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Inés Enciso: “Hay algo en los actores y actrices con discapacidad que les hace únicos”
LA MIRADA DE
INÉS ENCISO
“Hay algo en los actores y actrices con discapacidad que les hace únicos”
INÉS ENCISO
14/02/2022
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Cruz Roja
14/02/2022
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Cruz Roja
Gestora cultural y asesora de inclusión y accesibilidad

Inés Enciso es directora artística, gestora cultural y asesora de inclusión y accesibilidad en el Centro Dramático Nacional. También es creadora y codirectora del festival 'Una mirada diferente', que nació en 2012 con el objetivo de mejorar la visibilidad y la participación activa de los creadores con discapacidad en el marco profesional de las artes escénicas. En 2017, fue responsable del casting y coach de interpretación, además de asesorar al equipo y la productora en materia de inclusión, en la película 'Campeones' de Javier Fesser, protagonizada por un elenco de actores con discapacidad intelectual y ganadora de los Premios Goya 2018 a la mejor película y a Jesús Vidal como actor revelación. Su compromiso y determinación por cambiar la vida de las personas y colectivos más vulnerables hizo que fuera reconocida en 2019 con la Medalla de Oro de Cruz Roja.  

Pusiste en marcha con Miguel Cuerdo el festival Una mirada diferente, un formato en el que se pretende cambiar la mirada desde las artes escénicas hacia la discapacidad. ¿En qué punto se encuentra el festival tras la pandemia? ¿Qué os ha aportado o qué habéis aprendido de la experiencia? 

Miguel Cuerdo y yo pusimos en marcha el festival Una mirada diferente en el año 2012 en el Centro Dramático Nacional porque era un espacio al que no habían tenido acceso los creadores con discapacidad. Ahora, doce años después, nos parece increíble, pero en ese momento era todavía muy inusual ver encima del escenario a creadores con discapacidad. Pusimos en marcha este festival para abrir las puertas de nuestros escenarios a las creaciones que incluían a artistas con discapacidad y también al público con diversidad funcional, que tampoco históricamente ha tenido mucha facilidad para acceder a los patios de butacas. 

Mantuvimos este formato de festival hasta el año 2020, momento en que hubo un cambio de dirección en el Centro Dramático Nacional. Entró Alfredo Sanzol como nuevo director y, de su mano, decidimos que era el momento de que el festival desapareciese para intentar conseguir el que era nuestro sueño cuando lo pusimos en marcha: que las producciones inclusivas estuvieran programadas de manera normalizada dentro del Centro Dramático Nacional. Y es lo que estamos haciendo ahora: apostar porque esta institución sea inclusiva y accesible a todos los niveles. 

El festival, si ha ayudado a abrir una puerta, ha sido la de la profesionalización. Cuando iniciamos este camino el trabajo que se hacía con los creadores con discapacidad estaba un poco más en el marco de lo amateur, del arteterapia. Sí había compañías que estaban peleando por demostrar que hay un espacio para la profesionalidad también dentro de la discapacidad, pero la puerta estaba todavía cerrada. Si hemos contribuido en algo ha sido en que los programadores y directores de espacios culturales de repente se den cuenta de que, aparte de que es un derecho, hay un valor intrínseco en esas propuestas a las que les tenemos que dar espacio y voz también.  

Eres asesora de inclusión y accesibilidad en el Centro Dramático Nacional. ¿Por qué es necesario este puesto? 

Decidir terminar con el formato festival de Una mirada diferente era una decisión valiente por un lado, pero arriesgada también por otro. Nos obligaba a que esta institución mantuviese los estándares de inclusión y accesibilidad que habíamos conseguido a lo largo de los últimos años y que estos no bajaran.  

Alfredo Sanzol y su equipo nos pidieron que nos quedásemos cerca para que ellos pudieran sentir ese respaldo, resolver todas las dudas que tuviesen en los diferentes pasos que iban tomando en materia de inclusión y accesibilidad... Por eso decidimos crear esta figura, de asesora de inclusión, que consiste básicamente en acompañar a todos los espectáculos que incluyen a actores o actrices con discapacidad en sus elencos desde la fase de preproducción, pasando por la de producción, hasta su estreno; acompañar también a los laboratorios de creación y de formación que se hacen en el Centro Dramático Nacional; y estar pendiente e intentar mejorar todas las medidas de accesibilidad para público con discapacidad. 

Háblanos sobre otro de los proyectos que has liderado, Yo cuento, en el Hospital Infantil Niño Jesús de Madrid. ¿En qué consiste y qué les aporta a los niños y niñas pacientes del centro? 

El proyecto Yo cuento es un laboratorio creativo que hacemos en el Hospital Infantil del Niño Jesús que tiene la particularidad de que viene impulsado por el propio hospital. Son los médicos del servicio de Neurología los que, de repente, sugieren que a través del trabajo que hacemos con las artes escénicas se podía potenciar el trabajo que estaban realizando ellos desde el servicio médico.  

