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LAS MISMAS CAPACIDADES

Las mismas capacidades
Poner el foco en las competencias en lugar de las limitaciones. Ese es el objetivo de Cruz Roja Española al hablar sobre discapacidad. Sus proyectos en países como El Salvador o Nicaragua lo demuestran.

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parte 1 discapacidad centroamerica

Uno de los retos más acuciantes en nuestra sociedad es repensar lo que significa la discapacidad. A menudo, al hablar sobre el tema tendemos a valorar las limitaciones por encima de las competencias: lo que no en lugar de lo que sí. Este es, precisamente, el tipo de discurso que deberíamos evitar y contra el que se posiciona de forma clara Cruz Roja. Porque necesitamos un cambio de paradigma: hablar sobre “capacidades” en lugar de hacerlo sobre “discapacidades”. 

Después de todo, ¿acaso no todo el mundo tiene limitaciones? “La limitación forma parte de la vida”, evidencia la gestora cultural Inés Enciso en una entrevista concedida a AHORA en la que cuestiona la relación de la sociedad con la discapacidad. “También es importante ser muy conscientes de que los límites los marcamos la sociedad en base a la norma. Detectamos que es lo que la mayoría puede hacer y a partir de ahí marcamos el límite. Pero es una línea muy difusa, y muy peligrosa, en la que cualquiera nos podemos quedar fuera en cualquier momento; porque tengas una accidente y te rompas una pierna; o porque la propia edad nos lleva hacia la discapacidad: cada vez vemos peor, oímos peor, nos movemos peor”, añade.  

Las barreras que se encuentran las personas con discapacidad no son solo físicas, presentes en el entorno, sino que también proceden de esa misma sociedad. En nuestras manos está cambiarlas. Reducir las barreras significa mitigar la discapacidad, y solo por eso merece la pena ser conscientes de ello y procurar tenerlo en cuenta.

Esta decisión de remar en una misma dirección más inclusiva parece más que evidente, pero no siempre se hace con la velocidad que nos gustaría. Las personas con discapacidad siguen componiendo un colectivo especialmente afectado por situaciones de desigualdad y discriminación, y su situación es especialmente frágil en países como El Salvador y Nicaragua, donde Cruz Roja Española. junto con la Cruz Roja Salvadoreña y Nicaragüense, les tiende una mano para ayudarles a tomar las riendas de sus vidas.

Y es que no solo se enfrentan de forma constante a obstáculos físicos, sociales y jurídicos que les impiden disfrutar de unos derechos que les son teóricamente reconocidos, sino que las personas con discapacidad también tienen dificultades para acceder y disfrutar de estos en las mismas condiciones de igualdad. De las personas adultas (18 a 59 años) con discapacidad (PcD), en torno al 50,9% son consideradas laboralmente activas, frente al 68,7% que conforma el resto de personas de este rango de edad, según datos de la Cruz Roja Española en El Salvador. Además, las personas con discapacidad acceden al mercado laboral con peores condiciones que las personas sin discapacidad, tienen menor probabilidad de trabajar a tiempo completo y obtienen ingresos laborales inferiores. 

En El Salvador, además, se da una idiosincrasia particular: hasta que no finalizó la guerra civil a principios de los años 90 (concretamente, en el año 1992) no hubo muchos avances en esta materia en palabras de Carlos Arenas, delegado de Cruz Roja Española en El Salvador. “Se crearon instancias públicas como CONAIPD (Consejo Nacional para la Inserción de Personas con Discapacidad) que hizo grandes esfuerzos desde entonces. Sin embargo, hasta 2014 no se aprueba la Política Nacional de Atención Integral a las Personas con Discapacidad, oficializada en 2017”, recalca. 

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La necesaria labor de Cruz Roja en El Salvador

Desde el año 2008 hasta diciembre de 2021, Cruz Roja Española, junto con la Cruz Roja Salvadoreña y la Cruz Roja Nicaragüense, ha conseguido numerosos logros en El Salvador y Nicaragua. Por ejemplo, la inserción laboral de 553 personas con discapacidad (279 hombres y 274 mujeres). A ello se suma que se ha formado en la habilitación laboral y en emprendimiento a 1.120 personas con discapacidad demandantes de empleo o autoempleo (584 hombres y 536 mujeres) y se ha acompañado a 118 personas con discapacidad (63 hombres y 55 mujeres) en el impulso de sus proyectos profesionales.

Con ello, Cruz Roja pretende contribuir a la mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidad física; promover el desarrollo inclusivo, la no discriminación y los medios de vida de las personas con discapacidad; fortalecer los conocimientos y las competencias para la defensa de los derechos socio-económicos de las mujeres con discapacidad (brindando formación sobre sus derechos específicos y mecanismos de exigibilidad y fortaleciendo la colectividad para una mejor representación en espacios de participación a nivel local); y promocionar su autonomía económica mediante la formación sobre gestión de microemprendimientos y la creación y/o fortalecimiento de pequeños negocios.

Para todo ello, la formación y posterior inserción socio-laboral resulta clave.

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La actuación a través de la inserción socio-laboral

Actuar de forma personalizada es fundamental. Por ese mismo motivo, Cruz Roja gestiona itinerarios de inserción socio-laboral que consisten en identificar, entrevistar y diseñar una “Propuesta Personalizada de Intervención” para cada persona usuaria. Esta abarca la formación en competencias personales y técnicas, así como la intermediación laboral y el apoyo a emprendimientos mediante un acompañamiento constante. 

