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Javier Peña: “La crisis climática es una oportunidad para crear un mundo mejor”
LA MIRADA DE
JAVIER PEÑA
“La crisis climática es una oportunidad para crear un mundo mejor”
JAVIER PEÑA
23/01/2023
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Silvia Llorente

Universalidad

23/01/2023
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Silvia Llorente

Universalidad

Divulgador ambiental

Todavía estamos a tiempo de frenar el cambio climático. Ese es el importante (y esperanzador) mensaje que lanza el divulgador ambiental Javier Peña, también conocido en redes sociales por su proyecto ‘Hope | en pie por el planeta’, donde sus vídeos superan la friolera de los 2 millones de seguidores, y acumulan cerca de 600 millones de reproducciones. Mediante una comunicación sencilla, directa y efectiva, Peña tiene un objetivo sencillo, pero esencial: comunicar la emergencia climática actual y dar claves y herramientas para enfrentarse a ella y resolverla. Tirar la toalla, asegura, no es una opción. 

Divulgador ambiental
Fotógrafa: Natalia Quiroga.

Cada vez hablamos más sobre cambio climático. Por contextualizar, ¿qué nos dicen los datos y las voces expertas sobre lo que está causando el cambio climático en nuestro planeta? 

Lo que está ocurriendo es que el calentamiento acelerado provocado por las emisiones de efecto invernadero está desestabilizando el clima global con consecuencias extremadamente catastróficas para las personas, los ecosistemas y los cultivos. Según datos de la Organización Meteorológica Mundial, se han multiplicado por 5 las catástrofes climáticas o los eventos climatológicos extremos respecto a hace 50 años con consecuencias dramáticas para la vida de las personas. La cantidad de personas que se están convirtiendo en refugiadas (por catástrofes climáticas: sequías, inundaciones, fracaso de cosechas…) está creciendo exponencialmente hasta superar ya las 30 millones de personas al año. De hecho, esto se considera ya la primera fuente de desplazamiento de personas muy por encima de la violencia o los conflictos.  

Por otro lado, estamos viendo cómo la biodiversidad global de la que dependemos está en declive. Hemos perdido el 68% de las poblaciones de vertebrados en los últimos 60 años, y cada vez estamos sometiendo a la naturaleza y a los cultivos a condiciones más extremas. Lo estamos viendo en España: hace poco que perdimos la mitad de la cosecha de aceite de oliva y alrededor de un 30% de la cosecha de cereal por la sequía y las temperaturas extremas. Se han registrado 4.700 muertes este verano relacionadas con el calor extremo; el Mediterráneo a 30 grados…

Está explotándonos en la cara una realidad que, sin embargo, no es la “nueva normalidad”, porque esto va a ir a peor. Los escenarios de reducción de emisiones a los que se están comprometiendo los gobiernos son todavía insuficientes para mantenernos por debajo del objetivo de contener el calentamiento en 1,5 grados y evitar las peores consecuencias. Estamos asomándonos a un precipicio, tenemos ya un pie fuera, y seguimos sin darnos cuenta. 

A la hora de comunicar todo lo que está pasando, ¿hasta qué punto es importante no caer en el catastrofismo? 

Cuando comunicas esta información es un deber moral explicar que es algo extremadamente serio. La mayor crisis a la que se ha enfrentado la humanidad en toda su historia. Sin duda. Pero, a la vez, lo que dicen todos los informes de las autoridades científicas es que estamos a tiempo, que podemos resolver esto y mejorar la vida de toda la población.  

Yo intento poner el foco en las transformaciones que necesitamos hacer, porque necesitamos cambiar y actualizar la forma en la que producimos y nos comportamos. Existen nuevas prácticas más avanzadas y eficientes que tienen ventajas más allá de reducir las emisiones y la contaminación (por cierto, respirar aire contaminado por combustibles fósiles ya mata a 7 millones de personas al año). Ventajas para las personas, los agricultores, los productores; para toda la industria. Estamos en disposición de hacer una revolución: una evolución en la forma en la que hacemos las cosas y con mejoras para toda la población. Son cambios que habría que hacer aunque no existiera el cambio climático y que nos dejan un planeta infinitamente mejor. 

Somos la generación que tiene mayor responsabilidad, porque de lo que decidamos hacer o no hacer dependerá el futuro de los próximos milenios. Podemos ser la generación que vio arder el planeta y aun teniendo todas las soluciones encima de la mesa decidió no actuar, o la que protagonizó la mayor evolución social que haya vivido la humanidad en toda su historia. En mi caso, tengo claro qué decisión quiero tomar, de qué lado quiero estar, y creo que cualquier persona con información también. Es una cuestión de transformar la urgencia, el miedo o la ansiedad que nos provoca todo este escenario en acción positiva, en transformación y en implementar cambios que nos van a beneficiar a todos.  

¿Por dónde pasan todas esas transformaciones?  

Al final esto es un cambio de sistema. Un sistema es una agrupación de elementos. Tienen que cambiar los comportamientos de los individuos que forman parte del sistema, también tienen que cambiar las empresas que suministran bienes y servicios a esa economía y por supuesto toda la legislación e incentivos gubernamentales (lo que se apoya, lo que no; lo que se permite, lo que no…). Es una transformación en tres ejes, y los tres son igualmente importantes y tienen que ir a la vez a toda velocidad.  

A nivel individual, por ejemplo, ¿qué podemos hacer? 

