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Las crisis humanitarias olvidadas

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LAS CRISIS HUMANITARIAS OLVIDADAS

Las crisis humanitarias olvidadas
Falta de compromiso político, mediático o económico. Este es el principal motivo por el que algunas crisis humanitarias quedan fuera del foco público. Cruz Roja Española se enfrenta a ellas en países como Burkina Faso, Filipinas o Colombia.

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parte 1 crisis olvidadas

La Comisión Europea define como “crisis olvidadas” aquellas “crisis humanitarias severas y prolongadas en las que las personas no reciben suficiente ayuda humanitaria”. Y es que, desgraciadamente, no siempre es sencillo atender todos los frentes abiertos. El conflicto de Ucrania está bajo el escrutinio del foco público en estos momentos por su vigencia, relevancia y actualidad; pero ¿seguirá siendo así dentro de un tiempo? Solo hace falta echar un vistazo a nuestro alrededor para reflexionar sobre otras crisis que caen en el olvido cuando, en realidad, deberían recordarse siempre. 

En ocasiones por falta de compromiso político, repercusión en los medios o financiación económica, algunos desastres parecen no existir por el mero hecho de no ocupar un titular en un diario. Conflictos de diversos tipos, sequías, epidemias o inundaciones se suceden en distintas partes del mundo pero, al no leerlas en la prensa, no somos realmente conscientes de su gravedad. 

Según el informe de la organización humanitaria CARE sobre las crisis humanitarias más infravaloradas de 2021, las relacionadas con las condiciones meteorológicas extremas son especialmente relevantes. La aceleración de la crisis climática está alimentando muchas emergencias que afectan especialmente a los países más pobres del mundo, donde la pobreza, la migración, el hambre, la desigualdad de género o la escasez de recursos son temas habituales. Añadir la aparición de la COVID-19 a esta mezcla no hace sino echar más leña a una situación suficientemente dramática de por sí.

Las crisis olvidadas son una realidad donde conviene poner el foco y no apartarlo

El estudio de CARE, además, no se queda ahí y arroja cifras sobre el insuficiente hueco que ocupan las crisis olvidadas en los medios de comunicación. Según advierte el documento, la crisis en Siria de 2021 recibió una cobertura mediática de unos 30.000 artículos frente a las 239.422 piezas que aglutinaron los vuelos espaciales de Elon Musk y Jeff Bezos. El hecho de que en Zambia más de un millón de personas no tengan qué comer ocupó 512 reportajes en 2021; nada en comparación con el anuncio de que Ben Affleck y Jennifer López estaban saliendo juntos, algo que generó cerca de 91.979 temas.

Pese a su poca difusión en los medios, las crisis olvidadas son una realidad donde conviene poner el foco y no apartarlo. Y es que en estos lugares solo el trabajo humanitario puede salvar vidas y mejorar, dentro de lo posible, estas situaciones. La labor de Cruz Roja Española lo demuestra especialmente en algunos países donde trabaja actualmente, como Burkina Faso, Filipinas o Colombia.

parte 2 crisis olvidadas

Burkina Faso: sequías, inundaciones y terrorismo

Cambio climático y terrorismo. Estas son las principales crisis olvidadas que azotan Burkina Faso, donde su incidencia se hace notar especialmente en la región de Sahel, situada al noreste del país. La crisis ambiental, traducida en brutales sequías e inundaciones, y el terrorismo yihadista (que se ha saldado con la vida de más de 2.000 personas desde 2015) han provocado que, según los últimos datos que maneja la OCHA (la Oficina de Coordinación para Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas), se contabilizaran en diciembre de 2021 cerca de 1.579.976 personas desplazadas; uno de los principales rasgos que definen a Burkina Faso y que destaca Santiago Algora, delegado de desarrollo comunitario de Cruz Roja Española en este país. 

