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Cuando el techo es el cielo
CUANDO EL TECHO ES EL CIELO
Cruz Roja
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parte 1 personas sin hogar
La situación del sinhogarismo es la expresión más grave de la exclusión residencial en la que puede encontrarse una persona. Una situación que, lejos de resultar excepcional, puede responder a numerosos y diversos factores: la pérdida de trabajo, el agotamiento de los ahorros, los problemas y las rupturas familiares… Es duro manifestarlo y quizá incluso resulte raro concebirlo, pero así es: cualquier persona podría verse abocada a vivir en la calle. Cualquiera.
Susana Royo, portavoz del Programa de Atención a Personas Sin Hogar de Cruz Roja, explica que las vicisitudes que experimentan las personas sin hogar no son tan diferentes a las del resto de gente. “Son personas que han sufrido sucesos vitales importantes en su vida, pero no han contado con las herramientas para gestionarlos. Esos sucesos les han afectado en diferentes esferas: a nivel individual, familiar, económico, emocional, laboral…”, enumera. Cuando “sus recursos personales se han terminado”, señala, “llegan al nivel de vulnerabilidad extremo que es encontrarse sin hogar durmiendo en la calle”. Por eso, precisamente, no existe un único perfil de persona que se encuentre en la calle: “Cada caso es individual, y así lo tratamos desde Cruz Roja”.
Conocer la realidad de estas personas es clave para despojarse de los prejuicios y reflexionar sobre la problemática que supone, no solo para ellas, sino para el conjunto de la sociedad. En Ibiza, la campaña de sensibilización Vivir en la calle no es una elección, organizada por Cruz Roja en la localidad balear, ha puesto el foco en este tema. Mediante un ficticio salón en medio de la calle, se ha ofrecido a viandantes y personalidades de la ciudad conversar con diferentes personas sin hogar usuarias de la Organización que han explicado los motivos que los han conducido a vivir en la calle y a relatarles cómo es su vida.
“Si alquilo una habitación no como y, si como, no puedo alquilar una habitación”
José Carlos es una de las personas usuarias del Programa de Atención a Personas Sin Hogar en Ibiza. Cuenta que, al quedarse sin trabajo, se vio ante un panorama muy complejo. “Si alquilo una habitación no como y, si como, no puedo alquilar una habitación”, explica, y reflexiona sobre los elevados precios de las viviendas. Por todo ello, se deshace en agradecimientos hacia Cruz Roja: “Me ayudan con alimentos, me dan ropa, me puedo duchar… Gracias a Cruz Roja puedo tirar hacia delante, si no, estaría comiendo de la basura”, evidencia.
Diez años son los que lleva Marga siendo voluntaria de Cruz Roja en Ibiza. A los tres meses de unirse a la Organización, comenzó en el Programa de Atención a Personas Sin Hogar. “Cuando vemos a gente pidiendo en la calle, ni los miramos, y mucho menos los escuchamos”, comenta al ser preguntada por los prejuicios hacia las personas sin hogar. La sopa caliente, las mantas o la ropa que les acercan suponen el primer contacto, dice, “para que nos cuenten qué les pasa y ayudarlos a salir de esa situación”.
“Recuerdo la historia de un chico que se me quedó marcada. Vino a Ibiza por la crisis que hubo hace años. Era camionero, pero se había quedado sin trabajo. Además, estaba separado y tenía un niño de 4 años, que cuidaban sus padres. Pues, en un accidente, fallecieron sus padres y el niño, es decir, perdió a sus padres, a su hijo y su trabajo. Pienso, ¿cómo alguien se repone de eso? Te quedas hecho polvo”, cuenta Marga.
parte 2 personas sin hogar
Un 2021 donde Cruz Roja sigue aportando y sumando
La pandemia ha agravado todavía más las circunstancias personales y profesionales de miles de personas en nuestro país. Ello ha repercutido en un mayor número de personas en la calle. “Estamos viendo a nuevas personas en esta situación, algunas de las cuales han terminado aquí como daño colateral a la pandemia de la COVID-19: ERTEs, pérdida de empleo…”, corrobora Susana Royo.
