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Carla Simón: “No veo el cine como un oficio sino casi como una forma de vivir”
LA MIRADA DE
CARLA SIMÓN
“No veo el cine como un oficio sino casi como una forma de vivir”
CARLA SIMÓN
02/11/2022
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Paula Pons
02/11/2022
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Paula Pons
Directora de cine y guionista

Su capacidad innata de explorar la memoria familiar desde una perspectiva personal y única ha convertido a la directora y guionista Carla Simón (Barcelona, 1986) en uno de los grandes nombres del cine español actual, tanto a ojos del público como de la crítica. Su primer largometraje, Verano 1993, se alzó con 3 premios Goya en el año 2018, entre ellos el de Mejor Dirección Novel; y el segundo, Alcarràs, va camino de repetir éxito. Se estrenó en el Festival de Cine de Nueva York, ha ganado el Oso de Oro en Berlín y ha sido seleccionada para representar a España en la próxima edición de los Oscar. Todo ello mientras desarrollaba su gran proyecto personal, convertirse en madre por primera vez. Hablamos con ella sobre un presente, pasado y futuro marcado, cada vez más, por su propia historia. 

Directora de cine y guionista

El éxito de Alcarràs está siendo arrollador. ¿Cómo has vivido este año y medio desde que se estrenó en cines? 

Intensamente [ríe]. Con muchísima felicidad, porque es una película que requirió mucho trabajo y que hicimos con mucho cariño, y mucho tiempo también. Entonces, cuando ves que da sus frutos, y nunca mejor dicho, es bonito.  

Además, has sido madre recientemente. ¿Ha cambiado la maternidad tu percepción de las cosas?  

Entre todo esto he tenido la experiencia de la maternidad que también es muy intensa, pero a la vez es como que te mantiene los pies en el suelo y entendiendo cuál es el sitio de cada cosa, que está bien también. Influye en el orden de prioridades, porque yo me tomo mi trabajo muy en serio y lo vivo muy intensamente, pero es verdad que cuando tienes un hijo tus prioridades cambian un poco y digamos que toda la promoción de Alcarràs la he hecho con todo mi esfuerzo pero a la vez con el cerebro un poco dividido por dedicarle atención a mi hijo.  

¿Crees que influirá en tus futuros proyectos? 

Sin duda. Tanto en Verano 1993 como en Alcarràs hay una aproximación a la familia casi siempre desde la generación más nueva (los niños y niñas, los y las adolescentes…) y creo que es porque ese es el sitio que yo ocupaba en mi familia. Y, de repente, el hecho de tener un hijo cambia un poco esa sensación de que yo paso a ser la generación del medio y estoy bastante convencida de que esto va a tener algún tipo de repercusión luego en mis guiones y en mis películas.  

La memoria familiar es una constante en tu trabajo, primero en Verano 1993, una historia autobiográfica de tu propia vida tras la muerte de tus padres; también ahora en Alcarràs en la que te inspiras en otra historia familiar, la de tus tíos…  ¿Es más fácil o más difícil trabajar con esa implicación emocional? 

Para mí más fácil, porque no sabría hacerlo distinto. Cuando me han propuesto proyectos y me he planteado hacerlos o no hacerlos, si no siento esa implicación directa me parece que no lo sabría hacer porque no sé trabajar desde ahí. Y evidentemente puedo (yo creo) dirigir historias que no tengan que ver con mi vida pero sí siento que necesito que me interese mucho el tema porque al final mi forma de trabajar es muy lenta y le dedico mucho tiempo y, si no sientes que es algo que importa y que tienes un deseo muy fuerte de filmar, también por razones personales, me parece que es muy difícil. No veo el cine como un oficio sino casi como una forma de vivir.  

Alcarràs es una radiografía de muchas cosas pero la más clara es el análisis sin paliativos de la situación actual en el medio rural. Tú has vivido esa realidad desde niña, ¿cuáles crees que son los retos a los que se enfrenta a la hora de garantizar su supervivencia, su adaptación y desarrollo? 

Para mí el gran reto que tienen ellos es cómo hacer que sea sostenible pero, sobre todo, el reto que tiene la pequeña agricultura. Yo donde realmente veo un poco de esperanza es en la agricultura ecológica, es una manera que nos permite ser respetuosos, que hay que cuidarla en pequeño y que permitiría que esa manera de hacer agricultura en familia siguiera siendo sostenible. El problema es que la transición de la convencional a la ecológica es muy dura porque a veces pasan cuatro o cinco años hasta que se ven los frutos directamente y ese tiempo es demasiado para la mayoría de familias. Y, si no encontramos formas de respetar esa manera de hacer agricultura, nos va a llevar a la despoblación, seguro, de esos pueblos.  

¿Es incompatible el progreso, representado en esa tala de melocotoneros en Alcarràs para instalar placas solares, con el desarrollo justo y sostenible de la agricultura? Y, lo que es más importante, ¿es posible el progreso sin un medio rural próspero? 

