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Un mundo mejor preparado para afrontar la próxima pandemia
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Un mundo mejor preparado para afrontar la próxima pandemia
10/01/2022
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Cruz Roja
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Cruz Roja
  • La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC) ha identificado en su Informe ‘Al borde del abismo: las consecuencias socioeconómicas de la pandemia de COVID-19’ cuatro prioridades para evitar que se perpetúen las desigualdades provocadas por la pandemia.
     

Además de la evidente huella que la pandemia de la COVID-19 ha dejado sobre la salud de las personas, el virus ha tenido un enorme impactos socioeconómico en todas las naciones del mundo, amplificando las desigualdades y desestabilizando a las comunidades. La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC) presentó a finales del mes del pasado noviembre el Informe ‘Al borde del abismo: las consecuencias socioeconómicas de la pandemia de COVID-19’ para determinar a quiénes han perjudicado más la pandemia, en qué medida y por qué, además de analizar la respuesta ofrecida las Sociedad Nacionales.

En este contexto, se identificaron tres grupos que han sufrido de manera más directa y desproporcionada las devastadoras consecuencias socioeconómicas derivadas de la pandemia: las mujeres; la población residente en áreas urbanas, y las personas migrantes, refugiadas o desplazadas. En esta investigación, en la que ha participado directamente Cruz Roja Española junto a otras sociedad nacionales, se identifican cuatro prioridades para evitar que se perpetúen los daños y las desigualdades provocados por la pandemia.

 

Desigualdad en el reparto de vacunas

No hay duda. Administrar la vacuna en todo el mundo es el reto más urgente. Mientras que los países ricos ya han vacunado a la mayoría de su población, muchos países pobres apenas han empezado a vacunar. La distribución desigual de las vacunas favorece la persistencia de los altos niveles de transmisión en las poblaciones más vulnerables, que, además, son las que menos acceso tienen al tratamiento necesario para salvar vidas. Asimismo, propicia la aparición de nuevas variantes que pueden menoscabar la incidencia de la vacunación a nivel mundial. 

La desigualdad en el acceso a las vacunas también exacerba las repercusiones socioeconómicas y obstaculiza la recuperación. Si en los países persisten los niveles de transmisión elevados, con la consiguiente pérdida de empleos y reducción de la movilidad de las personas, se agravarán aún más los efectos nocivos como las pérdidas económicas y la inseguridad alimentaria. La Federación Internacional trabaja codo a codo con las Sociedades Nacionales para garantizar que las vacunas lleguen a todas las personas. 

 

Sanar las heridas a largo plazo

Muchos países y regiones han retrocedido por lo que respecta a su desarrollo. Millones de personas han perdido ingresos, sufrido los perjuicios de la inseguridad alimentaria y experimentado el deterioro de su salud mental. También millones de niños y niñas han visto afectada o interrumpida su educación, mientras que las personas migrantes que estaban construyendo un futuro de vida en nuevos países se han visto, en muchos casos, a regresar a sus lugares de origen. Estas repercusiones socioeconómicas perdurarán durante años. Mucho después de que el coronavirus haya dejado de provocar la muerte de tantos pacientes, y de paralizar los sistemas sanitarios de los países. 

Las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja pueden ayudar a las personas a recuperarse de los daños sufridos en sus medios de vida, su salud y su educación. Para ello necesitarán un importante apoyo adicional, tanto financiero como político. Necesitan recursos para establecer programas ambiciosos que apoyen a las personas en la restitución de sus negocios y, si es necesario, en el reciclaje profesional; para ayudar a los niños a ponerse al día en su educación y, en algunos casos, a reiniciarla; y para ayudar a las personas de origen migratorio a restablecerse en los hogares que eligieron.

 

Los efectos de la pandemia en la salud mental y el caso de España

Quizás los efectos de la pandemia en la salud mental constituyan el principal nuevo reto humanitario. Muchas personas, especialmente las mujeres y otros grupos vulnerables, han experimentado ansiedad, depresión y otros problemas psicológicos. Al igual que las repercusiones económicas, es probable que estas consecuencias para la salud mental perduren. 