Cruz Roja, mediante su Programa de Atención a Personas Sin Hogar, cumple un papel esencial en este contexto. Hasta agosto de 2021, las UES (Unidad de Emergencia Social) han atendido a 10.379 personas sin hogar (aproximadamente el 17,8% son mujeres) gracias al trabajo que realizan 78 unidades móviles en 36 provincias distribuidas en 15 comunidades autónomas (la Organización dispone de Unidades de Emergencia Social en la mayoría de las provincias). Del total de personas atendidas, un 17,8% son mujeres.
“De manera paralela, existen una serie de puntos de referencia a la que pueden acudir las personas sin hogar a realizar sus demandas. Desde estos espacios, se desarrolla un trabajo más profundo de atención social, seguimiento y acompañamiento, para iniciar procesos de cambio de roles, empoderamiento, etc.”, cuenta Susana Royo. Cruz Roja gestiona en la actualidad 28 centros que cuentan aproximadamente con 700 plazas de alojamiento en albergues y pisos destinados a la acogida temporal de personas sin hogar. Estos alojamientos, a su vez, están distribuidos en 16 provincias de 10 comunidades autónomas.
parte 3 personas sin hogar
Recorrer las calles para brindar ayuda
El voluntariado perteneciente al Programa de Atención a Personas Sin Hogar realiza itinerarios en las zonas en las que se encuentran personas sin hogar y las atiende de manera individualizada en el mismo lugar en el que se encuentren. Para ello, se siguen las rutas establecidas que permiten mantener el contacto con las personas que viven en la calle a diario. La Organización, además, también está continuamente alerta para detectar nuevos casos y, en caso de que sea necesario, se disponen de protocolos diferenciados en función del tipo de vulnerabilidad y los riesgos a los que se enfrenta.
La entrega de productos de abrigo, alimentación, higiene masculina y femenina, de material sanitario y preventivo de la COVID-19, o la cobertura de necesidades básicas son las atenciones más destacadas que se desarrollan los 365 días del año en todas partes. Bien lo sabe Mounia Yachou, voluntaria de Cruz Roja en Melilla, que forma parte del Programa de Atención a Personas Sin Hogar de la Organización. “Son nuestra gente”, dice cariñosamente de las personas sin hogar a las que suelen visitar. “Y saben también que ‘el chaleco rojo’ está ahí para lo que necesiten. Así nos llaman: ‘El chaleco rojo’”, cuenta Mounia.
“Saben que ‘el chaleco rojo’ está ahí para lo que necesiten”
La unidad de intervención social de Cruz Roja en Melilla realiza concretamente tres salidas a la semana, los martes, miércoles y jueves, en horario de mañana de 9 a 13h. En la actualidad, se están atendiendo a entre 15 y 20 personas en situación de calle por salida, pese a que, recuerda Daniel Oliva, trabajador social en Cruz Roja Melilla, “la cifra es muy variable y no siempre es la misma”.
Mounia confirma que se recorren todos los rincones de la ciudad para atender al máximo número de personas posible. “Primero, les preguntamos cómo están, para que intenten estar cómodos, ganarnos su confianza y que entiendan que queremos ayudarles. Muchas veces están a la defensiva”, señala. “Les entregamos alimentos, y también les ofrecemos ayuda psicológica”, añade.
No tiene dudas, eso sí, de que cuantas más manos contribuyan a la causa, mejor. “Animo a todas las personas a que hagan voluntariado. Aquí, en Melilla, se necesita mucha ayuda. Y en las UES no hay edad. Toda ayuda es bienvenida”, puntualiza. En su caso personal, confiesa que “Cruz Roja me da la vida: hace mi día. Intentar aportar ese granito, dar ese ‘algo’... y te lo agradece tanto la gente”.
parte 4 personas sin hogar
Vivir en la calle ante una ola de frío
El no tener hogar ya es, per se, una situación dañina tanto física como psicológicamente. En este contexto, las olas de frío y calor solo agravan los problemas que sufren las personas más vulnerables. Las de frío, concretamente, causan mayor mortalidad al disminuir defensas y favorecer las enfermedades respiratorias. Con la bajada de temperaturas, las personas indomiciliadas son las que más padecen las consecuencias.