Decidimos crear este proyecto, Yo cuento, con esa doble idea: por un lado, que ellos sintieran que cuentan y que nos puedan contar su relato, la historia que ellos quieran construir; y por otro lado, queríamos demostrarle a la sociedad, una vez más, que ellos cuentan y que tenemos que contar con ellos para construir una sociedad más rica. Lo que hacemos es trabajar con ellos a lo largo de todo el año con un equipo de profesionales en el que hay un dramaturgo, una directora, una coreógrafa, etc. ayudándoles a sacar su propio relato: descubrir qué es lo que quieren contar en esta sociedad. Con eso crearemos un espectáculo teatral que estrenaremos en el mes de junio en un teatro profesional. Estamos también documentando todo el proceso para poder generar una pieza documental que cuente cómo ha sido el proceso y que pueda servir de inspiración para que otros hospitales puedan poner en marcha proyectos similares a este. 

Defiendes que trabajar con artistas diversos enriquece la propuesta, ¿por qué?

El teatro tiene que ser un reflejo de la sociedad. Y nuestra sociedad, afortunadamente, es muy diversa. Que nuestros escenarios reflejen eso enriquece el hecho teatral en sí desde todas las perspectivas. Pero luego es verdad que hay algo en los actores y actrices con discapacidad que solo pueden aportar ellos: algo que les hace únicos. No solo no hay que darle la espalda, sino que como director/a, creador/a, valerte de esa diversidad o ese elemento único que ellos aportan para hacer crecer tu propuesta y contarla desde otro prisma es una oportunidad que pocas veces en la vida nos encontramos.  

Por nuestra experiencia con todos los profesionales que hemos invitado a Una mirada diferente (a enriquecerse de esta diversidad), una vez que han abierto esa puerta es muy difícil cerrarla. Todos, poquito a poco, han ido incluyendo a actores y actrices con discapacidad en sus propuestas. No es una idea que nosotros tengamos, sino algo que hemos constatado que es real y que al final enriquece no solo a lo que el público está viendo, sino al propio equipo en sí.  

Por ejemplo, está la obra Manual básico de lengua de signos para romper corazones. ¿Qué papel has jugado en la misma y cuál es el mensaje que nos deja?  

 

Manual básico en lengua de signos para romper corazones es un proyecto que nació dentro del festival Una mirada diferente, en un espacio que se llamaba El reto, donde impulsábamos la creación de nuevos espectáculos inclusivos. Uno de ellos fue este, que ahora [enero] está programado en temporada regular en el Centro Dramático Nacional sin contextualización, sin etiquetas; es un proyecto que ha seguido los pasos naturales del propio festival. 

Es un espectáculo que habla sobre la relación entre una persona sorda y una oyente, y todo lo que generan esos problemas de comunicación. Un espectáculo que nos invita también a la reflexión sobre los problemas de comunicación que hay en la sociedad utilizando esa metáfora entre los oyentes y los sordos. Vale mucho la pena verlo. 

Manual básico en lengua de signos para romper corazones es, además, un proyecto que está dirigido por Roberto Pérez Toledo*, un guionista, dramaturgo y director con discapacidad. Es una de las líneas en las que estamos trabajando ahora: empezar a impulsar proyectos que estén dirigidos o liderados por personas con discapacidad. Aunque es verdad que el impulso del colectivo ha sido muy grande en los últimos años, nos da la sensación de que éramos nosotros trabajando para ellos o con ellos, pero siempre liderando las personas sin discapacidad los proyectos. Y ya estamos preparados para dar un paso atrás y que ellos empiecen a liderar los proyectos. 

[*Roberto Pérez Toledo falleció unos días antes de la publicación de esta entrevista]

Cuando hablamos de discapacidad solemos acompañarlo de la palabra “limitación”, pero esto es un error. ¿Cómo deberíamos enfrentarnos a la discapacidad en nuestra sociedad? 

Es que la limitación forma parte de la vida. Todos tenemos limitaciones. También es importante ser muy conscientes de que los límites los marcamos la sociedad en base a la norma. Detectamos que es lo que la mayoría puede hacer y a partir de ahí marcamos el límite. Pero es una línea muy difusa, y muy peligrosa, en la que cualquiera nos podemos quedar fuera en cualquier momento; porque tengas una accidente y te rompas una pierna; o porque la propia edad nos lleva hacia la discapacidad: cada vez vemos peor, oímos peor, nos movemos peor.  

En lugar de ser tan estrictos con esos límites creo que tiene mucho más sentido intentar detectar las capacidades de cada uno y amoldar esas normas a lo que todos somos (cada uno en su particularidad) capaces de hacer o no. Creo que hay que empezar a ser un poco más laxo con eso, y sobre todo juzgar a las personas por sus capacidades y no por sus limitaciones.  

"HAY QUE JUZGAR A LAS PERSONAS POR SUS CAPACIDADES Y NO POR SUS LIMITACIONES"
FotoCita

¿Son los espectáculos inclusivos cada vez más una realidad?  

