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Manuel Hidalgo: “Cuando alguien está bien formado siempre acaba encontrando un nicho en el mercado”
LA MIRADA DE
MANUEL HIDALGO
“Cuando alguien está bien formado siempre acaba encontrando un nicho en el mercado”
MANUEL HIDALGO
21/02/2022
ESCRIT PER:
ENTREVISTA PER:
Silvia Llorente
21/02/2022
ESCRIT PER:
ENTREVISTA PER:
Silvia Llorente
Doctor en Economía

Manuel Hidalgo es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, tiene un máster en Economía en el Programa de Posgrado de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y un doctorado en Economía de la Universidad Pompeu Fabra. Después de haber pasado por varias agencias del gobierno, entre ellas el Instituto de Estadística de Andalucía, desde 1998 es profesor de economía aplicada de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, donde desarrolla su investigación en áreas relacionadas con el cambio tecnológico, el mercado de trabajo y el crecimiento económico. Con los ojos clavados en el horizonte de futuro, Hidalgo advierte de cómo será el mercado laboral de los próximos años. Solo hay una manera de enfrentarse a él con éxito: a través de la formación. 

¿En qué momento se encuentra el empleo en España? ¿Nos hemos recuperado ya del desastre que generó la pandemia? 

Estamos en un momento de recuperación. Los datos de empleo de los últimos meses, desde que se eliminaron buena parte de las restricciones a la actividad económica a raíz de la pandemia, han sido bastante positivos. Sí es cierto que la recuperación ha sorprendido por su rapidez e intensidad; de hecho, esta recuperación está siendo hasta más rápida que la propia actividad económica, por lo que se han levantado ciertas dudas sobre cómo se está produciendo. Pero, en general, el empleo ha respondido bastante bien. Las políticas que se hicieron cuando se inició la pandemia para proteger el empleo, y sobre todo el desarrollo de los ERTEs, me parecen positivas.  

Ahora nos enfrentamos a una situación normal o tradicional. Un mercado de trabajo (todavía falta ver si la reforma laboral tendrá los efectos deseados) que, por el momento, sigue teniendo una de las mayores tasas de paro de Europa y una elevada dualidad (es decir, mucha temporalidad, con dos tipos de trabajadores: fijos y temporales). La temporalidad, ligada a la estacionalidad, caracteriza mucho a nuestra economía y a nuestro mercado laboral. Aun así, podríamos decir que los datos de empleo de los últimos meses están siendo relativamente positivos. Y es algo por lo que debemos congratularnos puesto que es algo que no teníamos tan claro en marzo de 2020. 

¿Hacia dónde se dirige el empleo del futuro? ¿Cómo va a evolucionar el mercado laboral en los próximos años? 

Es complicado saberlo, porque mirar hacia el futuro no deja de ser asomarse a una bola de cristal y tratar de ver qué va a pasar. Por tanto, creo que gran parte de lo que va a ser el mercado de trabajo del futuro permanece todavía oculto; aparecerán cosas que hoy ni siquiera nos imaginamos, y otras que pensamos que van a pasar no ocurrirán. 

En general, la tendencia de las últimas décadas ha sido y es una profundización de lo que llamamos “automatización” de nuestra actividad productiva. Una automatización que se ha ido intensificando y extendiéndose. Ahora es más fácil automatizar tareas rutinarias (que son fáciles de reproducir por una máquina), pero también han aparecido nuevas formas de automatización; muchas de ellas a través de software, particularmente a través de algoritmos o de inteligencia artificial que permiten automatizar tareas que antes no imaginábamos.  

Por tanto, el mercado de trabajo se enfrenta a un reto enorme en los próximos años, porque va a tener que competir en algunos empleos contra las máquinas de una forma más intensa de lo que lo hacía anteriormente. Y en otros no; en otros esa automatización nos va a venir genial puesto que nos va a liberar de ciertas tareas que ya no tendremos que hacer y, en su lugar, nos podremos concentrar o dedicar a hacer otras que puedan resultar más ventajosas o agradables, o de mayor valor añadido.  

