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Rozalén: “Antes que artistas somos ciudadanos”
BEGIRADAK
ROZALÉN
“Antes que artistas somos ciudadanos”
ROZALÉN
26/06/2024
IDAZLEA:
ELKARRIZKETAGILEA:
Silvia Llorente

Humanidad

Imparcialidad

26/06/2024
IDAZLEA:
ELKARRIZKETAGILEA:
Silvia Llorente

Humanidad

Imparcialidad

Cantante y compositora

Hablar de Rozalén es hablar de compromiso, justicia, diversidad e inclusión. La artista manchega ha hecho de las causas sociales una de su señas de identidad, y en sus canciones reflexiona y canta sobre la violencia de género, el VIH, la memoria histórica, el cáncer de mama o el suicidio. Pero no solo sus obras son una extensión de sus valores: también su apuesta artística. Desde hace años, Beatriz Romero, intérprete de lengua de signos, es coprotagonista en todos sus espectáculos y juntas demuestran que un concierto puede ser un espacio donde todo el mundo, independientemente de sus capacidades, puede disfrutar. Licenciada en Psicología y poseedora de una sensibilidad contagiosa, la también compositora sabe bien lo que lo que significa la palabra “empatía”. Con todos ustedes, Rozalén. 

A través de tu música y tus acciones siempre te has posicionado del lado de muchas causas sociales, ¿por qué crees que es importante que personalidades públicas defiendan algunos temas? 

Mi padre fue sacerdote, la teología de la liberación: había que estar por y para el pueblo. Yo estudié Psicología social. Todo está superligado. Sinceramente, creo que pienso como pienso por los artistas que escucho desde niña. Yo vengo del folclore, pero la canción de autor siempre ha tenido mucha reivindicación y compromiso social detrás; y el rock y el hip hop igual. Para mí es el estado natural de las cosas, y por eso me choca que se resalte esta faceta de mí desde hace tanto tiempo.  

Es verdad que nadie se quiere mojar, y más como están las cosas… la barra del bar está en las redes sociales. Y es durísimo la que te cae encima cuando opinas de algo, pero tengo comprobado que si algo está pasando, ante el silencio yo duermo mucho peor. Como decía, para mí es el estado natural de las cosas. Antes que artistas somos ciudadanos. El amor y el desamor son temas principales siempre, pero el amor, en realidad, está en muchas formas y a través del arte y de la cultura se puede lanzar un mensaje de una manera más amable. Yo me miro en el espejo de otros. Lo que me ha provocado la música y determinados artistas que se han comprometido ha sido lo que más me ha marcado.   

Una de las particularidades de tu música es tu compañera Beatriz Romero, intérprete de lengua de signos. ¿Qué aporta sobre el escenario y fuera de él? 

Llevamos un montón de años y quizá lo más innovador de Beatriz y de nuestro espectáculo es que ella forma parte del espectáculo. No está en un lateral, sino a mi lado: protagonista. Lo que he ido aprendiendo durante todos estos años no es solo lo que piensa todo el mundo, que es que he intentado que mis conciertos tengan un punto inclusivo y que las personas sordas puedan venir; es que te das cuenta de todo lo que te queda por hacer.  

Vale, tenemos una intérprete, sí, pero justo nos damos cuenta de que, por ejemplo, en un concierto hay barreras físicas para las sillas de ruedas. Al principio hacíamos conciertos para 300 personas, pero cuando son miles, tienes que incluir una pantalla porque, si no, no se ve a Beatriz. Te das cuenta todo el rato de que una vez te metes en la inclusión, cuando abres esa perspectiva, todo el rato ponemos barreras sin darnos cuenta.  

Y, sobre todo, a mí me parece importante esto no solo para la comunidad sorda, sino para todo el mundo. Nuestro público mayoritario es oyente, pero si te acostumbras a ver a una intérprete te das cuenta de que tu realidad no es la única. Es lo que me parece más importante. Para nosotros es natural ya: Beatriz y Rozalén juntas. Y eso me gusta. En la carrera lo primero que nos contaban era eso: la importancia de normalizar, de la diversidad, de que nadie señale a nadie por las diferentes capacidades que tenga. Eso en nuestros conciertos ya pasa: todos estamos en la misma onda, no hay diferencias.  

