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Los retos sociales del envejecimiento

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LOS RETOS SOCIALES DEL ENVEJECIMIENTO

Los retos sociales del envejecimiento
El creciente envejecimiento demográfico supone un reto en todo el territorio español. Según el Instituto Nacional de Estadística, actualmente el 20,1 % de la población es mayor de 65 años, para el año 2037 el porcentaje será del 26% y alcanzará el 30, 4% en 2071. Voces expertas apuntan a que con la aplicación de políticas adecuadas podremos hacer frente con éxito a esta nueva realidad.

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parte 1 retos envejecimiento

Vivir más, pero, sobre todo, vivir mejor  

La esperanza de vida también es un factor en alza, situándose actualmente en los 80,42 años para hombres y 85,86 para las mujeres, edad que aumentará hasta los 86,03 años para hombres y 90,05 para las mujeres en 2071. Esta mayor longevidad de la sociedad se presenta como una oportunidad supeditada al estado de la salud. Una pregunta que debemos hacernos como sociedad es: ¿cómo vivir más, pero en condiciones favorables de salud y con calidad de vida? Según el INE en el 2020, la esperanza de vida en buena salud a partir de los 65 años de edad es de 11,6 hombres y 11,5 en mujeres. Si estos años adicionales están marcados por una disminución de la capacidad física y mental, las consecuencias serán negativas.  

Por lo tanto, el factor clave y reto principal reside en la salud. Las ciencias médicas están haciendo avances para mejorar las condiciones de salud de los adultos mayores y minimizar el proceso de deterioro natural. En palabras de Inzitari, doctor en medicina e investigador del Parque Sanitario Pere Virgili y del Vall d'Hebron Instituto de Investigación (VHIR), “el reto es revertir la fragilidad y retrasar la discapacidad ante el envejecimiento acelerado de la población.” 

Asimismo, varios especialistas como el genetista Salvador Macip, que dirige desde 2008 un grupo de investigación sobre el cáncer y el envejecimiento en la Universidad de Leicester (Reino Unido) buscan activamente formas de enlentecer, frenar e incluso revertir las consecuencias negativas del paso del tiempo. 

Cierto es que entre la población suscita la preocupación de que cada vez habrá menor proporción de población que trabajará y mayor dificultad para poder pagar las pensiones, sumado al incremento de costos de la sanidad y asistencia social derivados de una población que disfrute de una vejez y jubilación más prolongada. Voces expertas en economía coinciden en que seremos capaces de encontrar estrategias para hacer frente a los costos derivados, y que como el creciente envejecimiento es un proceso paulatino, tenemos tiempo para prepararnos adecuadamente como estado para ser una sociedad más longeva. Sin embargo, no hay que olvidar que las personas mayores son una de las mayores fuerzas de trabajo no remunerada (ayudan en la crianza de nietos, son un apoyo socioeconómico y emocional de hijos ya en edad adulta, etc.) y que muchas veces suponen un recurso y no un costo. Además, aquellas personas que están ansiosas por jubilarse y trabajan en ocupaciones que no les gustan tienden a tener peor salud.

 

La mala salud no tiene por qué ser una característica predominante de la edad avanzada

 

Por el contrario, aquellas cuyos trabajos les satisfacen suelen posponer la jubilación voluntariamente y son productivas durante más tiempo. Por lo tanto, las personas mayores pueden contribuir tanto en el trabajo remunerado como en el no remunerado, además de la cantidad de ocupación laboral que generan destinada a cubrir sus necesidades. Es necesaria una reeducación social para acabar con el estigma social de que las personas mayores son una carga y verlas como lo que realmente son, un recurso valioso para el conjunto de la sociedad, tanto en sus aportaciones personales como en la sabiduría y experiencia de vida acumulada. La mala salud no tiene por qué ser una característica predominante de la edad avanzada. Es importante que desde todos los sectores sociales, públicos, privados y particulares se apoye un estilo de vida más saludable y autónomo para las personas mayores y menos dependiente de la atención institucional, para que la vejez pueda resultar una etapa vital más satisfactoria y fructífera. 

parte 2 retos envejecimiento

La tecnología como aliada para paliar la soledad no deseada  

Más de la mitad de la población se siente sola, en mayor o menor grado, en su vida diaria, como muestra el primer estudio de soledad no deseada realizado por Cruz Roja en Cataluña en septiembre de 2022 y basado en la escala de soledad de Jong Gierveld.  Según este, de entre las personas mayores de entre 66 y 79 años un 30,93% se siente solo, un 54,12% siente una soledad moderada, un 7,73% siente una soledad grave y un 7,22 siente una soledad muy grave. Así mismo, entre los ancianos de 80 años o más, el 31,08% se siente solo, el 51,35% siente una soledad moderada, el 10,14 siente una soledad grave y el 7,43 siente una soledad muy grave, por lo tanto, más de la mitad de la población anciana se siente sola en mayor o menor grado.   

