De vocación, ayudar a las demás personas - Ahora

• Antonio Martín es periodista en la agencia EFE, en Alicante. Su trabajo y sus obligaciones familiares no impiden, eso sí, que se colabore asiduamente con Cruz Roja como voluntario. Esta es su historia. 

Hace un par de años, Antonio Martín, periodista, sintió la llamada de la solidaridad. “Lo necesitaba: tenía inquietud por echar un cable a la gente que lo necesita”, cuenta este voluntario de Alicante. Entre las opciones que se le presentaron, no dudó en escoger Cruz Roja como la organización en la que canalizar esta vocación. “Pensé que podría encauzar esta necesidad, y así fue”, añade. 

Cuando empezó como voluntario, Antonio reconoce que no sabía muy bien dónde podría echar una mano. Comenzó su voluntariado con personas sin hogar que viven en la calle y que, muchas veces, tienen distintas adicciones. Un área en la que todavía sigue aportando su granito de arena pues, como cuenta, a veces solo hace falta escucharles. 

Antonio Martín es voluntario de Cruz Roja en Alicante 

“Te das cuenta de que con solo mirarles a los ojos, estar ahí, ayudas a esas personas que se consideran invisibles”, recalca de su experiencia. Además, el compromiso con estas personas no solo se vertebra en la atención social, sino en la ayuda que necesitan para realizar distintos trámites. “Sacarse el DNI, la tarjeta sanitaria; los trámites para empadronarse…”, enumera Antonio. 

Ese primer paso, asegura, les ayuda a integrarse en la sociedad. “Pueden dar pasitos para salir de la situación en la que viven”, sostiene Antonio, que también asevera que sin esa ayuda, sin esa mano tendida, sería prácticamente imposible que lo consiguieran.  

De los meses de confinamiento y pandemia, Antonio Martín extrae una valiosa lección: “Hemos aprendido que, dentro de las posibilidades de cada uno y su situación familiar y personal, siempre se puede echar una mano. Vivimos en sociedad: las personas nos necesitamos las unas a las otras. Creo que mediante Cruz Roja he conseguido ayudar un poquito a las demás personas”. 

“Siempre se puede echar una mano”, asegura Antonio 

El pasado 2020, por otro lado, le ha demostrado a Antonio que no hay fronteras para Cruz Roja. “Llega a todos los sitios”, recuerda. Y es que, tras la declaración del Estado de Alarma, las personas que vivían en la calle no podían alejarse de los sitios donde pernoctaban. Tampoco era una opción pedir limosna o acudir a una iglesia o un comedor social. “Todo estaba cerrado”, menciona Antonio, que también tiene guardada en la memoria el agradecimiento sincero de estas personas cuando llegaba la Organización con alimentos.  “Una vez se abrió la mano y se fueron flexibilizando las medidas se veía cierta relajación en las personas sin hogar. Pero cuando las cosas se pusieron mal, ahí estaba Cruz Roja, dando un servicio fundamental”, narra. 

El voluntariado de Cruz Roja, imparable 

El perfil del voluntariado de Cruz Roja es cambiante y diverso. Si antes predominaban personas prejubiladas o jubiladas, ahora, según Antonio, han llegado personas de otras franjas de edad y todavía activas a nivel académico o laboral. “En mi caso, por ejemplo, tengo trabajo, dos niños… pero mi mujer me ayuda. Mi situación familiar me permite poder echar un cable”, asegura Antonio. “El denominador común de todo el voluntariado es el interés por ayudar a otras personas que puedan necesitar ayuda”, añade. 

Personas, por cierto, que debido a la pandemia y el confinamiento llegaron por tener más tiempo libre debido a las restricciones sanitarias. Muchas de ellas se han quedado en la Organización, porque, como reflexiona Antonio, “Cruz Roja está en la sociedad para ayudar a la sociedad”. Y, desde luego, ya es imparable.