En un mundo que suele mirar hacia otro lado, ¿cómo crees que deberíamos cultivar más la empatía? 

Ay, pues creo que no son buenos tiempos para optimistas y utópicos… yo simplemente tendría muy en cuenta la historia; lo que han vivido nuestros padres, abuelos… La historia es circular: tú nunca sabes cuando vas a vivir algo parecido a lo que están viviendo personas en otros lugares. 

A me gusta tratar a los demás como querría que me tratasen a mí. Incluso de manera egoísta, si alguna vez nos viéramos en esas situaciones, ¿cómo te gustaría que actuara la comunidad internacional? ¿Cómo te gustaría que te apoyaran otros países? Por eso estoy algo deprimida en ese sentido, porque me está costando mucho todo esto.  

Soy una persona hipersensible y no me cabe en la cabeza cómo nos estamos acostumbrando a ver este tipo de violencia: hablada, en imágenes… no lo soporto. Nuestra cabeza, nuestra mente, hace lo posible para que sobrevivamos porque a veces hasta me parece imposible tener un día o una vida normal sabiendo que están pasando ciertas cosas. El ser humano siempre ha vivido situaciones así, lo que pasa que encima ahora no las retransmiten en directo. Me parece insoportable y me asombra la no reacción de mucha gente.  

Entiendo que el hecho de decir algo conlleva unas consecuencias, pero me parece que la humanidad, los derechos humanos, están por encima de todo. Y se están cruzando límites muy salvajes.  

¿Cómo valoras la industria musical en estos momentos?  

Todo está cambiando bastante. Y hay cosas que son lógicas por la evolución. Se venden menos discos físicos porque hay una tendencia hacia el streaming. Están cambiando las modas, aunque también es cierto que esto siempre ha sido así. A lo mejor ahora sí hay mucha (y a mí a veces me abruma) sobreinformación. Antes había muchos menos grupos, había menos canciones, todo era noticia… ahora no sé cuántas canciones salen al día, es una locura y a veces te pierdes. Todo es más efímero. Ya no se sacan discos enteros, sino singles

Creo que nosotros, que somos de la “vieja escuela” aunque yo me sienta todavía una recién llegada, lo vamos notando. Desde mi primer disco han pasado 12 años, y cuando me dicen que soy referente… me quedo sorprendida. A veces no sé qué es más milagro: que te conozca mucha gente al principio o luego mantenerte en el tiempo. Es todo tan difícil, todo es una reinvención continua… Y es duro, pero a la vez tan hermoso vivir esto… 

Hace poco estuvimos en Málaga ante 3000 personas, y todo lo que supone lo que te dicen, cómo cantan algunas canciones todo el mundo… se convierten en algo que ya no te pertenece a ti, y eso roza lo mágico y lo místico. No sé hacia dónde vamos a ir; el autotune más presente, el folclore más de moda en el underground… Me quiero quedar con lo positivo, siempre hay gente haciendo cosas superinteresantes. Y no solo mola ir a cosas gigantes, como los festivales que hay ahora por todas partes o los grandes conciertos, sino también mirar las salas pequeñas donde la gente está haciendo cosas de forma más orgánica. Hay mucho para todos. 

¿Qué es lo que te inspira para componer? ¿Dónde se encuentran las pequeñas grandes historias? 

Como cantautora que soy os canto mi vida; y, si se van viendo mis discos, claramente se sabe lo que he ido pasando. No hay nada más inspirador que la vida misma: tener los sentidos muy abiertos. Una pared en blanco puede ser una supercanción si tiene una gran historia detrás. El día a día, las cosas sencillas, lo que una vive y siente, lo que observa… a mí me encanta jugar con la empatía para contar historias. Ponerme en la piel de otra persona y pensar qué puede hacerme sentir. Por eso la justicia social también está tan presente en las canciones e historias.  

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