Existe una relación directa entre soledad no deseada y vulnerabilidad, afectando en mayor proporción a las personas mayores que padecen algún tipo de pobreza, exclusión o marginación social. Aquellas que viven en entornos rurales presentan indicadores de soledad menores de los que viven en ciudades o municipios grandes, debido a la mayor cercanía y lazos sociales entre los habitantes que suelen existir.  

Las personas que viven solas padecen un mayor riesgo de padecer soledad no deseada. La tecnología se presenta como una buena alternativa para combatir parte de esta soledad, ya que permite relacionarse con otras personas de forma no presencial.  Desde Cruz Roja son conscientes de las oportunidades que la tecnología puede brindar para ayudar a paliar este problema, por eso desde hace años se trabaja aprovechando los beneficios de la innovación social como el servicio de teleasistencia, a través del cual, apretando un botón de un simple dispositivo se obtiene una respuesta e intervención inmediata las 24 horas del día, los 365 días del año, ya sea simplemente para hablar, para cubrir necesidades de diversa índole o para emergencias. Cruz Roja también dispone de un servicio de seguimiento individualizado y recordatorios diarios de medicación y citas médicas. Acompañamiento que facilita poder llevar una vida más independiente a las personas mayores, pero contando con mayor seguridad.

La inteligencia artificial y los asistentes de voz son otras de las innovaciones que pueden ayudar a que las personas mayores se sientan menos solas. Durante el confinamiento, Cruz Roja, junto a la Fundación Accenture, Tecsos y Amazon puso en marcha una skill (funcionalidad) para Alexa con el objetivo de llegar a las personas más vulnerables, donde además de información contra la COVID-19 se fomentase el ejercicio físico a través de vídeos y ofreciendo consejos de primeros auxilios.  Esta iniciativa tuvo continuación en el tiempo y desde el área de Servicios Tecnológicos Digitales de Cruz Roja se planteó un proyecto piloto en el que se distribuyeron cien dispositivos Alexa Echo entre diferentes perfiles de personas beneficiarias –muchas de ellas mayores– con el objetivo de analizar y hacer un seguimiento para evaluar cómo estos asistentes de voz pueden ayudar a estas personas. Las personas usuarias podían disfrutar de contenidos de ocio (música, vídeos), información (sobre salud, ejercicio etc.) y comunicación (llamadas telefónicas, videollamadas etc.) y desde Cruz Roja se demostró que este tipo de tecnología tiene un impacto favorecedor en las personas usuarias. Recientemente se ha firmado un acuerdo entre la Fundación Amancio Ortega y Cruz Roja, por el que unas 26.000 personas mayores de todo el territorio nacional contará en su hogar con dispositivos de voz para favorecer su autonomía y evitar situaciones de soledad.

 

Las personas que viven solas padecen un mayor riesgo de padecer soledad no deseada

 

La Organización, además, se centra desde hace años en facilitar la enseñanza en el uso de este tipo de tecnologías a las personas mayores, ya que actualmente muchas de ellas tienen dificultades en su manejo. Puesto que nos dirigimos a un mundo cada vez más digitalizado es importante reducir la  brecha digital, es decir, la desigualdad en el acceso, uso e impacto de las tecnologías de la información.   Desde Cruz Roja se han puesto en marcha numerosas iniciativas que persiguen este objetivo, como el proyecto ‘Mayores Digitales’, que enseña a las personas mayores destrezas tecnológicas prácticas para el día a día, como la utilización de aplicaciones de videollamada y banca digital, hacer compras online y gestionar cibernéticamente citas médicas y documentación. Para la próxima generación de mayores, dominar estas habilidades no representarán tanto problema como en la actualidad, ya que las personas que ahora son jóvenes o adultas, en su mayoría ya poseen conocimientos en el manejo de la tecnología, por lo que les será más fácil utilizar este tipo de aplicaciones digitales y disfrutar de sus beneficios, así como de los nuevos avances que se experimente. 

parte 3 retos envejecimiento

Vivir en tu propia casa 

Pese que para la mayoría de personas mayores la preferencia es la de envejecer en casa –el 82% según datos de la Organización de consumidores y Usuarios (OCU)– , la realidad es que esto no es siempre posible por la falta de acondicionamiento de la vivienda o porque no se pueden cubrir sus nuevas necesidades asistenciales y circunstanciales.  

