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Marta D. Riezu: “Dónde compras la ropa es un asunto que te atañe, y nuestras compras tienen consecuencias”
LA MIRADA DE
MARTA D. RIEZU
“Dónde compras la ropa es un asunto que te atañe, y nuestras compras tienen consecuencias”
MARTA D. RIEZU
25/07/2022
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Paula Pons
25/07/2022
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Paula Pons
Periodista

Se dio cuenta en una mudanza de que llevaba quince años «haciendo mal las cosas», como ella misma asegura. El tiempo que estuvo trabajando en comunicación en la industria de la moda le proporcionó el conocimiento para descubrir las dinámicas de uno de los sectores que más contaminan. Su ensayo, La moda justa (Anagrama) es una reflexión sobre nuestras elecciones a la hora de vestir, en la que señala las consecuencias de consumir la denominada fast-fashion y donde habla de los pilares sobre los que debe descansar una moda ética. Acaba de reeditarse su libro Agua y jabón.

Periodista

¿Qué hay detrás de una camiseta de tres euros fabricada en Bangladesh o Vietnam?

Una larga cadena de eslabones donde un eslabón no sabe (ni le interesa saber) mucho acerca del de al lado. En la moda, detrás de un precio baratísimo suele haber siempre sufrimiento del trabajador. La mayoría de marcas ignoran quién, dónde y cómo se producen exactamente sus prendas. En esa camiseta hay intermediarios que estrujan a los proveedores y agricultores que agotan la tierra (y consumen mucha agua) para satisfacer las demandas de algodón. Eso si la camiseta es de algodón; si es de poliéster hay que sumarle otros procesos químicos contaminantes. Súmale la huella del transporte desde otro continente, las posibles devoluciones del cliente (transporte de nuevo), y un precio tirado —tres euros— que transmite al consumidor una idea perversa: esto es desechable, cuando te canses, a la basura. Es una relación disfuncional con nuestro armario: algo debe ser abandonado no porque no sea útil sino porque ya no es tendencia; porque nos lo han visto puesto, porque ya no tiene un valor social.

La industria de la moda es la responsable del 20% del desperdicio y de la contaminación del agua en todo el mundo según un informe de la ONU. ¿Por qué no somos capaces de dejar de comprar ropa a pesar de estos escalofriantes datos?

La información es cada vez más abundante, y en los últimos años la prensa comprometida y los activistas de las redes sociales (como Fashion Revolution) hablan una y otra vez de ese cambio necesario de paradigma de una economía de crecimiento salvaje a una sociedad de preservación. O sea: los datos están ahí para quien quiera leerlos. Otra cosa es que no nos interese. Cuando sabes algo, no hay vuelta atrás, no puedes irte silbando con las manos en los bolsillos. 

«Adquirir algo nos hace cómplices involuntarios de su proceso de creación» afirmas en el ensayo La moda justa. ¿Es la responsabilidad individual la única forma de lograr un cambio?

Renunciar se vive como un fastidio. «No voy a ser el único tonto que deje de comprar; que multen a las empresas». Pero las dos cosas son compatibles: leyes de límites de producción y responsabilidad del productor, y ciudadanos exigentes que pidan y entiendan la calidad.

La sociedad parece que ya tiene asumido las consecuencias que se derivan de consumir fast-food, pero todavía nos cuesta ver las consecuencias de la moda rápida. ¿Por qué cuesta más el cambio en la moda?

Por lo que acabo de mencionar; no hay una educación en la calidad. Comemos más o menos bien porque tenemos la suerte de haber nacido en una sociedad de dieta mediterránea, y aún así cada vez hay más porquería en la despensa. Con la ropa hay todavía más ignorancia: «Lo de la moda no va conmigo». «Comprando low cost damos trabajo a esos países, sino se morirían de hambre». «Gano muy poco, solo puedo comprar barato». NO. Todo el mundo se viste, por tanto dónde compras la ropa es un asunto que te atañe, y nuestras compras tienen consecuencias. Esos países pierden tradiciones y cultivos propios por adaptarse a una demanda voraz e inconstante. Precisamente, si ganas muy poco te interesa ahorrar, priorizar e invertir tu dinero en el mejor producto posible. La ropa también se puede intercambiar o alquilar; yo fui vestida de mis hermanos hasta mi adolescencia.
 

"ESOS PAÍSES PIERDEN TRADICIONES Y CULTIVOS PROPIOS POR ADAPTARSE A UNA DEMANDA VORAZ E INCONSTANTE"
FotoCita


Además del perjuicio sobre el medio ambiente y las condiciones sociales en las que trabajan muchos trabajadores, se suele pasar por alto el maltrato animal por parte de la industria. ¿Cómo es esa relación?

En la gran mayoría de casos es de abuso sin miramientos, de crueldad innecesaria, sin tener en cuenta que el animal es un ser sintiente. La industria lo trata solo como un objeto, una herramienta, un material. El cuero, la lana y el plumón conllevan mucho sufrimiento. Hay otros materiales alternativos igual de bellos, y hay marcas que trabajan bien y protegen al animal. ¿Cómo saber cuáles? Investigando en la prensa especializada, preguntando directamente a las firmas que nos gustan, preguntando a amigos informados. Hay rankings fiables de sostenibilidad de las marcas elaborados por entidades independientes.

¿Se ha convertido el término sostenibilidad en una táctica de marketing?

¡Uy! Es un coladero. Todo el mundo se apunta al carro, con toda clase de palabras requetesobadas: verde, transparencia, objetivos sociales, impacto positivo, economía circular… Lo importante son los cambios, no los manifiestos. Mejoras concretísimas, con cifras claras, con beneficiarios con nombre y apellidos. Qué fabrica, qué granja, qué raza de oveja, qué gana cada uno. Ya sé que suena a imposible, pero como hay marcas que sí lo hacen, ¿por qué quedarse con las opacas?
 

¿Cómo se confecciona un armario sostenible?

Ante todo, haciendo una evaluación sincera de lo que ya tenemos, y usándolo mucho, llevando las prendas al menos unos veinte años. Comprando menos, lavando menos (en la ropa exterior y jeans no es necesario), eligiendo mejor, alquilando e intercambiando, educándonos en la calidad y la exigencia, informándonos activamente. Dando preferencia a materiales menos agresivos (algodón y poliéster reciclado, lino, cáñamo, econyl), leyendo con atención las etiquetas, preguntando a la marca quién, dónde y cómo se ha fabricado la prenda. Regalar antes que donar, porque en los contenedores la mayoría de ropa acaba en un vertedero o en un país que no la necesita. Cuidar lo que tenemos, aprender a reparar. Familiarizarse con plataformas de segunda mano para vender o comprar. Y por último: no pretender hacerlo todo perfecto, acometer pequeñas mejoras progresivas con alegría y curiosidad. Esa poda es útil para otros aspectos de la vida. 

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