciles, te sale hacer muchas cosas, desde llorar hasta abrazar a la gente que se echa a llorar”, expresan Víctor y José Manuel.

Respecto a los compañeros y las compañeras de Canarias, los voluntarios madrileños se deshacen en halagos: “Ha habido muy buena coordinación. Estaban atentos y atentas y pendientes de cualquier cosa que pudiéramos necesitar. Se está haciendo un gran trabajo logístico”.

parte 3 voluntariado la palma

Desde País Vasco

Cuando Cruz Roja hizo un llamamiento para ir a La Palma desde otras comunidades autónomas, Ane Aja no se lo pensó. Enfermera del Hospital Universitario Galdakao-Usansolo y voluntaria de Cruz Roja Bizkaia, empleó los días libres que se había cogido en el puente de la Constitución y la Inmaculada para desplazarse hasta la isla, donde estuvo desde el día 2 hasta el 10 de diciembre junto con otras personas de otras asambleas de Bizkaia.

Una vez en el destino, su trabajo fue estar al tanto de cualquier eventualidad sanitaria que pudieran sufrir los miembros del equipo de intervención. Eso incluía desde una caída hasta un golpe pasando por un corte, una torcedura o cuerpos extraños en el ojo. También hicieron acompañamiento a las familias que tenían su vivienda en zona de exclusión puesto que, para entrar a esta, debían ir acompañadas para verificar el gas acumulado en el interior de la estancia (que podía llegar a provocar asfixias o explosiones). Entre las actividades, además, también se presentaba la atención a animales domésticos o la limpieza de ceniza en azoteas y tejados para evitar el derrumbe de las casas, entre otras.

A Ane su experiencia en La Palma le ha servido para adquirir mayor perspectiva. En la isla, hay personas que no solo han perdido su casa, sino que han visto cómo toda su vida se desestructuraba totalmente. Por eso, precisamente, la joven asegura ver la vida desde otra óptica más centrada en la importancia real de las cosas.

Pese a lo duro de la situación, no duda en recomendar el voluntariado: “Cuando haces algo de forma desinteresada, cuando ayudas a personas que verdaderamente lo necesitan porque lo han perdido todo, y que se desviven por agradecer lo que estás haciendo por ellas es supergratificante. Te hace crecer y ver la vida de otra forma”.

parte 4 voluntariado la palma

Desde Comunidad Valenciana

Es la primera vez que Víctor Sánchez, voluntario de Cruz Roja Alicante, se toma las uvas dos veces. El motivo es más solidario que festivo: llegó a La Palma el 29 de diciembre, solo un par de días antes de Nochevieja. “Nos tomamos las uvas dos veces, en la hora peninsular y en la hora canaria. Fue una experiencia curiosa”, cuenta.

A Víctor Sánchez, voluntario de Cruz Roja Alicante, la Nochevieja le pilló ayudando en La Palma

No es la primera vez, sin embargo, que Víctor invierte sus vacaciones en ayudar a otras personas. Lleva ya 10 años como voluntario y otros años ha desarrollado actividades en fechas similares, coincidiendo con periodos donde tenía tiempo libre. 

De su experiencia en La Palma recuerda, sobre todo, la gente “muy amable y agradecida”. “Podía haber momentos de frustración, porque había personas que estaban deseando volver a sus casas, pero siempre había una palabra de agradecimiento hacia Cruz Roja. De hecho, un señor mayor, que ni siquiera era de la zona afectada donde estábamos trabajando, se acercó a saludarnos y darnos las gracias. La piel de gallina. Estaba muy emocionado”, expresa. 

parte 5 voluntariado la palma

Desde Navarra

El compañerismo es lo principal que destaca Jorge Sola de su estancia en La Palma. Voluntario desde el año 2009, se cuadró los días de vacaciones que tenía y no dudó en desplazarse para dar apoyo en la zona. “Cuando te haces voluntario es porque algo dentro de ti te dice que tienes que ayudar de alguna forma”, contesta preguntado por haber decidido ocupar sus días libres en La Palma. “También pensé que sería una experiencia personal y que, como jefe de equipo [del grupo de ERIE, Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias], me ayudaría a aprender más y tener más recursos de cara a futuras movilizaciones en Navarra”, señala. 

Aunque han pasado tres meses desde que estuvo en la isla, Jorge cuenta que sigue manteniendo el contacto con el equipo con el que se juntó en La Palma. “Al decirlo suena raro, pero parece que te conoces de toda la vida”, reflexiona él. Por eso mismo, señala que eso es lo más importante que se ha llevado: el trato con la gente

Las historias de La Palma también se quedan en el corazón. “No he estado mucho en contacto con la gente afectada, pero sí sé que les molestaba que la gente fuera a ver el volcán como si se tratara de un espectáculo. Está claro que es impresionante, pero a ellos les dolía, les duele, porque les ha quitado su vida totalmente”, expresa Jorge. “Una compañera del equipo de psicosocial nos contó una historia de una persona con la que no podían hablar porque estaba en trance: miraba al volcán y le preguntaba que por qué les había hecho eso a ellos, que no le habían hecho nada y que les dejara en paz”, menciona. 