En los casos en los que es posible permanecer en casa, especialmente cuando se vive solo, en edades avanzadas o con determinadas patologías, resulta un apoyo valioso y a veces imprescindible contratar asistencia a domicilio. Asistir a un centro de día también suele ser una ocupación que favorece la socialización y ofrece un gran abanico de actividades que contribuyen al envejecimiento saludable, como la estimulación cognitiva o la gerontogimnasia.  

Entre las diferentes alternativas, vivir con familiares suele ser una de las opciones más recurrentes y es lo que suelen preferir las personas mayores, puesto que estar cerca de sus seres queridos les aporta mayor felicidad. Cruz Roja cuenta con el servicio de apoyo multicanal ‘SerCuidadorA’ para orientar, formar y dotar de herramientas a los cuidadores no profesionalizados como los familiares. Pero residir con la familia no siempre es posible, por lo que otra de las alternativas más comunes en la actualidad son los centros residenciales, un modelo que en ocasiones puede no favorecer la independencia personal entre las personas usuarias ni crear un sentimiento de hogar.  

Aunque todavía no es algo generalizado, en España se están empezando a crear nuevos modelos de centros que se adaptan a la tendencia marcada por el estilo de residencia de los países nórdicos, el cual ya lleva años en funcionamiento. Consiste en pequeñas unidades de convivencia de máximo unas 15 o 20 personas con estados de dependencia similares, donde se comparten espacios comunes como el comedor y las salas de reposo y actividades. No hay horarios de visitas para amigos y familiares, que pueden compartir la vida diaria con ellos y utilizar tanto los espacios comunes como alojarse alguna noche en su habitación. El objetivo es recrear el hogar, facilitando una experiencia más personalizada, que les dote de mayor libertad y autonomía en sus decisiones. 

Otra alternativa que poco a poco se va instaurando es el senior cohousing, un modelo donde se convive en comunidad, pero en viviendas independientes donde cada residente paga una mensualidad para los gastos de los servicios comunes. Son como pequeñas aldeas para personas mayores en régimen de cooperativa, donde los residentes, sus miembros, se autogestionan y toman decisiones en grupo. Uno de los handicaps de este modelo es que los costes económicos son muy elevados.  

parte 4 retos envejecimiento

Hacia un nuevo modelo de cuidados  

Según el informe de la OMS sobre envejecimiento, una de cada 6 personas mayores de 60 años en el mundo sufre malos tratos, ya sean psicológicos, físicos, agresiones sexuales, abusos económicos o negligencia y un 33 % de los ancianos que están en residencias es víctima de abusos. Según Montserrat Lacalle, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC se prevé que estas cifras aumenten en los próximos años. Este gran problema silenciado, al que hay que hacer frente y en donde las personas mayores más vulnerables son aquellas con mayor grado de dependencia puede minimizarse con una mayor y mejor profesionalización del sector y con campañas de concienciación a la ciudadanía.  

Para respetar la dignidad de una persona hay que respetar sus derechos básicos que en el ámbito asistencial a la tercera edad son: privacidad, autodeterminación, elección, satisfacción y realización personal, la protección, conocimiento y defensa de los derechos propios. También hay que aplicar los principios éticos de autonomía, justicia, beneficencia y no maleficencia.  

El arte de cuidar a otros, en su evolución histórica ha pasado del modelo asilar, principalmente gestionado por instituciones religiosas y poco profesionalizado, al modelo sanitario, donde el foco de atención principal era el área sanitaria, hasta el modelo vigente de calidad de gestión, donde existen protocolos de cuidado y se marcan unos estándares de calidad, pero que presenta unos centros asistenciales altamente institucionalizados que se asemejan más a establecimientos hoteleros que a hogares. Pese a los esfuerzos y buenas intenciones de este modelo, se han detectado deficiencias a la hora de responder óptimamente a los puntos referidos, no pudiendo así satisfacer del todo las necesidades integrales de las personas cuidadas, derivando muchas veces en un modelo paternalista y sobreprotector donde los profesionales toman las decisiones por las personas cuidadas, especialmente con grados avanzados de demencia o discapacidad, sin tener en cuenta sus deseos, historia de vida, personalidad y gustos. Decidiendo por la otra persona cuestiones tan personales como qué comer, a qué horas, cuándo levantarse, acostarse, cómo vestirse, etc. cuando lo deseable sería hacer partícipe de estas decisiones a la persona para fomentar así su autonomía e independencia. Es importante cambiar la perspectiva con la que se mira a las personas asistidas, para en vez de fijarse en lo que no puede hacer, fijarnos en lo que sí y potenciar sus capacidades. 