“Las principales carencias en las personas beneficiarias son sus niveles de estudio, ya que la mayor parte de ellos en promedio solo cuenta con estudios de secundaria. Tienen falta de conocimiento en el uso de tecnologías, no tienen recursos para el pago de Internet; o muchas empresas no los contratan o se encuentran en instalaciones no accesibles porque ellos no cuentan con recursos para transportarse hacia el trabajo”, señala Janet Chávez, coordinadora de Inclusión Laboral de personas con discapacidad física de Cruz Roja Salvadoreña. Por otro lado, las principales fortalezas residen en el “deseo de superación, demostrar que pueden realizar las actividades que se le asignen y actitud positiva. También están abiertos al aprendizaje”.

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La historia de Hosni Pineda

Hosni Pineda es un emprendedor de 38 años que decidió crear un pequeño ciber donde pudiera hacer copias, impresiones y escaneo de documentos. No es que tuviera vocación de montar su propio negocio, pero como no tenía el bachillerato ni ningún estado universitario (“hoy las empresas lo solicitan”, puntualiza), no tuvo muchas opciones.

Empezó de cero, adquiriendo dos máquinas, una impresora, una CPU y un monitor. Al cabo de poco tiempo, se le estropeó la impresora, y al cabo de unos meses, tuvo que adquirir otra porque volvió a romperse la que había comprado (el error, sabe ahora, fue haber adquirido equipo para uso personal o doméstico en lugar de uno para un uso más semi industrial). Y justo en ese momento estalló la pandemia.

Vino la pandemia y todo se clausuró, afectó a todos los negocios, mayoritariamente como el mío, que es bien pequeño. Es difícil encontrar proveedores que confíen en una persona con discapacidad, porque no cualquiera da facilidades para comprar los productos que requiero”, evidencia Hosni, que se encontró en una situación compleja.

Una amiga le habló entonces de Cruz Roja, lo que supuso todo un cambio en su vida al acceder a las posibilidades de inserción socio-laboral que ofrece la Organización. “Muchas veces hacemos las cosas sin saber o decimos las cosas sin medio saber; la contabilidad y lo último que hemos visto (tenemos que estabilizar el negocio para que si tenemos colaboradores podamos darles un trabajo fijo) lo demuestran”, dice. Otro aspecto positivo que resalta de su experiencia con Cruz Roja es haberse podido acercar a otras personas emprendedoras con discapacidad física. “Estoy muy contento de que nos podamos ayudar entre nosotros”, cuenta. 

La COVID-19, qué duda cabe, ha generado un impacto negativo en los emprendimientos y en las personas con discapacidad. “Ha afectado a todo el mundo, pero especialmente a las pequeñas microempresas y a las personas como nosotros; a una persona con discapacidad más todavía”, opina Hosni. Antes de la pandemia, este emprendedor ya sabía, eso sí, que hay puertas que resulta difícil abrir. “Intenté sacar un crédito y no me lo dieron porque no tenía ningún respaldo, no tenía ningún ingreso… Para una persona con discapacidad es bien difícil sacar un crédito”, concluye. 

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El cambio de paradigma

Carlos Arenas, delegado de Cruz Roja Española en El Salvador, recuerda la “estigmatización” que sufren las personas con discapacidad, “que obstaculiza el acceso a puestos laborales para los cuales están preparadas”. En ese sentido, señala que “las personas con discapacidad en su mayoría acaban optando por el trabajo por cuenta propia, iniciando micro-emprendimientos de subsistencia que generalmente no permiten disminuir su situación de vulnerabilidad económica y social; supone escasa rentabilidad y bajos ingresos, débil sostenibilidad y falta de acceso a los mecanismos de protección social”.

“También se cree y se tiene el concepto de que las personas con discapacidad no tienen la capacidad para administrar un negocio. No se les brinda apoyo por parte del estado y no son sujetos de créditos en el sistema bancario”, precisa, por otro lado, Janet Chávez. Quizá por todo ello, destaca la “motivación y entusiasmo” de las personas que participan en el proyecto de Cruz Roja: “Se sienten incluidos en la sociedad al tomarlos en cuenta en el proyecto y de esta forma mostrar sus capacidades”.

Contribuir a cambiar los imaginarios y prejuicios hacia las personas con discapacidad a la vez que se sensibiliza y mejora el conocimiento sobre la discapacidad por parte de empresas, instituciones públicas y sociedad civil, incluyendo los medios de comunicación, es una de las aspiraciones de Cruz Roja. Y es que, recuerdan desde la Organización, a veces todo pasa por un cambio de actitud.  

“Los estados deben hacer cumplir las leyes y fomentar la imagen positiva de las personas con discapacidad para cambiar los paradigmas y actitudes de discriminación hacia ellos en la sociedad a través de campañas de publicidad positiva. De igual forma, desde las familias deben fomentar valores y actitudes positivas en sus hijos para no discriminar. Además, las escuelas deben ser inclusivas y mostrar los potenciales que tienen las personas con discapacidad, así como fomentar la inclusión de ellos en todas las áreas de la vida”, expresa Janet Chávez.

Después de todo, añade, “como ciudadanos y ciudadanas debemos actuar con naturalidad ante las personas con discapacidad, ayudando si se nos solicita la ayuda o apoyo, escuchándolos y respetando su opinión o decisiones. Tienen los mismos derechos que cualquier otra persona”.

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