¿Qué habilidades o competencias consideras que deberíamos trabajar para prepararnos para ese futuro? 

Aquí hay que distinguir dos cuestiones. La primera: vamos a trabajar con las tecnologías de forma más estrecha que antiguamente. Un conductor de un gran camión no va a perder necesariamente su empleo, pero sí va a disponer de mayores gadgets o va a utilizar más la tecnología para llevar a cabo su trabajo. Así que, en primer lugar, tenemos que formarnos, porque vamos a trabajar con la tecnología. Y, si estás preparado para ello, mejor.  

Insisto: no toda la tecnología te va quitar el trabajo, sino que mucha te va a ayudar a hacer mejor tu trabajo. Tenemos que ser flexibles ante esa irrupción. Obviamente, en los casos más extremos, estaríamos hablando de una formación muy cercana a las tecnologías con grados como ingeniería, matemáticas, física… las llamadas STEM. Son estudios en los que no es que vayas a trabajar con tecnología, sino que tu trabajo va a ser desarrollar esa tecnología o aplicarla directamente.  

Pero también hay empleos donde la tecnología no va a poder sustituir al ser humano. Empleos donde el factor humano es fundamental; por ejemplo, los relativos al cuidado. O empleos donde ese factor resulta fundamental, como las artes, o la organización o coordinación de grupos. Ahí lo más importante serán las habilidades soft, aquellas que precisamente son muy humanas porque corresponden a habilidades profundamente inherentes a nuestra condición humana. Algo tan sencillo como saber leer.  

Y es que vamos a tener que saber leer y saber escribir. La gente alucina a veces cuando lo comento, pero nuestro trabajo va a ser muchas veces traspasar información, organizar equipos, asumir responsabilidades, coordinarlos; saber transmitir, recibir y exponer ideas… En consecuencia, el empleo del futuro va a ser muy generoso para los que trabajen o desarrollen tecnología, pero también para los que desarrollen y potencien habilidades humanas. Para el resto, será difícil. Y ese es el gran riesgo.  

¿Hay carreras universitarias, FP… que tienen más futuro actualmente que otras? 

Creo que todo se puede encajar, a no ser que hablemos de una FP destinada a trabajar en una cadena de montaje en una fábrica donde en el futuro los robots se encargarán de todo. Ahí quizá sí puede haber un problema, pero, en general, hay margen de adaptación. Y me explico. 

La ingeniería agrónoma evidentemente no va a ver una carrera sustituida por una máquina, pero en las próximas décadas sí se trabajará de forma muy diferente a cómo se hace ahora. A lo mejor un ingeniero agrónomo tiene que aprender a utilizar técnicas de vigilancia con drones, o hay nuevas tareas y habilidades relacionadas con las nuevas tecnologías que tendrá que incorporar. Ahora mismo hay mucha demanda de ingeniería, de data science: de trabajo con datos. Y, por supuesto, cualquier carrera muy técnica como las matemáticas (que ahora mismo vive una especie de revolución) tendrá gran demanda.  

Pero incluso la Filosofía tiene su nicho, porque las nuevas tecnologías necesitarán ética: ética tecnológica. O las Bellas Artes, porque los productos que existen en Internet necesitan diseño para captar la atención del consumidor. O, ahora mismo, la Filología. De hecho, hay empresas que están demandando a filólogos, porque buena parte de la transmisión de la información se realiza a través de lenguajes, más o menos sofisticados, incluso a veces matemáticos. Aunque parezca que no, los filólogos tienen mucha capacidad para asesorar a empresas.  

Obviamente, si estudias lenguas muertas o arameo lo tendrás complicado. Pero, desde luego, si no tienes ningún tipo de preparación, sí que lo tendrás mucho más difícil. El mensaje al final es que es buena la preparación, la formación… y obviamente no toda va a servir del mismo modo, pero cuando alguien está bien formado siempre acaba encontrando un nicho en el mercado. 

¿Te atreverías a decirnos 2 o 3 ocupaciones profesionales que no existen ahora mismo y que existirán en 10 o 15 años? 

