Quienes realizan actuaciones con personas que se encuentran en situaciones vulnerables, se enfrentan en su día a día, a un desgaste físico, psicológico y emocional. Esto se debe a la exposición a situaciones imprevistas, emergencias que afectan no sólo a la sociedad sino también a su propia realidad individual, o incluso a escenarios de tensión donde comportamientos disruptivos por parte de diferentes agentes (usuarios, población general, compañeros en situación de estrés, etc.). Por ello, es necesario trabajar hacia la creación de condiciones óptimas de intervención, no solo de recursos materiales sino, de recursos emocionales. A través de este curso exploraremos los distintos elementos que nos ayudarán a crear esas condiciones: por un lado, la inteligencia emocional y el autocuidado como competencia individual que deben tener los intervinientes y, por otro, las herramientas para acompañar al equipo en su bienestar emocional.