Es verdad que la presencia de espectáculos inclusivos en las programaciones regulares es cada vez, afortunadamente, más frecuente, sobre todo en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, pero creo que todavía nos queda mucho trabajo que hacer para que estos espectáculos lleguen a todo el territorio. Por eso creamos hace unos años una Comisión de Inclusión para poder asesorar a teatros de otras provincias que tuvieran dudas y recelos a la hora de programar espectáculos inclusivos y poder acompañarlos, asesorarlos y ayudarlos a hacer sus espacios más amigables para las personas con discapacidad. 

En la película Campeones de Javier Fesser, protagonizada por un elenco de actores con discapacidad intelectual, te encargaste del casting y el coach de interpretación. ¿Cómo fue ese proceso? 

Campeones fue una experiencia apasionante para todos los que tuvimos la suerte de formar parte de ese equipo. Lo primero porque Javier Fesser es un creador con una sensibilidad inigualable, y consiguió entusiasmarnos a todos desde el minuto uno. Es verdad que el reto de esa película era mostrar a la sociedad la parte positiva que hay dentro de la discapacidad, y qué mejor manera de hacerlo que a través del humor, terreno en el que Fesser es un absoluto genio. 

Os podéis imaginar: el rodaje fue una delicia, divertidísimo; tuvo momentos complicados y duros, como en cualquier rodaje, pero lo disfrutamos muchísimo. Y luego la respuesta del público fue muy inesperada para nosotros. Esperábamos y confiábamos en que la película funcionase, pero no nos podíamos ni imaginar que iba a ser el boom que fue.  

Pero, sobre todo, lo más gratificante fue ver cómo cambiaba la mirada de la sociedad. Ver sobre todo cómo los niños y adolescentes de repente convertían a estos actores en sus ídolos: querían que les firmasen autógrafos, hacerse fotos con ellos… es una película que ha tenido un recorrido a nivel público brutal. Y ellos mismos, los propios actores, cómo lo vivieron, cómo ellos mismos te decían: “Es que antes la gente me giraba la cara por la calle y ahora quieren hacerse fotos conmigo”. Empezaron a sentir que ellos también contaban y tenían un valor que aportar. 

Creo que ha sido una película absolutamente revolucionaria para el colectivo que ha ayudado a abrir muchas puertas que estaban cerradas, y que ha sido un altavoz potentísimo. Ahora lo que estamos haciendo es trabajar para que esas puertas no se cierren otra vez, y para que por ahí puedan entrar también un montón de actores y actrices con discapacidad intelectual, que es algo que ya está ocurriendo. Hay otros proyectos en los que ya ha pasado: en la serie Merlí o en Señoras del (h)AMPA; ahora Fernando Franco empieza una película también; Movistar va a estrenar una serie en la que también hay una actriz con discapacidad… Poco a poco esto se empieza a normalizar. Aun así, no podemos estar más agradecidos a Javier Fesser por dar una patada en esa puerta y abrirla y dejar que entrase la luz y la alegría de la mano del colectivo. 

¿Por qué crees que a la sociedad, en general, nos dan tanto miedo las personas diferentes? 

Es que hemos vendido muy mal la discapacidad. Siempre hablamos de la discapacidad en negativo: Fulanito “sufre” una discapacidad, “padece”... Es algo que da mucho miedo, porque está asociado al sufrimiento. Y es verdad que es una condición compleja cuando tienes una discapacidad, o un hijo, un familiar, con discapacidad; tienes que enfrentarte a muchas barreras y muchas veces a situaciones muy dolorosas. Pero también hay mucha luz y mucha alegría en la discapacidad, muchas cosas que aportar; no todo es negativo. 

Creo que todavía la mayoría de la sociedad está un poco anclada en esa visión negativa y pesimista. Y luego ocurre una cosa que todos pensamos: si me tocara a mí, no sé cómo lo enfrentaría. La realidad te demuestra que cuando estás delante de una montaña solo puedes escalarla, no puedes hacer otra cosa. Pero hasta que no estás ahí, no lo ves y te da mucho miedo colocarte en esa situación.  

Creo que los últimos años, gracias a proyectos como Campeones y otras iniciativas de otra índole, sí se ha conseguido, poquito a poco, intentar llevar esa visión hacia algo un poco más positivo. Aun así, nos queda mucho camino por recorrer y no podemos perder de vista que no hace tantos años las personas con discapacidad, sobre todo con discapacidad intelectual, estaban encerradas en sus casas porque había un estigma: una vergüenza. Esto es una realidad. Hasta que hemos conseguido abrir las puertas de sus casas y que pudieran salir y mostrarse tal y como son han pasado muchos años.  

Ahora, afortunadamente, ese primer paso que es fundamental e imprescindible, la visibilidad (lo que no se ve no existe), lo hemos dado y ya son visibles dentro de nuestra sociedad. En este momento estamos trabajando por reivindicar sus derechos y que puedan tener una participación activa. Estamos todavía en los inicios de ese camino, pero creo que lo estamos consiguiendo y nos tenemos que sentir orgullosos del gran esfuerzo que se ha hecho en los últimos años. Sin embargo, no podemos perder de vista que nos quedan todavía muchas puertas por abrir, muchas barreras que derribar y que, sobre todo, tenemos que conseguir que la sociedad pierda ese miedo y esa condescendencia o paternalismo que hay hacia las personas con diversidad.

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