Èric Güell: "Showee ofrece, no solo seguridad, sino que da un paso más hacia la autonomía" - Ahora
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Showee es una ducha eco-inteligente que redefine la experiencia de ducharse para aquellas personas que lo viven como un momento estresante debido al miedo a caídas y falta de privacidad. El proyecto nació hace siete años de la experiencia personal de Èric, el CEO fundador de la compañía, cuya abuela fue diagnosticada con Parkinson y su madre con una enfermedad crónica, convirtiendo la ducha en un momento de intranquilidad para toda la familia. Showee ha sido galardonado con el primer Premio Tecnología Humanitaria que reconoce Cruz Roja desde hace ocho años con el fin de destacar proyectos excepcionales que utilizan la tecnología de manera innovadora para abordar desafíos sociales y generar un impacto positivo en la sociedad.
¿Qué es y cómo surge Showee?
El proyecto surge como respuesta a una necesidad familiar. En mi casa, a mi abuela le diagnosticaron Parkinson, además, mi madre también tiene una enfermedad crónica y, entre muchas tareas cotidianas en las que iban perdiendo autonomía o sentían poca seguridad, la ducha fue el momento más duro de transición a la dependencia porque no querían que otro familiar las duchase. Y allí pensé, por qué había tantas tecnologías que habían evolucionado para facilitarnos el día a día, pero la ducha se había quedado como hace 40 años: frío, caliente y más o menos presión. No sé por qué no se había avanzado a nivel tecnológico con las duchas. Empezamos a explorar y a hacer prototipos de diferentes ideas, y poner inteligencia a las duchas para facilitar la higiene, no solo a las personas dependientes sino también a sus cuidadores y familiares, ya que para ellos es un momento de intranquilidad y tensión. Es un momento muy íntimo y muy personal. La ducha es un momento en el que estás solo, y teóricamente, disfrutando, pero hay muchas personas que no disfrutan ese momento por el hecho de ser dependientes. Y aquí empezamos a explorar diferentes posibilidades de automatizar este proceso sin que fuese un robot que te va frotando, sin que fuese un dispositivo muy invasivo, que fuese lo más fácil posible esta tarea para ambas partes.
Nuestro handicap es que meter agua, electricidad y una persona debajo no era una gran idea. No parecía ser muy viable. Empezamos a hacer prototipos, a probarlo con personas de confianza para tenerlo todo controlado. Empezamos en 2017, hace ya siete años de esas primeras ideas. Hemos hecho cinco versiones diferentes. Ahora estamos con la sexta. Y la quinta es la que ya hemos podido instalar en centros sanitarios. Hasta que no pasamos las certificaciones e hicimos mucha inversión en pasar muchas pruebas de electricidad no pudimos instalar. Nos costó entrar en casos reales por temas de seguridad.
¿Cómo funciona la ducha de Showee?
Básicamente las funcionalidades clave son: la ducha te moja, facilita el enjabonado, deposita el jabón en la cabeza y en el resto cuerpo, y si la persona puede, frota un poquito. Facilitamos el secado en las partes menos accesibles o que más molestan, la parte de la cabeza y tronco superior y todas las piernas para evitar caídas y no tener que levantarlas. Esas son las tres funcionalidades principales. A partir de aquí exploramos para enfocarla a personas con demencia o discapacidad intelectual, ya que, normalmente, este tipo de personas necesitan un soporte más verbal, no tanto físico. Estuvimos haciendo pruebas y validando para que un asistente virtual les vaya guiando y acompañando durante todo el proceso con el fin de que ganen plena autonomía solo con una instrucción verbal y visual. Luego hay otras funcionalidades, por ejemplo, detector de caídas. La ducha va mapeando el suelo y detecta si hay una caída para avisar al familiar, cuidador o avisar a emergencias. Este módulo, puede ser opcional y así reducir costes.
¿A qué personas o colectivos va dirigido el producto?
Esto es un reto ambicioso porque ducharse se ducha todo el mundo y la diversidad es muy grande. Queríamos llegar al máximo de personas con un dispositivo que se pudiera instalar en el máximo de espacios posibles. Lo que tuvimos en cuenta desde el principio de los diseños es que tuviese en cuenta no sólo la discapacidades físicas sino las intelectuales y sensoriales. Se dirige a cualquier personas que tanga un dificultad intelectual, visual auditiva y física.
¿Se puede regular según el grado de dependencia?