Las olas de frío y calor agravan los problemas que sufren las personas más vulnerables
“Los efectos del sinhogarismo provocan consecuencias en la salud; si a eso le añadimos el intentar descansar con una climatología extrema, la situación se complica considerablemente”, valora Susana Royo. En ese sentido, añade, “es importante informarles de los recursos existentes y de los que se habilitan en temporadas de extremo frío”.
Para afrontarlo, se realizan diversas acciones: “Distribución de kits de invierno, habilitación o apoyo en albergues, rescate de personas atrapadas por el temporal o llamadas informativas con consejos frente al frío para las personas vulnerables son algunas de las acciones que está llevando a cabo Cruz Roja con la bajada de temperaturas y el comienzo de las nevadas”, precisa Susana Royo. Todo ello ha motivado la campaña Yo me protejo, mediante la cual se recuerdan sencillos hábitos que ayudan a prevenir o reducir el impacto negativo de las bajas temperaturas.
Para Mounia Yachou, voluntaria en Cruz Roja Melilla, en las necesidades de las personas sin hogar y su honestidad reside algo muy especial. “Les solemos preguntar si necesitan más ropa, más mantas, y más ahora con el frío… y algo que me llama la atención es que, cuando ya tienen de algo, no quieren nada más. Te dicen ‘yo ya tengo manta’, o ‘tu compañera ya me ha dado’. Lo valoran muchísimo”, expresa.
En Zaragoza también conocen lo que significa el sinhogarismo. De hecho, el censo de personas sin hogar de Zaragoza ha sido reconocido este mismo año como buena práctica por parte de la Oficina de Cruz Roja en Bruselas. Cada dos años, Cruz Roja Zaragoza realiza un estudio para mejorar la atención de las personas sin hogar, un informe que no solo sirve para recabar datos, sino también para poner el foco en esta población que se encuentra en una situación de extrema vulnerabilidad. Paralelamente a este proyecto, Cruz Roja Zaragoza sale con una unidad móvil de lunes a viernes por la noche.
Bien lo sabe Cristina Marco, trabajadora social del Proyecto de Atención Integral a Personas sin Hogar de Zaragoza en la Unidad de Emergencia Social (UES). Su labor se desarrolla en turno de noche y, ahora en invierno, de 20:30 a 0:30h concretamente. Empezó de estudiante (“desarrollé las prácticas de la carrera de Trabajo Social en este proyecto”) y aquí sigue, “aprendiendo cosas nuevas, ya no del proyecto, sino de las personas” a las que atienden. En 2021, han sido concretamente 330 personas, de las cuales 39 han sido mujeres. “Muchas otras no proporcionan sus datos personales o no quieren la intervención”, advierte Susana Royo, portavoz del Programa de Atención a Personas Sin Hogar de Cruz Roja.
“Me quedo con trabajar a pie de calle, en el tú a tú con ellos y ellas. Otro punto fuerte son los voluntarios y voluntarias que pertenecen a él. Es una auténtica maravilla compartir con ellos las jornadas nocturnas”, dice Cristina Marco. “En el proyecto estamos dos trabajadoras, y mi compañera Lucía desempeña su labor en despacho la mayoría de las jornadas en horario de mañana. Eso nos permite la derivación de personas que vamos viendo en calle al despacho y así, de alguna forma, hacer un puente para poder iniciar un proceso con ellos”, añade.
No todas las noches son iguales, aunque Cristina tiene claro cómo combatir la desesperanza: “El solo hecho de haber podido comenzar una intervención con una persona más allá de la calle compensa las noches que son más duras”. Porque cuando dormir bajo el cielo no es una elección, sino una señal de exclusión social, hay que tomar cartas en el asunto cuanto antes.
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