Ingenio, valentía y experiencia: así consiguió rescatar un equipo de Cruz Roja a la vaca Ayla - Ahora
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- El 112 calificó de «imposible» el rescate por la zona en la que se encontraba el animal
Ayla vuelve a pastar tranquila junto a sus compañeras tras la estrepitosa caída que sufrió hace unos meses. El equipo de Salvamento Marítimo de Cruz Roja en Laredo consiguió salvar a esta vaca que quedó atrapada en un acantilado de difícil acceso. Fue gracias al coraje y la experiencia de los voluntarios y voluntarias que consiguieron rescatarla a través de un sistema que ellos mismos idearon.
La historia de la vaca Ayla comienza en Laredo, una localidad en la costa de Cantabria. Dos vecinos la encontraron atrapada en un risco tras haberse precipitado desde lo alto de un acantilado de 20 metros. A pesar de la monumental caída, el animal no sufrió heridas de gravedad y pudo volver nadando hasta la orilla. José Peral, el ganadero propietario de la vaca, llamó enseguida al teléfono de emergencia del Gobierno de Cantabria, el 112, para ver si podían rescatar a su animal, “me pedían unos 1.800 euros la hora. No lo vale la vaca ni lo tengo yo”, afirmaba.
Tras una segunda llamada al 112 de otra persona para alertar de la situación del animal, el Gobierno decidió examinar la zona para ver las posibilidades. Lo hizo por tierra y por aire con un helicóptero. Los bomberos concluyeron que era “imposible” poner en marcha la operación. Alesander Ruiz, voluntario del Equipo de Salvamento Marítimo, explica que hubiera sido muy complicado rescatarla a través del aire, “era imposible sacarla con una cuerda porque se habría golpeado con la parte superior de la cavidad”.
Fueron 17 los voluntarios y las voluntarias que sumaron fuerzas durante más de 6 horas para que el rescate saliera adelante
Pasaban los días. Los vecinos de la zona le suministraban alimento y agua a través de cubos y cuerdas. Mientras, el equipo de Salvamento Marítimo formado por voluntarios y voluntarias de Cruz Roja se reunía para evaluar el caso con el compromiso de realizar todo lo que estuviera a su alcance para salvar a Ayla.
El día del rescate
La previsión meteorológica daba olas de hasta cuatro metros el día que decidieron rescatarla, lo que les obligó a madrugar para evitar la bajamar. A pesar de todo, el mar se mostró más tranquilo de lo esperado. Aunque la disposición de las personas voluntarias era enorme, en estas situaciones, la propia seguridad es lo que prima. “La sacamos porque vimos que podíamos sacarla, en ningún momento poníamos en peligro la integridad física de nadie”, asegura Alesander.
La disposición de los voluntarios y voluntarias de Cruz Roja fue tal que acabaron ideando un sistema para salvar a la vaca en base a un arnés confeccionado gracias a un conjunto de boyas, cabos y garrafas que fue capaz de sostener el peso de Ayla. Una vez colocado el arnés, surgió una nueva dificultad: para trasladarla al puerto, debían navegar una milla y media arrastrándola por mar teniendo en cuenta lo asustada y débil que se encontraba. Alesander recuerda este momento con mucho nerviosismo, “la vaca no sabía que la íbamos a sacar de ahí, se quería soltar… Hubo momentos de mucha dificultad”.
Dos rescatadores a nado junto a una embarcación y una moto de agua acompañaron a Ayla hasta el puerto donde por fin pudo volver a pisar tierra firme. Llegó cansada y desorientada, pero sin heridas graves, tan solo algún rasguño por la caída.
Fueron 17 los voluntarios y las voluntarias que sumaron fuerzas durante más de 6 horas para que el rescate saliera adelante. Alesander recuerda la importancia de la colaboración de todo el equipo de rescate, “es un proceso complicado que hay que hacer entre varias personas porque, si no, es imposible”.
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