Todo eso, y una petición: “Que no nos olvidemos de los palmeros y las palmeras. Que, cuando todo esto pase, recordemos que les han quitado todo y van a necesitar ayuda económica, material, emocional…”.

parte 6 voluntariado la palma

Desde Islas Baleares

A Kike Ramos, la pandemia le ayudó a encontrar su vocación: el ámbito sanitario. Se unió a Cruz Roja en Palma de Mallorca cuando la COVID-19 encerró a muchas personas en sus hogares y dejó a otras en una situación difícil de resolver. Comenzó con el reparto de comida y una situación repentina, fortuita, le cambió la vida: “Le llevé comida a un antiguo compañero de colegio”, explica. Después de ese episodio se sintió “tan bien y satisfecho” que decidió dedicar su vida a ello. “Este año termino los estudios en técnico de emergencias”, advierte.

"Hay zonas donde todavía no se puede pasar ni se podrá hasta dentro de dos o tres meses"

Cuando se presentó la oportunidad de ir a La Palma, Kike se apuntó. Llegó el 12 de enero a la isla y no se marchará hasta este miércoles. Y es que, recuerda, pese a que el volcán cesó su actividad a finales de diciembre, todavía queda mucho por hacer. “Ha dejado de echar lava, pero siguen los gases pesados, como el dióxido de azufre. Nuestros equipos van dotados con sensores de gas para, si salta alguna alerta, detectar el peligro. Hay zonas donde todavía no se puede pasar ni se podrá hasta dentro de dos o tres meses”, puntualiza.

Por ese mismo motivo, sigue siendo necesaria la ayuda que presta Cruz Roja. “Estamos gestionando recursos de la Organización, y varios equipos siguen en tareas de socorro. Labores como ventilar las casas para que la gente pueda volver a sus domicilios; los compañeros de Búsqueda y Salvamento en el Medio Terrestre están limpiando casas o tejados; la gente del equipo de psicosocial hablando con gente para que se les haga más llevadero; la de albergue procurando que la gente desplazada tenga comida y atención las 24 horas…”, enumera. Una experiencia, en definitiva, “muy gratificante, como todo lo que se hace con Cruz Roja”.

parte 7 voluntariado la palma

Desde Andalucía

Carolina Zanolla, desde Málaga, ha participado en los equipos de atención psicosocial de Cruz Roja que han intervenido en La Palma como apoyo en la atención psicosocial a personas damnificadas por el volcán. El miedo, la prisa, los recuerdos perdidos; todo ello lo aborda Carolina en un sentido texto en el que pone el foco en lo difícil que resulta enfrentarse a una situación como la vivida en La Palma.

¿Recuerdas dónde estabas o lo que estabas haciendo cuando estalló la erupción? Hay personas que lo relatan al detalle, reviviendo cada sensación del 19 de septiembre sobre las cuatro de la tarde a la llegada de sus hijos/as del cole. Hay otras que aún pasados 64 días siguen con un nudo mental y en la garganta que les impide verbalizar lo que ha sucedido y, en medio, tantas reacciones como personas pudimos acompañar en la última semana de las 7.000 evacuadas”, cuenta. 

Y es que perderlo todo, reflexiona esta psicóloga especializada en emergencias de tipo sanitario, salud mental e intervención social, no solo se refiere a objetos tangibles o materiales: “La pérdida se centra en bienes no tangibles, como lo es el hogar, el sentido de pertenencia, el estilo de vida en comunidad y la tierra como fuente de alimento e ingresos”.

Por todo ello, recuerda, “el apoyo psicológico y psicosocial es esencial en estas circunstancias. Cuánto nos queda por aprender en esta sociedad ‘de bienestar’ sobre el desapego y la supervivencia cuando se ha perdido todo. ¿Por qué tenemos tanto miedo a reconocer nuestra vulnerabilidad? La entendemos como la conciencia y aceptación de nuestras limitaciones, imperfección, y el riesgo que supone ser un ser humano hoy en día en muchos contextos”.

Y acaba con una reflexión: “Esta es, en parte, la valoración y mirada de las personas que tenemos la suerte de estar cerquita de otras en momentos tan claves de pérdidas, ganancias y desafíos para nuestra especie. Desempolvándonos al componer estas líneas, la ceniza pulmonar, mental y emocional, sintiéndonos gotitas en el océano… y su fuerza en cada gota. De ser el cambio que queremos ver en el mundo y darle cada día y más que nunca valor a la humanidad”. 

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