Las tres grandes sequías que han afectado a Burkina Faso en 1973, 1983 y 1999 han generado, además, una profunda desertificación con graves consecuencias biofísicas y socioeconómicas en el país. Como consecuencia de ello, se ha producido una pérdida de la biodiversidad y un importante movimiento migratorio hacia el sur del país por parte de familias que, ante la falta de recursos, se han visto obligadas a abandonar sus zonas de origen. 

Pero Santiago Algora advierte de que no es la única inclemencia metereológica que asola al país: el desigual índice pluviométrico también causa estragos. En Burkina Faso solo hay cuatro meses de lluvia y en uno cae todo el agua que no cae en un año, lo que genera severos problemas de inundaciones en las ciudades, desaparición de pequeñas infraestructuras, daños en los cultivos y serios problemas estructurales en viviendas. Teniendo en cuenta que el 80% de la población vive de la agricultura y la ganadería, resulta lógico que esta afección climática influya directamente sobre los medios de vida de la población.

Por lo que respecta al terrorismo, otra de las grandes crisis olvidadas de Burkina Faso, Algora advierte de que cada día se notifica la entrada violenta de grupos armados en las aldeas de las zonas que van ocupando, “especialmente en la zona del Sahel, pero tambié en el suroeste del país”. Solo en enero de 2022 se han producido 384 ataques terroristas en Burkina Faso (la mayor parte de ellos en Centro-Norte y Sahel). 

En Burkina Faso solo hay cuatro meses de lluvia y en uno cae todo el agua que no cae en un año

La previsión es que durante el primer semestre del año 2022 Burkina Faso alcance las más de 2,5 millones de personas en situación de crisis alimentaria. De esas 2,5 millones de personas, se estima que 440.000 estarán en situación de urgencia y 2,2 millones se encontrarán en situación crítica. 

Para tratar de paliar estas crisis, Cruz Roja Española lleva décadas aplicando una estrategia basada, por un lado, en el apoyo humanitario de las personas migrantes y, por otro, en la consolidación de proyectos de desarrollo y de generación de medios de vida en las comunidades con el fin de estabilizar a la población. Con una delegación propia de siete cooperantes que se encargan de la gestión de los proyectos en el país (actualmente hay 7 en marcha), Cruz Roja Española mantiene una fluida colaboración con la Cruz Roja Burkinesa, en la que trabajan 345 personas en diferentes puntos del país. 

parte 2b crisis olvidadas

Desde 2018, Cruz Roja Española ha atendido a más de 90.000 migrantes en tránsito y tiene previsto poder proporcionar más de 34.000 asistencias directas hasta el año 2023. Ello incluye desde facilitar alojamiento puntual a migrantes en circunstancias excepcionales hasta la asistencia psicológica, pasando por el reparto de kits de higiene, la asistencia de urgencia, las asistencias alimentarias, o la asesoría jurídica, entre otros. En paralelo, Cruz Roja Española también ha fortalecido el tejido productivo en las aldeas del país desplegando proyectos de seguridad alimentaria con los que se ha querido ofrecer medios de vida, bien en la agricultura, en la ganadería o en el comercio en diferentes puntos del país. Más de 88.000 personas se han beneficiado de forma directa de estas iniciativas. 

Pero, ¿cómo es posible que partiendo de este preocupante contexto haya tal desconocimiento al respecto? Para Santiago Algora, delegado de desarrollo comunitario de Cruz Roja Española en Burkina Faso, “vivimos en un mundo, más que rápido, casi urgente, en donde en ocasiones nos paramos poco a pensar qué es lo que está ocurriendo a nuestro alrededor”. “Es verdad que esta zona del Sahel desde España se ve muy lejos, pero la realidad es que estamos a menos de cuatro horas de vuelo en línea recta. Un vuelo entre Madrid y Tenerife, por ejemplo, son dos horas y media”, reflexiona. 