Hacer una predicción es difícil. Más que decirle a la gente que estudie una cosa u otra, yo suelo recomendar que, en primer lugar, haga lo que haga, lo haga con vocación: que se forme muy bien. Y que no pierda nunca de vista qué aplicaciones prácticas va a tener lo que está estudiando en el mercado.  

Obviamente, si alguien me dice que va a hacer una ingeniería industrial o informática, un grado de matemáticas o física, o un máster sobre ciencia de datos; cualquier cosa relacionada con nuevas tecnologías, es bastante probable que no tenga problemas en el futuro. Si vas a estudiar Filología, depende, porque no todo el mundo acabará trabajando para las grandes tecnológicas, pero quizá es un posible camino a explorar para encontrar un buen futuro profesional.  

He conocido a mucha gente a lo largo de mi vida que estudiaron una cosa y al final encajaron de otra forma en el mercado de trabajo. Aquí lo importante es desarrollar ciertas habilidades, no dejar nunca de lado las nuevas tecnologías y, sobre todo, tener en cuenta que el mercado no nos va a pedir siempre que sepamos hacer códigos. El mercado nos va a pedir que sepamos trabajar con estas tecnologías, y que sepamos trabajar con las personas. Y aquí las habilidades soft son fundamentales; por eso las trato de potenciar cuando doy charlas y las defiendo clarísimamente.  

El otro día escuchaba a un chaval de 15 años que leía y prácticamente no articulaba dos palabras seguidas. Ese tipo de personas lo van a tener muy complicado o, al menos, van a sufrir mucho al principio. Es algo tan fundamental como saber entender ideas, saber transmitirlas; y si las puedes trabajar con una máquina, muchísimo mejor. Nunca me atrevo a decir qué ocupaciones habrá en el futuro porque resulta muy complicado, pero, si te preparas y te formas, creo que al final no tendrás problemas.  

¿Y las empresas? ¿Qué medidas crees que deberían adoptar para prepararse para estos futuros cambios? 

Las empresas se enfrentan a un enorme reto. Muchas veces hablamos de “digitalizar”, pero ¿qué es “digitalizar” una empresa? ¿Instalar un ordenador y que computerice toda su actividad? Eso ya lo hacen. Y en principio eso sería “computerizar”, no “digitalizar”. Otros piensan: es que ahora hay que vender todo a través de Internet. Tampoco es eso. No hay que perder de vista el nicho de mercado y hay que aprovecharlo, pero, más allá de eso, las empresas tienen que hacer una fuerte inversión en entender el mundo actual.  

Ahora mismo mucha gente compra a través del móvil y sus interacciones van dejando rastro y mostrando sus inquietudes y deseos; qué les gusta, y qué no. Eso las grandes empresas lo han entendido perfectamente y ya lo están desarrollando, pero las pequeñas (las de 10-15 trabajadores para arriba; porque lo otro es una microempresa y corresponde a otro tipo de actividad) también tienen que hacerlo.  

Las empresas tienen que hacer una fuerte inversión, sobre todo en capital humano, y entender que el mercado está cambiando y que si quieren tener sitio en ese mercado tienen que acceder a información, a datos; tienen que saber leerlos; y necesitan a gente que les sepa orientar en ese sentido. El proceso es inevitable y las empresas que no avancen en este sentido se quedarán con una parte pequeña del mercado, mientras que las que sí lo hagan serán dinámicas y tendrán mayores beneficios. Ese es el gran reto de las empresas. Y no es fácil.  

Otro de los mayores retos es no dejar atrás a esa población cuyos trabajos se están automatizando o se automatizarán a corto/medio plazo. ¿Por dónde debemos transitar para que esa transformación sea un éxito para todos y todas y no genere una brecha todavía mayor de la que ya existe? 