Exacto, una de las funcionalidades que tiene con respecto a otras duchas convencionales es que la ducha se regula en altura. Si la personas necesita ducharse sentada, la ducha se pone a su altura. La aplicación móvil, aunque no es obligatoria para utilizar la ducha, te permite personalizar mucho los programas de ducha. Por ejemplo, una persona que prefiere ducharse a 38 grados, o que le gusta que le caiga el agua todo el rato, o que tenga secado porque le relaja el aire caliente o que tenga luces verdes que ayudan a calmar el dolor o luces azules, que tranquilizan, música de sonidos de la naturaleza… Puedes ir personalizándolo desde un nivel más básico a un nivel más terapeútico. Todo es muy variable y personalizable.
El dispositivo nace también con una vocación de ser respetuoso con el medio ambiente.
Para nosotros era importante que si estamos planteando una ducha que fuese buena para las personas también debía ser para el planeta porque la ducha es el consumo más grande que tiene una casa o un centro o un residencia. De media gastamos unos 150 litos de agua por ducha y nostros hemos trabajado diferentes partes del producto para que el ahorro sea de un 60-70%. Con nuestra ducha estamos gastando unos 40 litros. Entre tres y cuatro veces menos.
¿Por qué es tan importante dar autonomía a las personas dependientes?
Creemos que el momento de la ducha debería ser un momento de disfrute para todos, un momento de relajación, de revitalización. Todo el equipo de Showee, cada uno en su medida, tenemos experiencias de familiares o amigos que son dependientes y hemos vivido esa situacion de que el momento de la ducha sea un rato duro e incómodo. Es sorprendente que no se haya inventado nada antes para cubrir esa necesidad. Sí que hay productos de apoyo como sillas, taburetes o barras que ayudan a aumentar la seguridad y creo que se ha llegado a ese punto, a encontrar soluciones para la seguridad. Nosotros el salto que hemos dado es, no solo dar seguridad, que también, sino ofrecer un paso más hacia la autonomía. Porque muchas de estas ayudas que se han creado son pensando en las discapacidades físicas, pero en las discapacidades sensoriales o intelectuales no se había hecho ningún avance.
¿En qué punto está el proyecto? ¿Con qué tipos de clientes trabajáis?
El año pasado fabricamos las primeras unidades que ya están instaladas en diferentes centros: hospitales, residencias, centros de menores con trastornos de conducta muy graves… Estamos trabajando mucho con centros sanitarios porque es donde más aprendizaje sacamos al haber más volumen. Llevamos instaladas más de mil duchas en menos de un año. Estamos compitiendo bien a nivel de precios para centros sanitarios, no tanto para particulares. A medida que vaya avanzando el tiempo y vayamos pudiendo ampliar volúmenes seremos más competitivos para llegar a domicilios.
¿Cómo es la respuesta de las personas usuarias cuando lo prueban?
Al principio es un choque, especialmente en personas mayores, porque pasan de cero tecnología a una ducha con pantalla, pero hay un periodo de adaptación y la idea es que puedan disfrutar de ese momento. Para la mayoría de personas dependientes la ducha era un trámite, algo que tienen que pasar, pero que no les gusta. Con esta ducha han encontrado que ese momento lo pueden disfrutar, muchos pueden estar solos y ganar esos momentos de intimidad y autonomía y relajarse. Durante este año hemos aprendido a introducir el producto. Nos hemos dado cuenta de que hay que ir poco a poco, segmentando las funcionalidades para que, tanto las personas cuidadoras como las personas usuarias pueda ir adaptándose poco a poco.
¿Qué supone para vosotros ganar el premios Tecnología Humanitaria que otorga Cruz Roja ?
Recibir un reconocimiento de una entidad tan importante como Cruz Roja, que va alineada en nuestra misión y objetivos, al final es un gran honor. Es un aval para nosotros, de seguir creyendo en nuestra misión a pesar de las dificultades que hemos tenido todo este tiempo. Es un impulso. Chutes de energía que necesitas para seguir. También, el ver hasta dónde podemos llegar con la colaboración de Cruz Roja.
¿Qué dificultades habéis encontrado hasta llegar aquí?
Muchas han sido por no tener referentes. Muchos productos o servicios salen de otras iniciativas, de juntar ideas y mejorarlas o adaptarlas a un perfil de personas o de empresas. En nuestro caso, partíamos de cero. Partíamos de una ducha convencional y ninguno del equipo era ingeniero industrial ni experto en el sector. También la parte económica. Hay una inversión de tiempo y dinero importante. Momentos para abandonar hay bastantes. Siempre llegaba ese momento de tirar la toalla pero aparecía un reconocimiento como este o una colaboración, y eso nos empujaba a continuar.