“Es verdad que esta zona del Sahel desde España se ve muy lejos, pero estamos a menos de cuatro horas de vuelo en línea recta"

Sin embargo, la importancia de conocer estas crisis olvidadas es fundamental para enfrentarse a ellas: “Estas catástrofes permanentes, prolongadas en el tiempo y cada vez más en el espacio, no reciben la atención que merecieran no ya tanto para intervenir en el país sino para que dónde corresponda se cambien las dinámicas que favorezcan la reducción de los desastres climáticos y se favorezcan medidas de contención de las actividades violentas en la zona”. Santiago Algora recuerda, asimismo, que “estos desastres silenciosos y muy invisibles afectan a millones de personas que no tienen otro medio de subsistencia”. 

Pese a todo, y gracias a la ayuda humanitaria prestada por Cruz Roja y sus múltiples donantes, existen motivos para la esperanza. “Hay nuevas cooperativas de mujeres que ya están en pleno funcionamiento en Léo, se está trabajando en hacer lo mismo en la provincia de Ziro, se va a empezar a cultivar productos ecológicos en Uagadugú, se han instalado letrinas en zonas del Sahel y en la región Centro, se está atendiendo a miles de personas en tránsito en la zona más conflictiva del país, en la provincia de Seno (Sahel) y también en Banfora (acceso al país desde Costa de Marfil y Malí), Bobo-Dioulasso (acceso al país desde Mail) y Uagadugú, y se están realizando proyectos de seguridad alimentaria en la región del Suroeste”, precisa Algora.

parte 3 crisis olvidadas

Filipinas: pobreza, conflictos armados, y catástrofes naturales

Filipinas, uno de los países más desiguales del Sudeste Asiático, esconde una alta tasa de pobreza, situada en 2021 en el 23,7%. En esta situación, además, la pandemia de la COVID-19 ha desempeñado un importante papel, causando un enorme impacto que ha reducido la economía en un 9,5%. Dentro de Filipinas, en la Región Autónoma de Bangsamoro del Mindanao Musulmán (BARMM), el conflicto y la pandemia han exacerbado aún más la situación, según cuenta Ainhoa Mendioroz, técnica de Filipinas de Cruz Roja Española en Oficina Central.

El motivo de ello es que la región del Mindanao Musulmán arrastra desde hace cinco décadas un conflicto separatista, con varios grupos armados implicados, que ha segado 150.000 vidas, y ha provocado el desplazamiento de millones de personas y lastrado el despegue económico de una zona rica en recursos. La pobreza y la inseguridad alimentaria derivadas de esta situación han convertido a la región del Mindanao Musulmán en una de las más pobres del país, con una tasa de pobreza que roza casi el 40% (2021) y un desempleo del 29,8% (2020). 

Las catástrofes naturales, por otro lado, no han ayudado precisamente a revertir esta situación. Los desastres de este tipo han desplazado a 155.000 personas en Mindanao, 43.000 de ellas solo en 2021. Al conflicto armado y las catástrofes naturales hay que sumar, además, una “economía criminal en la sombra, la política de clanes y las tensiones intercomunales”, menciona Mendioroz, que afectan negativamente los medios de vida y al potencial económico de la región.

Las catástrofes naturales no han ayudado precisamente a revertir esta situación

Desde febrero del año pasado, Cruz Roja Española junto con Cruz Roja Filipina y Cruz Roja Alemana están implementado una intervención en favor de las comunidades altamente vulnerables situadas en esta región del sur de Filipinas. La acción pretende dar respuesta y mitigar los impactos de la crisis en la situación de salud, socioeconómica y de cohesión social en la región.

El proyecto, de esta forma, responde a los efectos inmediatos de la crisis sanitaria y las necesidades humanitarias reforzando los sistemas de salud, agua y saneamiento, y atajando las consecuencias sociales y económicas. Además, fortalece las capacidades de diagnóstico y vacunación, da apoyo a personas en aislamiento, y facilita la atención psicosocial a jóvenes y personal sociosanitario entre otros colectivos. De cara a proteger y fortalecer los medios de vida, esta intervención también incluye un conjunto de ayudas directas a familias y grupos productivos en forma de entregas de efectivo, capacitaciones, acompañamiento técnico y transferencia de bienes. Incorpora, además, la promoción de la cultura del ahorro a través de grupos autogestionados de ahorro y crédito, así como la formación técnica vocacional y promoción de la empleabilidad entre jóvenes.

