Alba Romero, el voluntariado que se lleva en la piel - Ahora
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- Cuando Alba Romero echa la vista atrás, raro es el momento en que no encuentra el voluntariado en su vida. Cuando estudiaba Logopedia en Salamanca, lejos de su Asturias natal, ya estaba presente en su día a día. Cuando regresó a su tierra, y concretamente a Nueva (Llanes), Cruz Roja Juventud llamó a su puerta. Y, por supuesto, Alba la abrió de par en par.
Alba Romero tiene 33 años, vive en la zona rural Nueva, en Llanes (Asturias), y lleva seis años haciendo voluntariado con Cruz Roja. Psicóloga y logopeda de profesión, explica que la encrucijada llegó a su vida hace muchos años, cuando estudiaba la carrera en Salamanca y comenzó a ayudar en colectivos de personas con discapacidad. Un día, de vuelta a su Asturias natal, le llegó un mensaje por WhatsApp: “Era una imagen de superhéroes y superheroínas que incitaba a convertirte en uno de ellos haciendo voluntariado en Cruz Roja Juventud”. No dudó en apuntarse.
Desde entonces han pasado seis años. Alba no solo sigue de voluntaria, sino que también es actualmente directora autonómica de Cruz Roja Juventud en Asturias. Su historia es una de las muchas que han sido protagonistas en Encrucijada: el casting, la nueva campaña de la Organización para promover el voluntariado. Y normal que sea así, puesto que la joven incluso participa como psicóloga de emergencia en el área psicosocial del Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE). Reconoce que no desconecta mucho, pero no le importa. “No hay festivos dentro del voluntariado”, dice con una sonrisa.
Del voluntariado, por supuesto, destaca lo importante y gratificante que resulta ayudar a las demás personas. Pero no es lo único que valora de su experiencia en este ámbito: también el descubrimiento y la adquisición de habilidades personales. Y es que hacer voluntariado ayuda a todos los niveles y en todos los sentidos posibles. “En mi caso, descubrí muchas habilidades personales que pensaba que no sería capaz de hacer: sociales, de comunicación, de gestión, de organización, de desarrollo de proyectos, a nivel administrativo…”, enumera.
Del voluntariado, Alba Romero destaca dos temas: ayudar a las demás personas, y descubrir las habilidades propias
Y, si alguien quiere cambiar el mundo, Alba Romero lo tiene claro: Cruz Roja Juventud es su lugar. “Si tienes ideas, sueños, y quieres hacer del mundo un lugar mejor, Cruz Roja Juventud es un lugar donde se te escucha, donde puedes poner en marcha y dar luz a todo eso. Es un espacio donde puedes luchar por tus derechos y hablar de tus inquietudes como joven”, afirma.
Los propios recuerdos de estos últimos seis años lo atestiguan. Si hay una palabra con la que describirlos, Alba sabe que es “cariño”. “Los encuentros del voluntariado es algo que me encanta, y los echamos de menos, porque llevamos ya casi dos años sin hacerlos”, señala. Antes que la pandemia llegara y mutara por completo las relaciones sociales, la directora autonómica de Cruz Roja Juventud en Asturias también encuentra otros momentos que destacar.
“Si quieres hacer del mundo un lugar mejor, Cruz Roja Juventud es tu lugar”
Uno, en concreto: cuando se desplazó, junto con otras personas de la asamblea, a un campamento de líderes y lideresas a nivel estatal que se celebraba en un pueblecito de Aragón. “Nos fuimos sin apenas saber qué íbamos hacer. Cuando llegamos, descubrimos que era un poblado scout. Hicimos tareas de jardinería, estuvimos reformando todo, incluso picamos el suelo para construir una calle que llevó el nombre de Cruz Roja Juventud”, relata. Lo sintetiza todo diciendo que fue “impresionante”. “Y las noches estrelladas, una locura”, añade.
Por otra parte, pertenecer al Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE) también le ha enseñado mucho. “Durante la cuarentena, estuvimos atendiendo a personas sin hogar en un albergue. Hice amistades, me llevé historias para no olvidar… y fue duro, porque había mucha incertidumbre, pero también me encantó formar parte de eso como voluntaria”, cuenta. Tanto es así que lo lleva grabado en su cuerpo. “Me hice un tatuaje para recordarlo”, concluye. Uno de los más poderosos, el voluntariado que traspasa todas las fronteras y se lleva en la piel.
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