Hay muchas cosas que podemos hacer como individuos, desde reducir el consumo de carne hasta contratar la luz con una empresa que solo provea de energía renovable pasando por aislar nuestras viviendas acogiéndonos a las ayudas que hay para reducir nuestro consumo energético en un 80%. Todas estas transformaciones, además, benefician nuestra salud y nuestro bolsillo. Decisiones que ya conocemos todos como utilizar menos el coche privado, participar en movilizaciones para exigir más acción medioambiental, cambiar nuestro dinero a un banco que no invierta en combustibles fósiles… hay muchas acciones que podemos tomar desde el voto, el consumo, la movilización y desde nuestros propios hábitos.  

Aquí hay un mensaje fundamental, porque muchas veces nos quedamos con la sensación de que somos meros espectadores y que no tenemos poder para cambiar la realidad, y esto es una creencia totalmente equivocada: tenemos mucho más poder del que pensamos. De la opinión, comportamiento, movilización y voto de la ciudadanía han venido todos los grandes cambios que parecían imposibles y ya están asentados en la historia de la humanidad. Es importantísimo entender que tenemos ese poder y podemos sumar muchísimo.  

¿Crees que están las autoridades pertinentes realmente preocupadas por el cambio climático?  

Se están produciendo grandes avances en estos últimos meses. La adopción de las energías renovables, por ejemplo, es una pura cuestión económica. Son más baratas que las otras y nos hacen más independientes energéticamente. Esto está produciendo una aceleración muy grande en todo el mundo. También en cuanto a la restauración de sistemas y a la protección de la biodiversidad se están dando pasos. 

La transformación de la agricultura, por otro lado. Es el mayor impacto que tenemos sobre la tierra; el 50% de la tierra está dedicado a producir comida. Lo que hagamos o no en los campos de cultivo tiene que ver con cómo producimos la comida, que a su vez genera cambios fundamentales. Grandes avances que hace poco tiempo parecían imposibles, incluyendo a China, Estados Unidos o la Unión Europea, que están dando grandes saltos… pero aun así hay que correr muchísimo más, y hay que aumentar la dimensión.  

Estamos en un punto que podría convertirse en un punto de inflexión positivo. Hay algunos puntos de inflexión climáticos que hemos escuchado que son de “no retorno”, especialmente terroríficos, de sistemas climáticos que hacen un giro y cambian y provocan más calentamiento acelerado; pero también hay puntos de inflexión y puntos de “no retorno” positivos, de esperanza, que se empiezan a vislumbrar. Es el momento de salir con todo como ciudadanía, de poner en el centro nuestras preocupaciones, nuestro consumo, nuestro voto, nuestra movilización y nuestra ciudadanía activa para promover la acción climática y la restauración de la biodiversidad. Estamos cerca de vislumbrar ese punto de inflexión de la esperanza.  

¿Qué soluciones innovadoras estamos viendo al respecto? Por ejemplo, hace poco hablabas en un vídeo sobre las ciudades del futuro, y cómo estas podrían ser más verdes… 

Esto pasa en todos los ámbitos: hay soluciones ingeniosas, en muchos casos sencillas y económicas, que convierten un problema en una solución. A mí me interesa mucho la agricultura. El tema de la agricultura regenerativa, por ejemplo, que pasa por el ahorro del agricultor, y que convierte la agricultura y la producción de comida de problema a solución sin utilizar además pesticidas y químicos, sin arar la tierra… Hay experiencias que aumentan la producción y en lugar de generar emisiones están capturando el CO2 en los suelos agrícolas y multiplicando la biodiversidad.  

Lo que está haciendo Barcelona con las supermanzanas. Se ha reducido un 30% la contaminación del aire en la ciudad, con todos los beneficios que esto tiene a nivel de salud, enfermedades y muertes prematuras por respirar aire contaminado. Al mismo tiempo, es un proyecto que permite crear espacio público, decenas de metros cuadrados de nuevos parques, plazas y espacios verdes que van a cambiar la vida de la gente que viva en torno a ellos. 

Somos capaces de imaginar un futuro mejor y de construirlo. Tenemos las soluciones: lo que nos falta es aplicarlas. Otro ejemplo es el aislamiento de viviendas. Con toda la problemática por la pobreza energética y los altos precios de la electricidad y la energía… estamos viendo barrios enteros que se están rehabilitando y los vecinos pasan a pagar menos de la mitad de la calefacción y tienen un mayor confort térmico, disparando además la economía a través del sector de la construcción. 

La crisis climática es una oportunidad para poner en marcha soluciones muchísimo mejores de las que tenemos en la actualidad y para crear una sociedad que nos permita vivir mejor, para crear un mundo mejor. Tenemos esa puerta atrás que nos hace tener que correr a una velocidad extrema para implementar todo esto. Pero, desde luego, habría que hacerlo igualmente aunque no existiera la crisis climática.  

¿Cuáles son las claves de una buena comunicación o divulgación científica? 

Es fundamental hacer un trabajo de comprender muy bien de lo que vas a hablar, y luego de hacer un destilado del lenguaje para poder traducirlo a palabras que, sin perder rigor, sean comprensibles para cualquier persona que no tenga una formación científica o base científica. Esto es fundamental para aterrizar esto a la realidad y para que las personas normales y corrientes puedan entenderlo y tomar una posición al respecto. 

Lo que comentábamos antes: es muy importante el equilibrio entre lo peligroso que es esto y la capacidad que tenemos de cambiarlo, porque es inseparable. Si piensas que está todo perdido, carpe diem, y vamos a disfrutar del tiempo que nos queda porque no podemos hacer nada… no vamos a ninguna parte. Y este es un mensaje que intentan promover intereses relacionados con los combustibles fósiles para desmovilizar a la gente (hay estudios que lo certifican). Esto es extremadamente urgente, sí, pero podemos resolverlo. Estamos a tiempo. Hay que correr mucho, pero desde luego hay esperanza.  

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