"En el caso de Mindanao es una crisis olvidada por la combinación de situaciones de conflicto prolongado y efecto acumulativo de los peligros naturales recurrentes”

La acción se consolida bajo el nexo de respuesta humanitaria inmediata y de recuperación, procesos de desarrollo y construcción de paz en el medio y largo plazo, contribuyendo al objetivo del programa “MinPAD – Paz y Desarrollo en BARMM” acordado entre la UE y el Gobierno de Filipinas para “contribuir a un Mindanao pacífico, cohesivo, seguro e inclusivamente desarrollado”.

Las crisis olvidadas generalmente afectan más a minorías dentro de un país, a grupos humanos cuyas condiciones de vida están por debajo de los estándares del país”, puntualiza Ainhoa Mendioroz para tratar de explicar por qué algunas problemáticas quedan relegadas a un segundo plano en los medios de comunicación. “En el caso de Mindanao es una crisis olvidada por la combinación de situaciones de conflicto prolongado y efecto acumulativo de los peligros naturales recurrentes”, valora.

parte 4 crisis olvidadas

Colombia: un conflicto interno de más de 60 años

Los años sesenta suponen el punto de partida de parte de las crisis olvidadas de Colombia, especialmente pronunciadas en los departamentos de la costa pacífica, los departamentos fronterizos (con Ecuador y Venezuela) y el eje que va de la zona próxima a Panamá a la frontera con Venezuela. “Los inicios del conflicto perduran hasta el día de hoy, aunque hayan cambiado sus actores y el enfoque de los motivos”, apunta Maria Grazia Pressacco, delegada de Cruz Roja Española en Colombia. 

Hasta los años noventa la lucha interna entre partes enfrentadas del país se centraba en la defensa de modelos diferentes de gestión social, más conservador o distributivo de los recursos y servicios en un país, matiza Pressaco, con zonas “abandonadas” por el Estado. A partir de esa década, sin embargo, comenzó a entrar en escena el narcotráfico, “tanto por el fortalecimiento de grupos dedicados exclusivamente a eso como por la adopción por parte de las guerrillas de ese negocio como fuente de financiación”. 

A partir de los años noventa comenzó a entrar en escena el narcotráfico

Después de la firma de los acuerdos de paz con las ex-FARC, en 2016, el narcotráfico “ha quedado como motivo único de perseverar el conflicto y las dinámicas del mismo se han complejizado por la desaparición de actores armados tradicionales que controlaban firmemente los territorios”, explica la delegada de Cruz Roja Española en Colombia. De esta forma, la progresiva internacionalización de la gestión del narcotráfico (con especial presencia de los carteles mexicanos) y las acciones armadas por parte de grupos disidentes de las ex-FARC, del ELN (el Ejército de Liberación Nacional), de otros grupos narcotraficantes o de tráficos ilícitos (derivados de la minería o la trata) y de paramilitares que no aceptaron los acuerdos de paz siguen siendo una problemática actual. 

El abanico de consecuencias ha sido tan amplio como duro: asesinatos, heridas por armas de fuego y artefactos explosivos, tortura, violencia sexual o psicológica, reclutamiento forzado, explotación de personas, desaparición forzada… que han golpeado a la población civil y en particular a la población campesina, afrodescendiente e indígena (en zonas remotas propensas para el cultivo de coca y la movilización del producto), así como a sindicalistas; representantes de partidos políticos (en especial de la izquierda); activistas de derechos humanos; mujeres; niñas, niños y adolescentes; excombatientes de las FARC o periodistas.

Como consecuencia del conflicto interno, las comunidades de estas zonas se enfrentan a graves limitaciones para acceder a servicios básicos. Por ejemplo, carecen de servicios de salud y los centros de salud y hospitales quedan a horas de distancia. Acercarse a ellos tampoco es fácil, puesto que la ruta puede estar limitada por los grupos armados o por el alto coste del transporte. Maria Grazia Pressacco advierte que Cruz Roja Española ha encontrado comunidades que no habían recibido la visita de personal sanitario desde hacía 3 o 5 años.