Uno de los ejemplos que señala el Informe relacionado con este aspecto es el de España. “Existen pruebas de que, durante el confinamiento inicial, que se impuso en marzo y abril de 2020, aumentaron los niveles de ansiedad de la población. Según una encuesta realizada a unas 1.500 personas, todas ellas atendidas por la Cruz Roja Española, el 43% de los beneficiarios de la asistencia experimentaban preocupación “siempre” o “casi siempre”. El 29% de los beneficiarios se sentían tristes y el 25% de ellos afirmaron sentirse deprimidos. Además, el 34 % señaló que tenía dificultades para dormir “siempre” o “casi siempre”, indica la investigación. 

 

"Los efectos de la pandemia en la salud mental constituyen el principal nuevo reto humanitario"

 

Las causas subyacentes de estos problemas no están claras, pero es probable que, en muchos casos, el estrés provocado por la pandemia exacerbara los síntomas preexistentes. Además, las personas que eran nuevas beneficiarias de la asistencia de la Cruz Roja en España desde el comienzo de la pandemia informaron de esos síntomas en mayor medida que las personas que ya recibían esa asistencia antes de la pandemia. Esto implica que las personas que se volvieron vulnerables a causa de la pandemia estaban sometidas a mucho estrés, poco acostumbradas a sentirse inseguras y alarmadas por tener que depender de la ayuda de otros.

El Informe pone de manifiesto la importancia para que las Sociedades Nacionales y las demás organizaciones humanitarias velen para que su propio voluntariado reciba un apoyo de salud mental de calidad. El siguiente paso consiste en integrar plenamente los programas de salud mental en todos los programas humanitarios. Las enfermedades mentales ya eran comunes en muchas sociedades, pero, a raíz de la pandemia, esta necesidad se ha vuelto imperiosa. En muchos países, el apoyo a la salud mental es muy escaso, y hasta que la situación mejore, los trabajadores humanitarios deben colmar esa laguna.

 

Estar preparados para la próxima pandemia

La incidencia extremadamente desigual de la pandemia obedeció, sobre todo, a las desigualdades preexistentes. Debido a su incapacidad para mitigar las repercusiones socioeconómicas, los países más vulnerables han sufrido daños socioeconómicos mucho mayores por la pandemia. Si persisten estas desigualdades estructurales, las repercusiones serán aún más desproporcionadas cuando estalle la próxima pandemia. Sin el acceso de los países al dinero y otros recursos, los países no podrán luchar adecuadamente contra la próxima pandemia.

Según el Informe de la IFRC, la solución consiste en emprender una acción mundial que garantice la seguridad, la dignidad y el bienestar de todos – en particular las mujeres, los niños, los migrantes y los refugiados, así como las personas desplazadas a raíz de conflictos y desastres naturales–. También es necesario que estemos mejor preparados. Las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja están en la línea de frente para encarar todas estas situaciones. Al estar arraigadas en los países de acogida, conocen a fondo las desigualdades existentes y la manera en que estas se perpetúan. Por lo tanto, la Federación Internacional y las demás organizaciones humanitarias desempeñan un papel muy importante en la defensa de los grupos vulnerables y en el asesoramiento a los gobiernos en cuanto a la mejor manera de mejorar su situación.El Informe  ‘Al borde del abismo: las consecuencias socioeconómicas de la pandemia de COVID-19’ advierte de que habrá una próxima pandemia. El reto para la Federación Internacional es contribuir a que el mundo esté mejor preparado para afrontarla. Eso implica la puesta en marcha de programas polivalentes que ayuden a las comunidades a fortalecer su resiliencia. “Nunca más debemos permitir que tantos millones de personas queden expuestas a situaciones de vulnerabilidad”, concluye.



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