¿Cómo afectan las guerras al medio ambiente? - Ahora
Publicador de contidos
- La población civil no es la única que sufre los estragos de un conflicto armado. Las guerras también tienen efectos devastadores sobre el medio ambiente.
El planeta también padece los conflictos armados. Las guerras, no en vano, suponen una amenaza directa a la conservación y preservación de nuestro entorno, y es una verdad tan inapelable que incluso hay una efeméride para recordar su importancia (el 6 de noviembre se conmemora el Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados).
En tiempos de guerra, la naturaleza sufre la degradación que dejan tras de sí las acciones militares. La tala de árboles o los incendios ponen en peligro la biodiversidad o los ecosistemas naturales, las armas arrojan gases tóxicos y partículas al aire y filtran materiales pesados en el agua y en el suelo, y las bombas provocan profundas marcas en los paisajes.
A veces, la destrucción ambiental se debe a una estrategia intencionada. En la guerra de Vietnam, por ejemplo, el ejército estadounidense roció con productos químicos vastas franjas de selva con el objetivo de devastar los bosques y de esta forma privar de protección a sus fuerzas enemigas. Por otro lado, la guerra civil en Mozambique, que se prolongó durante 15 años, hizo que el Parque Nacional de Gorongosa perdiera más del 90% de sus animales.
En otras ocasiones, son las materias primas (petróleo, minerales, gas o diamantes) las que han originado ciertos conflictos. Tanto es así que, según el Programa de Medio Ambiente de la ONU, al menos el 40% de todos los conflictos del mundo están vinculados con la explotación de los recursos naturales. Desde 1946 hasta 2010 los conflictos han sido el principal factor que ha permitido predecir la disminución de las especies silvestres.
Por todo ello, el Derecho Internacional Humanitario expone que hay que proteger el medio ambiente natural y limitar los daños que se le causen, no solo porque el medio ambiente sostiene la vida humana, sino también por su valor intrínseco. Así, el Derecho Internacional Humanitario prohíbe el uso del medio ambiente como arma, esto es, prohíbe los ataques deliberados contra el medio ambiente natural, y en particular la destrucción de recursos naturales y el uso de técnicas de modificación ambiental (tales como el empleo de herbicidas para alterar el equilibrio ecológico de una región). Asimismo, exige que las partes en conflicto contemplen si existe la posibilidad de causar daños ambientales antes de decidir un ataque.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) advierte a las partes en conflicto que podrían realizar las acciones siguientes para prevenir el daño ambiental:
- Evitar ubicar a las tropas o el material militar en ecosistemas frágiles o zonas protegidas, como los parques nacionales.
- Cartografiar las zonas de importancia ecológica o fragilidad, y no conducir operaciones militares en ellas.
- Acordar la designación de esas zonas como zonas desmilitarizadas donde no pueda desplegarse ninguna acción militar y donde se prohíba el acceso de los combatientes y del material militar.
De la misma forma que hay que respetar estos principios durante un conflicto, también hay que hacerlo a posteriori, cuando este ha terminado. Y es que cuando una sociedad pasa de la guerra a la paz resulta imprescindible tomar medidas para limitar la deforestación y controlar el uso excesivo de los recursos naturales.
Tampoco hay que olvidar la relación entre el medio ambiente y las crisis humanitarias a otros niveles. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) evidenció que los efectos del cambio climático agravan de forma decisiva esas crisis humanitarias. Entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven actualmente en contextos altamente vulnerables al cambio climático, situados en su gran mayoría en las zonas más pobres del mundo. Las crisis humanitarias olvidadas, que generalmente quedan fuera del foco público por falta de compromiso político, mediático o económico, también sufren de manera más agresiva las crisis climáticas.
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