¿Qué es la ventilación emocional? - Ahora
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- Saber gestionar nuestras emociones es una de las tareas pendientes que tenemos como sociedad. En determinados contextos, desde Cruz Roja se invita a practicar la ventilación emocional, una herramienta destinada a ayudar a digerir las emociones.
Algunos acontecimientos de los últimos días han puesto el foco, todavía más, en el importante servicio que prestan los ERIE (Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias) en intervención psicosocial de Cruz Roja. Después del trágico suceso acontecido en Elche y la noticia del naufragio de un pesquero gallego en Terranova, estos equipos han puesto el foco en lo necesario que resulta cuidar la salud psicológica y las emociones frente a situaciones que se escapan a nuestro control. Una de las herramientas para facilitar estos procesos es la llamada “ventilación emocional”. Pero, ¿en qué consiste?
Antes de hablar concretamente de la “ventilación emocional”, conviene mencionar que las emociones, a fin de cuentas, no dejan de ser reacciones psicofisiológicas que experimentamos frente a distintos estímulos. Por norma general, es fácil identificar la causa u origen de una emoción, aunque en otras ocasiones implica un auténtico ejercicio de introspección. Eso sí, hay emociones que aceptamos sin aparentes problemas (la felicidad, por ejemplo), y otras que cuestan mucho de digerir. La ira, la frustración o el miedo nos resultan arduas de enfrentar, en parte, debido a la falta de educación emocional que normalmente recibimos.
La ventilación emocional consiste en expresar nuestras emociones y no reprimirlas
Por ejemplo, existe el siguiente prejuicio: pensamos que, si mostramos alguna emoción desagradable, esto puede verse de forma externa como un síntoma de vulnerabilidad, o convertirse en uno de nuestros puntos débiles. Pero, en realidad, todas las emociones son necesarias porque forman parte de la naturaleza humana y cumplen una función adaptativa. Y, para gestionarlas correctamente, especialmente en situaciones de crisis, es preferible verbalizarlas: expresarlas en voz alta.
De esto va, precisamente, la “ventilación emocional”: de sacar nuestras emociones (ya sea de forma oral, con alguien que se dedique profesionalmente a ello, o escrita, plasmando lo que se nos pasa por la cabeza en un folio en blanco) y no reprimirlas. La represión de las emociones, después de todo, puede dar lugar a inestabilidad emocional, insomnio, falta de concentración e incluso cuadros de ansiedad. Además, las emociones no desaparecen por mucho que se intente obviarlas.
Para Alba Luque, técnica y psicóloga sanitaria del Área de Conocimiento de Salud de Cruz Roja, más que “sacar las emociones afuera” la ventilación emocional se basa en “compartir y expresar” dichas emociones. “Hablar de lo que te sucede con otras personas a veces te da otra perspectiva, te ayuda a relativizar, validar o normalizar aquella situación difícil que puedas estar viviendo”, dice. “A veces pensamos que lo que nos pasa, solo nos pasa a nosotros o a nosotras, y cuando lo compartes, normalmente te das cuenta de que lo que nos ocurre es más común de lo que pensábamos. Muchas veces entender que nuestras emociones y pensamientos han sido vividos también por otras personas nos ayuda a validar y normalizar lo que vivimos o sentimos en nuestro día a día”, añade.
Para llevar a cabo una correcta ventilación emocional hay diversos pasos a seguir:
- Lo primero que tenemos que hacer es detenernos un minuto, respirar profundo, y concentrarnos en qué emoción estamos sintiendo.
- Una vez la identificamos, tenemos que preguntarnos por qué nos sentimos así, o qué puede ser lo que nos provoca esta moción. Podemos sentir varias emociones al mismo tiempo, pero seguramente se puedan reducir a una sola o una combinación de tres.
- Por último, queda analizar nuestra reacción y expresarla de forma saludable.
Y es que no todo vale, puesto que el cómo expresar nuestras emociones también influye notablemente en el contexto. “El cómo lo expresamos influye en que tenga una repercusión positiva en nosotros y nosotras. Es importante gestionar las emociones de forma saludable, y expresarnos sin agresividad. Tener la capacidad de escucha y la mente abierta para recibir el feedback de la otra persona puede hacer que nuestro desahogo emocional sea más saludable y constructivo”, expone Alba Luque.
También es importante cuidar el cuándo y el con quién hacer ese desahogo emocional (por ejemplo, no sería muy adecuado expresarnos con alguien que tiene que irse corriendo, o que está enfadado por cualquier cosa; como tampoco sería adecuado expresarnos con una persona no profesional que acabamos de conocer, etc). “La ventilación emocional no solo puede hacerla un profesional de la psicología, ni mucho menos; puede ser una persona de confianza, un amigo, una amiga, un familiar; alguien con quien tengas libertad de expresarte, que sepa escuchar, que no te juzgue y que tenga ciertas habilidades comunicativas”, explica.
Porque cuidar nuestra mente y nuestras emociones es algo que nunca deberíamos dejar para otro momento.
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