Las restricciones de movilidad, por otra parte, comprometen también las oportunidades de generación de ingresos, más aún en los entornos rurales, ya que imposibilitan la comercialización de productos; limitan las horas de labores agrícolas; las minas antipersonal hacen peligroso el movimiento y las labores del campo; y la presión de los grupos armados obliga a cultivos ilícitos. La dificultad de costear la educación de nivel superior provoca, además, que las nuevas generaciones estén condenadas a repetir la vinculación con actividades ilegales, incluyendo el reclutamiento directo en los grupos armados. 

parte 4b crisis olvidadas

Con todo, y según el Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia, hasta la fecha se acumulan cifras tan alarmantes como que 83.000 personas han sido víctimas de desaparición forzada, más de 9 millones se han desplazado forzosamente, se estima que hay 100.000 minas antipersonas distribuidas en el territorio nacional y se han registrado 300.000 asesinatos

Responder a las necesidades humanitarias que el conflicto acarrea es uno de los ejes estratégicos del trabajo de Cruz Roja Española en Colombia. Entre 2020 y 2021, Cruz Roja Española ha podido movilizar importantes recursos para la asistencia a las comunidades afectadas por el conflicto, que han permitido atender a más de 36.500 personas a lo largo de los dos últimos años. De estas personas, el 60% fueron mujeres y el 15% niños y niñas con menos de 5 años de edad. Entre los servicios prestados, destacan las 46.000 consultas de medicina general, odontología, salud sexual y reproductiva o apoyo psicosocial.

"También en cada país, por cultura e historia, los focos de atención son diferentes y miran más a ciertas zonas del mundo que a otras"

Las acciones de protección a víctimas de desplazamiento forzado, violencia sexual, reclutamiento forzado, enfermedades y heridas relacionadas con falta de atención adecuada por confinamiento, armas y artefactos explosivos incluyen, además, facilitar los recursos económicos necesarios para cubrir los gastos de transporte y manutención en los lugares de reubicación o atención especializada, así como la orientación, enlace y acompañamiento con las instituciones que deben proveer protección y atención. 

Respecto a por qué algunas crisis adquieren un carácter más mediático que otras, la delegada de Cruz Roja Española en Colombia Maria Grazia Pressacco expone que “la tendencia del público es conmocionarse por lo más reciente”. “Actualmente las crisis son cada año más frecuentes y los canales informativos más universales: esto hace que continuamente recibamos información sobre las crisis que se suceden y cada una ‘desplaza’ la anterior en la mente de las personas”, expone.

“También en cada país, por cultura e historia, los focos de atención son diferentes y miran más a ciertas zonas del mundo que a otras, más todavía si las crisis tienen una repercusión directa en el país ‘espectador’, como es el caso de la crisis de Siria para los países europeos”, añade. Otro factor importante es que “los mismos donantes influyen en los medios de comunicación para que evidencien su esfuerzo en una determinada crisis. Los fondos son limitados, los donantes los destinan hacia la primera respuesta según se presentan las situaciones humanitarias, y así les siguen los medios”.

El factor “manta” de los fondos (“si los estiras de un lado, dejas destapado a otro”) es otro de los mayores obstáculos para trabajar las crisis olvidadas, ya que, en palabras de Pressacco “reducen enormemente la posibilidad de mantener intervenciones sostenidas a lo largo del tiempo”. Por último, en el caso de Colombia tampoco ayuda que, según las estadísticas y valoraciones financieras internacionales, se sitúe como un país de renta media (es decir, que supuestamente tiene recursos suficientes para atender dignamente a toda su población y para poner fin al conflicto interno y al narcotráfico). Sin embargo, “la estructura socioeconómica del país y los altos índices de corrupción generan una profunda desigualdad, que se traduce en un 58% de hogares viviendo bajo el umbral de la pobreza”, concluye Maria Grazia Pressacco.

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