Sí, ese es otro gran reto: el gran esfuerzo que tenemos que hacer como sociedad. Obviamente, hay dos estrategias complementarias que hay que potenciar, sobre todo y particularmente, a partir de las administraciones públicas. La primera es la de la educación reglada (hasta que se empieza la universidad, por así decirlo). El reto que suponen las nuevas tecnologías, como he dicho antes, es que exigen de nosotros una serie de habilidades que no está tan claro que ese sistema educativo esté potenciando.  

Esto no quiere decir que desde pequeños tengamos que sentar a los niños delante de un ordenador y enseñarles a cómo programar, pero sí que hay que fomentar esas habilidades que son más humanas: esas que nunca te va a poder quitar una máquina y que el mercado va a valorar. Habilidades que permitan entender lo que lees; que te permitan establecer procesos lógicos de causalidad; que te enseñen las cosas por causa/efecto y no necesariamente por repetir como un papagallo toda la materia; que potencien la inteligencia múltiple… ya se está avanzando con todo esto, pero habría que hacerlo todavía más. Y evitar (y con la COVID-19 lo hemos visto) que se abran brechas tecnológicas que hagan que algunos puedan avanzar rápidamente en este camino y otros se queden rezagados. La educación pública debe comprender muy bien cuáles son estos nuevos retos.  

Por otro lado, la formación dentro del mercado de trabajo. Tenemos que entender que el trabajador no entra en una empresa y sale a los 40 años sin haber adquirido nada más allá de la experiencia del trabajo en sí misma. Los trabajadores tienen que estar prácticamente en formación continua, “formación para toda la vida”, como se suele llamar ahora. Para eso, tanto las empresas como la administración pública, tienen que ofrecer incentivos y capacidad y facilidad de inversión. Desde la formación profesional hasta centros de formación, lo que se llama en inglés upskilling y reskilling, para que los trabajadores estén continuamente desarrollando nuevas habilidades en función de cómo se va moviendo el mercado de trabajo. Esas son las dos principales líneas o estrategias para poder adecuarnos muy bien a estos nuevos tiempos.  

¿Hay motivos para ser optimista de cara al futuro pese a todos los retos que se presentan? 

Sí. Al fin y al cabo, la tecnología siempre ha llegado para mejorar nuestras vidas y no va a ser diferente ahora. Todo aquello que permita hacer lo mismo invirtiendo menos tiempo y de forma mejor obviamente va a ser bueno. A partir de aquí podemos matizar todo lo que queramos, pero eso es lo básico. Lo que tenemos que hacer es fomentar y desarrollar estas nuevas tecnologías, y fomentar y desarrollar la formación y el capital humano que sea más coherente con esas nuevas tecnologías.  

Por otro lado, estoy descartando literalmente la existencia de desempleo tecnológico porque nunca ha existido y no creo que vaya a existir; ahora bien ¿va a ser siempre bueno todo? No, porque, como en todo cambio, habrá ganadores y perdedores. Como hemos hablado antes, tenemos que ver qué ocurre con las personas que no puedan participar de ese cambio, que no van a poder subirse al carro y que corren el riesgo de quedarse rezagados y de quedarse atrás. Ese es el gran reto y el gran problema.  

Yo soy optimista, pero entendiendo y conociendo que existen algunas amenazas, porque sabemos que el cambio tecnológico genera desigualdad y polarización en el mercado de trabajo (los que se suben al carro reciben rendimientos positivos y los que se quedan atrás se quedan, en cambio, en un pozo). Y eso es lo que hay que evitar; pero, siendo optimistas, desde el punto de vista económico la tecnología nos va ayudar.  

Otra cosa es desde el punto de vista social o político, puesto que sabemos que hay tecnologías disruptivas que pueden generar ciertos costes, como por ejemplo las fake news o las redes sociales cuando se usan para, por ejemplo, condicionar la respuesta de la sociedad en unas elecciones. Este tipo de cosas hay que combatirlas para evitar que nos lleven, como se suele decir, a un futuro distópico. Pese a ello, creo que hay que fomentar este desarrollo tecnológico, encauzarlo bien, y recoger a aquellos que se vayan cayendo para reintroducirlos de una forma positiva dentro del sistema. 

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