WASH: la Unidad de Respuesta en Emergencias de Agua y Saneamiento

En la lista de derechos humanos que se tienden a dar por sentados, el de acceder a agua potable con el simple gesto de abrir un grifo o disponer de una red de saneamiento adecuada es probablemente el que más desapercibido pasa de todos ellos por esa cotidianidad que, sin embargo, todavía está muy lejos de serlo para un elevado número de residentes de países en vías de desarrollo. En la actualidad, según datos de Agua, Saneamiento e higiene (ASH) de la Federación Internacional de Cruz Roja (IFRC), se estima que unos 780 millones de personas en el mundo todavía no tienen acceso a agua potable y cerca de 2.500 millones tampoco disponen de los servicios de saneamiento necesarios. Una realidad que se extiende y cobra dimensiones aún más dramáticas en caso de desastres, convirtiendo su garantía en una de las principales prioridades para los equipos de asistencia en el terreno. Cruz Roja Española la materializó hace dos décadas con la creación de una unidad especializada en agua y saneamiento en emergencias. 

Unos 780 millones de personas en el mundo todavía no tienen acceso a agua potable y cerca de 2.500 millones tampoco disponen de los servicios de saneamiento necesarios

El derecho humano al agua y al saneamiento

El 28 de julio de 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente como un derecho humano el acceso a un suministro de agua potable y segura y a sistemas de saneamiento saludable, limpio y cercano, por ser claves para un buen estado de salud y esenciales, a su vez, para la realización del resto de derechos. En su resolución, la ONU también pedía a los estados y a las organizaciones internacionales su ayuda y colaboración para conseguir que todo el mundo pueda ejercerlo.

Tener garantizado el acceso a una fuente de agua potable implica varios factores que van más allá del más evidente, su salubridad y seguridad. Para empezar, su abastecimiento tiene que ser suficiente y continuo, tanto para su consumo como para su uso personal y doméstico —desde la higiene o la limpieza del hogar hasta la preparación de alimentos—, una cantidad mínima que, según los estándares de referencia en las intervenciones de emergencia, es de 15 litros por persona al día para cobertura de necesidades básicas como ingesta, higiene y cocina; una distancia al punto de agua más cercano inferior a 500 metros; un tiempo de espera en los puntos de agua que no sea superior a 30 minutos y un porcentaje de ingresos familiares dedicados a compra de agua para beber o higiene doméstica de un máximo 5% o inferior.

En el caso de las necesidades básicas de saneamiento e higiene, estas se consideran mínimamente satisfechas cuando se dispone de acceso a una instalación de un baño por cada 50 personas. Unas circunstancias fundamentales para la salud, el bienestar y la dignidad humanas que, sin embargo, son las primeras en verse comprometidas en situación de emergencia, ya sea aguda o prolongada. Y precisamente por ello, son un área de trabajo prioritario para la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC), que trabaja en este sentido a través de las 192 sociedades nacionales que la conforman.

Dos décadas de asistencia en emergencias

La historia del equipo de Agua, Saneamiento e Higiene en emergencias de Cruz Roja Española, tres acciones que en inglés se conocen como WASH, se remonta al año 2001, cuando un grupo de voluntarios y voluntarias de Cruz Roja Española se unieron a trabajadores y trabajadoras, de diferentes perfiles técnicos dentro de la organización para crear un ERU, herramienta especializada de respuesta a emergencias de la FICR, que trabajase para garantizar este derecho en caso de desastres. Su área de actuación en el terreno implica desde la rápida evaluación y rehabilitación de los sistemas de agua dañados y el suministro de agua segura hasta la construcción de baños e instalaciones de higiene, la provisión de todo tipo de productos para este fin y la promoción en las comunidades de la importancia de extremar las medidas higiénicas (algunas tan simples como lavarse las manos correctamente) para la prevención de enfermedades como el cólera o la diarrea, entre otras.

Tras la creación de la Unidad de Saneamiento masivo que sumaba capacidades a la ERU de agua y saneamiento inicial, los equipos de agua en emergencia han participado en 28 despliegues internacionales en tres continentes (8 en América, 8 en África y 12 en Asia, más concretamente). Los más frecuentes han sido inundaciones, terremotos –como los de Haití de enero de 2010 y de agosto de 2021 o el de Nepal en abril de 2015, por ejemplo— y huracanes o tifones. Aunque este equipo de Cruz Roja Española también ha intervenido en epidemias de cólera, en países como Sudán del Sur y Zimbabwe; tsunamis, como el que dejó más de 225.000 víctimas mortales en Indonesia en diciembre de 2004; y movimientos de población, entre ellos el que se produjo en Bangladesh en el 2017 y se saldó con 730.000 desplazados.

El presente y el futuro

En la actualidad, el equipo WASH está compuesto por 202 voluntarios formados en diferentes capacidades y divididos en tres unidades principales de respuesta a emergencias: la centrada en agua y saneamiento, la especializada en el tratamiento domiciliario de agua y almacenamiento seguro y la que se dedica al saneamiento masivo. Un equipo siempre listo para actuar de forma inmediata ante cualquier desastre mundial pero también en continua formación y evolución.  Y eso pasa no solo por la creación de desarrollos técnicos que permitan disponer de herramientas que mejoren la respuesta ante un desastre, también por una de las formas actuales de trabajo, un enfoque multidisciplinar que, por ejemplo, garantice formas de trabajo que valoren e incluyan a los miembros de la comunidad en la toma de decisiones ante una emergencia o ayudas económicas directas para promover la independencia de las personas afectadas. 

Actualmente el equipo WASH está compuesto por 202 personas voluntarias formadas en diferentes capacidades y divididos en tres unidades de respuesta a emergencias

Otra de las claves es lo que se conoce como enfoque de protección, género e inclusión (PGI), descrito por Cruz Roja como “una forma de trabajar para abordar las causas, los riesgos y las consecuencias de la violencia, la discriminación y la exclusión de manera integrada”. Es una realidad que el sexo, la identidad de género, la raza o la edad, entre otros factores, condiciona las experiencias de las personas en caso de desastres, así como la forma en la que las personas responden y se recuperan, también que las emergencias pueden empeorar las desigualdades existentes. 

Por último, estos equipos también trabajan teniendo en cuenta la sostenibilidad ambiental, tratando de integrar el enfoque de la “respuesta verde” en las operaciones WASH. El objetivo del enfoque de esta “respuesta verde” es que, además de eficientes, sus intervenciones sean lo más respetuosas posibles con el entorno, por ejemplo, reduciendo la huella de carbono y el consumo de materiales pero también implementando técnicas más sostenibles. Todo ello con el único objetivo de que incluso en un contexto tan complicado como es una emergencia en una zona ya de por sí vulnerable a cualquier cambio, el derecho humano al agua y al saneamiento prevalezca.