Por todo esto el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Unión Europea está promoviendo activamente la adquisición del Modelo de Atención Centrado en la Persona (ACP) por parte de todos los servicios sociosanitarios, en donde predomina un cuidado personalizado e individualizado. Desde los fondos Next Generation de la U.E están dotando de subvenciones a las instituciones privadas y públicas dedicadas a la gerontología para ayudarles hacer esta transición al modelo de ACP así como para la adquisición de equipamiento técnico y tecnológico que impulse la innovación y la desinstitucionalización del cuidado, que mejore la intervención terapéutica e incremente la eficiencia energética de las instalaciones. Este modelo tiene en cuenta la dimensión del bienestar emocional del usuario cuando en el modelo de gestión muchas veces es pasado por alto, priorizando otros criterios. 

 

Es importante cambiar la perspectiva con la que se mira a las personas asistidas

 

En este sentido, Cruz Roja ha presentado hace pocas semanas CRECE, un proyecto experimental que busca transformar el modelo de apoyo y cuidado de larga duración en las personas para prevenir y retrasar la institucionalización, y potenciar la autonomía de las personas en situación de dificultad social, evitando así el sentimiento de soledad no deseada. CRECE se está desarrollando en 51 localidades de 15 provincias, y se extenderá hasta diciembre de 2024, con el compromiso de intervenir con 2.730 personas participantes en diferentes situaciones de vulnerabilidad social. Muchas de ellas personas mayores, aunque el proyecto también se extiende a mujeres víctimas de violencia de género, jóvenes que han pasado por un proceso de tutela o se encuentran en situación de dificultad social, personas sin hogar y personas con enfermedades mentales. 

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Envejecer de forma saludable  

El envejecimiento saludable consiste en un proceso continuado de cuidado, mejora y/o mantenimiento de las capacidades cognitivas y funcionales, así como de la salud emocional, especialmente en edades avanzadas, para favorecer el bienestar de la persona, su participación activa en su entorno físico, social, político y familiar y que pueda seguir haciendo aquello que es importante para él/ella. Consiste en optimizar al máximo las posibilidades de uno para ser autónomo e independiente y conquistar el reto de seguir con la ilusión, implicación y conciencia en la conformación del proyecto vital.   

Practicar ejercicio físico, así como entrenamiento cognitivo para la mente; mantener una dieta variada y equilibrada; cuidar del propio bienestar emocional y del sueño; revisar la medicación para que sea la adecuada; establecer relaciones sociales satisfactorias y mantenerse ocupado en quehaceres que sean positivos y valiosos para uno son algunas de las principales factores que favorecen el envejecimiento saludable. 

Desde Cruz Roja se trabaja muy activamente con iniciativas que ayudan a las personas a vivir de una manera óptima en esta etapa de la vida. Son muchos los Centro de Ocio para personas mayores que gestiona Cruz Roja por todo el territorio nacional donde los usuarios tienen un gran abanico de opciones de ocupación que favorecen el envejecimiento saludable y activo, como realizar excursiones, talleres de costura, informática, manualidades, alfabetización, pintura, memoria, cocina, huerto urbano cinefórum. Estos centros de ocio también funcionan como un punto de encuentro socializador.  

Como sociedad, nuestro modo de entender, tratar y acompañar la vejez potencia o debilita las posibilidades de esta etapa vital por la que la mayoría pasaremos. Entre todos conformamos una unidad, y la felicidad y productividad de unos repercute en la felicidad y productividad de otros. Lo que beneficia o perjudica a un individuo también repercute directa o indirectamente en la colectividad. Muchas son las iniciativas que se llevan a cabo y que pueden llevarse a cabo, independientemente de la condición socioeconómica de las personas, para mantener y mejorar la calidad de vida en el ocaso de la vida. Hagámoslo posible.  

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