Melisa Gómez: ¿Qué podemos hacer las madres o padres para que nuestros hijos e hijas coman mejor? - Ahora

A continuación, te compartimos algunas de ellas:

1. Respetar su apetito (no ha de obligarse, presionarse, chantajearse para comer): una de las principales acciones que debemos tomar con nuestros hijos desde que son bebés es la de aprender a respetar su apetito. Para ello resulta necesario evaluar nuestras expectativas y aprender acerca de ciertos comportamientos considerados normales (que el apetito pueda ser errático o impredecible por momentos) y los que pueden no serlo (falta de apetito permanente con pérdida de peso, rechazar grupos enteros de alimentos…) para buscar ayuda oportunamente y poder contar con herramientas para mejorar y salir de estas situaciones sin recurrir a medidas desesperadas (azucarar muchas recetas, chantajear con postres, comer con distractores, etc) que pueden ocasionar problemas a corto, medio y largo plazo, además de vivir las comidas de nuestros hijos con más confianza y disfrute.  

2. Fomentar una buena relación con la comida, evitando crear categorías de “bueno/malo” (moralización), “prohibido/permitido”, “sano/insano”, entre otras. Se podrían sustituir por “más o menos interesantes desde el punto de vista nutricional”, pero lo mejor sería: 

3. Dar el ejemplo. Si queremos que nuestros hijos coman mejor primero tendremos que lograr comer mejor nosotros y, existen muchos adultos que encuentran esta tarea muy compleja por lo que suelen enfocarse en lo que comen/no comen los hijos e intentar controlar estas comidas; sin embargo, el foco debe centrarse también en nosotros y la imagen que proyectamos. 

4. Enseñarles a querer su cuerpo y a nutrirlo desde el amor. En este aspecto debemos enseñarles sobre diversidad corporal, a ver los buenos hábitos como autocuidado y no como un fin para conseguir estar delgado (cultura de dieta), a relacionar la salud con los hábitos que se practiquen y no con el peso de una persona. 

Tenemos la grandísima ventaja de poseer gran variedad de frutas y verduras, y sin embargo, solo un 30% de los niños consume fruta a diario

5. Organizarse para cocinar (al menos algunas comidas) en casa y compartir la mesa familiar, ya que en ella se pueden modelar buenas costumbres, invitar a probar mayor variedad de alimentos y crear buenas memorias en torno a las comidas familiares. Aunque amerite planificación, los beneficios de ofrecer comida hecha en casa son muchos: podrás utilizar ingredientes de calidad, incluir gran variedad de frutas y/o vegetales, y evitar el exceso de azúcares, sodio y grasas saturadas. 

6. Promover y ofrecer más frutas y vegetales: facilitar su disponibilidad podría aumentar su consumo, por lo que se pueden dejar cortadas en recipientes visibles en nevera, así como ofrecer frutas en todas las meriendas y hortalizas en comidas (de modo que alcancemos la oferta de “5 al día”). Tenemos la grandísima ventaja de poseer gran variedad de frutas y verduras, piezas clave dentro de la dieta mediterránea y, sin embargo, solo un 30% de los niños consume fruta a diario, sus padres lo hacen aún menos. De acuerdo con la organización “5 al día”, solo el 11% de la población española consume las raciones sugeridas de estos grupos de alimentos.   

7. Crear junto a sus peques un huerto urbano en el cual cultivar algunas hierbas u hortalizas para incluirlas en recetas que se hagan en casa, ya que esto se ha asociado con mayor aceptación de las mismas.   

8. Aprender conceptos básicos de nutrición y desterrar mitos sobre los alimentos de modo que puedan utilizar estrategias como el plato de Harvard o similares para guiarse al momento de crear el menú familiar. 

9. Velar por la mejora en la calidad y la oferta alimentaria de los comedores escolares.  

10. Exigir una promoción responsable de productos alimentarios dirigidos a niños. La promoción intensiva de alimentos y bebidas hipercalóricos exacerban el sobrepeso infantil. 

Finalmente hemos de recordar que como padres y madres tenemos la oportunidad de poner en marcha estas y otras acciones desde que aún son muy pequeños, de forma que los buenos hábitos que instauremos podrán acompañarlos, ayudarlos a crecer y protegerlos de enfermedades en el futuro.  

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