“Cuando vas a otro lugar a ganarte la vida te tienes que amoldar, no imponer tu manera de vivir” - Ahora
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- No dudó ni un segundo. Cuando le preguntaron a Annie si le gustaría dar apoyo al profesor voluntario para impartir clases de francés dirigidas a personas mayores, dijo que sí inmediatamente. Desde entonces, forman un tándem perfecto en el que Annie ayuda a preparar el temario con el profesor y apoyar a sus "compañeras-alumnas" durante la clase.
Quién mejor que ella que es francoparlante, pero tiene un perfecto español tras llevar en Ibiza más de 56 años. Annie llegó a la isla en 1967, tras haber huido de Argelia al terminar la guerra que acabó con la independencia de la colonia francesa. Tras una breve etapa en París, recaló en la Ibiza de la que era originaria la familia de su marido para instalarse de manera definitiva.
"Había mucha gente de las islas e íbamos al colegio juntos y todo eso. Era muy normal. Cuando era pequeña, en Argel la sobrasada era algo normal a la hora de la merienda"
La Guerra de la Independencia de Argelia la sorprendió con tan solo 13 años y a día de hoy la recuerda con total claridad. “Con la llegada de la guerra, los tiroteos, los tanques y el toque de queda a las nueve de la noche, se pusieron tanto a la orden del día que llegamos a acostumbrarnos. Tanto que hasta nos tirábamos al suelo en cuanto comenzaban los tiroteos en plena calle. Aunque nos acostumbramos, reconozco que se tenía miedo”, afirma.
Cientos de ibicencos e ibicencas, tal vez miles, huyeron de la miseria y la guerra con rumbo a la Argelia francesa desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Por eso Annie conoció a Miquel, un ibicenco cuyos padres habían emigrado a Argel. “Había mucha gente de las islas e íbamos al colegio juntos y todo eso. Era muy normal. Cuando era pequeña, en Argel la sobrasada era algo normal a la hora de la merienda”, confiesa.
Una vez casados y tras huir a París, ciudad que no les acaba de convencer ya que echaban de menos al mar, se fueron a Ibiza de vacaciones. “Lo primero que vi al llegar fue Dalt Vila, todo blanco, y me recordó la Kashba de Argel. Me impactó tanto que no quería ni bajar del barco”, recuerda Annie emocionada. Una imagen que no olvida y que se funde con la llegada de sus hijos, dos nacidos en París, y una nacida en Ibiza.
Vivencias en un lugar que le ha dado tanto y al que Annie siempre estará agradecida, por eso subraya que “cuando vas a otro lugar a ganarte la vida, te tienes que amoldar, no imponer tu manera de vivir”.
Annie es voluntaria de Cruz Roja e imparte clases de francés, y como usuaria acude a talleres de memoria o manualidades
A pesar de que tuvo que adaptarse a una nueva cultura y también a una realidad diferente a la francesa, se acabó enamorando de la isla. “Era una delicia ver la sensación de libertad que tenía mi hijo que, por primera vez podía bajar a jugar a la calle sin ningún peligro” recuerda.
Pero no todo fueron facilidades, también reconoce que su llegada estuvo marcada por la dificultad del idioma, ya que, aunque su marido sí que hablaba ibicenco, ella solo dominaba el francés y el inglés, dos idiomas totalmente desconocidos en aquella época en la isla. “Aprendí hablando con mis vecinos: por un lado, tenía a unos que eran ibicencos, los de Can Fontassa, los de la tienda de Can Funoy, que además sabían francés, o Vicent y Juanita del Bar Nou. Por otro lado, también tenía vecinos andaluces, como Isabel o Pilar, así que el castellano que aprendí fue ‘andaluz’. Eso me costó un poco más”, confiesa.
Quizá sigue siendo aquel recuerdo el que la ha empujado a día de hoy a hacer lo mismo con la gente de su edad. El ayudarles a aprender un idioma nuevo. Quizá su gratitud hacia la isla, siga siendo lo que cada día la mueve a visitar a sus compañeras de Cruz Roja, donde acude tanto como voluntaria dando clases de francés, como usuaria de talleres de memoria o manualidades. Eso sí, solo entre semana, porque los fines de semana toca disfrutar. ‘Voy con mi grupo de amigas viudas a tomar algo o a comer al bar Norte. Antes nos íbamos a pasear, pero ahora ¡la que no tiene una cosa tiene otra!”, afirma entre risas.
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