Yo no estoy para nada en contra de la energía renovable, creo que es muy importante, y por eso de ahí lo interesante de la película: creamos un dilema moral que no sabrías que hacer como espectador. Esa idea de que el malo no es tan malo y que las cosas no son blancas o negras, sino que tienen muchos matices y muchos grises, y de ahí que el problema fueran las placas solares.  

España es un país muy grande y no entiendo cuando se ponen placas en sitios donde se puede cultivar la tierra, realmente hay zonas donde tendría mucho sentido ponerlas porque no hay nada y no afectaría a nadie. Es verdad que evidentemente a sus propietarios y propietarias les interesa más poner placas que cultivar la tierra pero si se tiene un terreno que se puede cultivar, yo creo que tarde o temprano se debería cultivar. Es un tema complejo, el de cómo se aplica esta energía renovable, yo creo que nos queda mucho trabajo ahí.

"CUANTA MÁS GENTE JOVEN VAYA A LOS PUEBLOS, MÁS VAN A CAMBIAR"
FotoCita

Se empieza a hablar del papel de la mujer en el medio rural. Sin embargo, y pese a que la historia demuestra que ellas también han trabajado en el campo, el suyo tiende a no ser no reconocido más allá del rol de colaboradora o apoyo. ¿Es real está percepción? ¿Crees que está cambiando? 

Nosotros intentamos hacer un retrato de lo que observábamos ahí, sobre todo hoy en día. Antes sí que las mujeres estaban más en el campo que ahora; yo creo que también ayudan cuando es necesario pero también tienen sus propios trabajos y, además, son ese sustento moral y emocional de la familia. Porque cuando hay cosecha, las que aguantan la tensión de los agricultores son ellas muchas veces. 

Nos parecía que en un momento donde la narrativa está tan a favor de esas historias de mujeres empoderadas y feministas, a veces no todas han tenido esa oportunidad o han podido ser así. En realidad hay ciertos sitios donde este feminismo llega más tarde, al menos en Alcarràs yo lo veo cuando veo a mi familia. En cambio, mi prima, que tiene 16 años y está en la Asamblea Feminista de Alcarràs, da clases magistrales a su padre, por ejemplo. Hay sitios donde va más rápido y sitios donde está empezando ahora a cambiar, y para nosotros era importante retratarlo no de la manera que a nosotros nos gustaría que fuera sino de la que es o hemos observado.  

La pandemia parece que cambió la percepción del medio rural para personas jóvenes que han visto que una vida en los pueblos es posible, ¿crees que hay futuro allí para las nuevas generaciones y que ellos pueden ser la clave para revertir la despoblación rural? 

Sin duda. Para mí, la vuelta a los pueblos es, en muchos sentidos, la respuesta a muchas cosas, porque tampoco es bueno que en las ciudades haya tanta gente; que sean más verdes y haya menos contaminación pasa también porque viva menos gente en ellas. Yo vivo en Barcelona y me lo planteo todos los días, si estamos aquí bien o nos vamos, y creo que en algún momento, cuando tienes hijos, es como natural esa vuelta al pueblo o a un sitio que sea más tranquilo, más sostenible, más verde…  

Creo que cuanta más gente joven vaya a los pueblos, más van a cambiar. Por ejemplo, una cosa que siempre me asusta mucho de irme a un pueblo a vivir es la falta de oferta cultural, que no haya un cine o un teatro cerca, pero siento que cada vez hay más proyectos que reivindican la cultura en estos sitios pequeños y que esto está hecho por gente joven que se va a vivir ahí.  

¿Puede el cine cambiar realidades o al menos agitar conciencias, o consideras el cine como puro entretenimiento? 

Yo cuento las historias como las quiero contar y nunca pienso en cómo debería reaccionar la audiencia, pero sí que es verdad que para mí el cine, al menos como espectadora, es una herramienta de reflexión y de emoción también. Cuando veo una historia que me pueda emocionar, luego me gusta que me haga pensar en la vida, el ser humano, en cómo somos… De alguna manera, que me haga crecer como persona, que al final es para mí el sentido de la cultura. No solo del cine, sino de un libro, de una exposición o de un concierto, que vayas y puedas tener esa experiencia emocional. Nunca he pensado en el cine como entretenimiento pero cuando lo estás haciendo buscas que la gente conecte.  

¿Qué puedes adelantar de tu próximo proyecto, Romería, que también hablará sobre la memoria familiar? 

Está muy verde pero es una especie de búsqueda sobre estos orígenes que nos ayudan un poco a definir nuestra identidad y, como yo perdí a mis padres de pequeña y esta memoria familiar no la tengo presente porque no me la han podido contar ellos, siento que hay unas piezas que me faltan en mi vida que he tenido que inventar; entonces es un poco una reflexión sobre la necesidad de esa memoria familiar y como, cuando uno no la tiene, la puede inventar.  

 

[Foto de Carla Simón: David Ruano

Fotogramas de Alcarràs: Lluís Tudela]

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