72 kilos: “Los dibujos son una buena herramienta para contar cosas complejas” - Ahora
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La sensibilidad de Óscar Alonso, ilustrador bilbaíno tras la marca 72 kilos, es indiscutible. Sus viñetas, compuestas por entrañables y sencillos personajes sobre fondos cargados de colores, bocadillos y líneas habitualmente curvilíneas, han llegado al corazón de cerca de 2 millones de personas (la poderosa cifra que atesora en sus redes sociales). Mensajes positivos, fáciles de comprender e inspiradores que cuenta Alonso que arrancó a modo de diario personal y que hoy en día componen el grueso de trabajo como dibujante. Encargado de la imagen del Sorteo de Oro de Cruz Roja de este año, queda claro que, en su caso, es imposible separar obra y autor. Para prueba, esta entrevista.
Te has encargado este año de ilustrar los 10 boletos del Sorteo de Oro de Cruz Roja, ¿cómo te llegó la propuesta? ¿Cómo te has enfrentado a realizar esas 10 ilustraciones distintas?
Cuando llega la propuesta al mail, no me lo creo. Es un proyecto que forma parte de la cultura popular; un salto bastante grande. Me hace muchísima ilusión, por supuesto. Cruz Roja era una Organización con la que ya había trabajado (y creo que había hecho un buen trabajo) y me encontraba muy cómodo porque las temáticas a abordar eran muy cercanas a las que suelo trabajar. Tanto con la agencia [con la que se gestionó el proyecto] China, que son maravillosos, como con Cruz Roja, el planteamiento de la campaña fue fantástico y todo fue rodado desde el principio.
Algunos de los escenarios donde trabaja Cruz Roja a veces son desconocidos. Que te los manden y te digan: «Cuéntalo con tus dibujos e ideas»… es el trabajo más bonito de todos. Al mismo tiempo, Cruz Roja está en los momentos más catastróficos, ayudando a que la gente mayor no esté sola… Tratar esos problemas como proyectos independientes y plasmarlos en dibujos es (insisto) la parte más bonita del proceso. De hecho, empecé un cuaderno nuevo a modo de diario que está lleno, no solo de bocetos que compartía con la agencia y con Cruz Roja, sino de dudas, reuniones, retos… y que fue tomando forma y dio lugar a los 10 boletos.
¿Ha habido algunos temas más fáciles y otros más complejos de abordar?
Sí, es posible. El tema de las catástrofes, por ejemplo, me resultaba más sencillo, pero hablar sobre igualdad o violencia de género (temas desgraciadamente más de actualidad), me ha costado un poco más. Hicimos unas dos o tres rondas de revisiones que seguían siempre el mismo fin: cuestionarnos si podíamos hacer algo mejor. Dentro de los límites que nos habíamos marcado y del margen de tiempo del que disponíamos, el objetivo siempre era encontrar una idea mejor.
Algo que se aprecia en los boletos, y también en tus viñetas, es un componente positivo: el buen rollo. ¿Por qué tus ilustraciones siempre siguen esta línea? ¿Hay algún día en que te cuesta ponerte de buen humor?
La verdad es que yo soy así. Tengo una parte negativa, y a veces lo veo todo negro... quizá por eso, precisamente, en las viñetas que dibujo intento animarme a mí mismo. Fue así desde el principio: un intento de animarme, de incluir cosas positivas que me sirviera leer en momentos complicados, momentos donde no ves el horizonte nítido. Y les ha servido también a los demás. No quiero caer en lo positivo porque sí, ni tampoco en lo negativo; no todo está “mal” o “fatal”, pero creo que incluso en los peores momentos hay una pequeña puerta por la que meterse y empezar a salir de ese lugar oscuro. Lo que hago es una visión animada de lo que me gustaría que pasara. Ahí voy, y creo que así soy. Intento de vez en cuando dar un paso atrás y verlo en perspectiva: “No está tan mal”. Pero no es nada impostado.
¿Dónde busca y/o encuentra 72 kilos la inspiración?
El hecho de dibujar una viñeta al día es una imposición propia y buscada para tener todos los sentidos bien abiertos e intentar ver, como decíamos antes, las cosas buenas. Desde una experiencia personal mía o de personas cercanas hasta algo que veo en las noticias (aunque intento no consumir demasiadas porque hay mucha negatividad en ellas) pasando por libros, música, canciones… Me gusta leer las letras e indagar en qué hay detrás: qué hay dentro. También las series, visitar museos, viajar. Me gusta mucho la cultura en general. No entender las cosas y darle yo mi propia interpretación.
Todo eso me ayuda a encontrar inspiración. Lo cuento todo en mis cuadernos, en las notas del teléfono… y con todo ello genero un montón de ideas que son inconexas, sin terminar. Cuando me siento a trabajar les doy forma y configuro las viñetas o los trabajos. Es un aprendizaje también. Son muchos años dibujando una viñeta al día. Tengo que estar bien abierto para ver qué sale, para descubrir cosas nuevas.
Mucha gente te ha dicho que tus viñetas les han ayudado, ¿puede la ilustración hacer del mundo un lugar mejor?
Sí, creo que un dibujo tiene la capacidad de suavizar algunos temas. Te los explica con un código que no te esperas. Los dibujos te pueden contar la verdad más absoluta, pero creo que bajamos las defensas cuando algo nos lo cuentan así. A la cara estamos más a la defensiva, pero ante un dibujo no. Bajamos la guardia. Es un buen medio para contar cosas, y no solamente cosas de niños. Los dibujos no son cosa de niños: son una herramienta con millones de años tras de sí. Una buena herramienta para contar cosas complejas y, sobre todo, para contarlas de forma bonita y especial.
En redes sociales, además, he tenido la suerte (o he sembrado ciertas cosas que me están devolviendo) de recibir muchos comentarios positivos. “Nunca lo había pensado de esa manera” o “me gusta mucho esa forma de verlo”... esa puerta de la que hablaba. Intentar encontrar esa puerta en la oscuridad es posible. A veces me cuentan historias feas y oscuras, y de alguna manera he podido ayudarles a salir de ahí. Eso es impagable y siempre estaré agradecido por este proyecto que nunca imaginé. Que dibujar en un cuaderno pueda ayudar a alguien en algún momento complicado.
Tu propia historia con el mundo de la ilustración también nos habla de la superación: fue tu objetivo de perder peso y adquirir unos hábitos más saludables lo que te llevó a fundar ‘72 kilos’. ¿Qué recuerdas de ese momento, hace ya 15 años, y qué ha cambiado y qué no?
La esencia es la misma: un cuaderno en blanco, un lápiz (digital, físico; o una pluma, un boli) y yo. Antes trabajaba mil millones de horas para una corporación muy grande, y ahora trabajo en mi casa o desde cualquier parte del planeta teniendo ideas. Eso no ha cambiado. Todo lo demás es hacia dónde mirar.
Arranqué ahondando en mis hábitos saludables en lo físico. Luego empecé a dibujar sobre correr, sobre las relaciones a distancia con mi novia, sobre mis amigos… Y luego sobre lo que ocurre, los accidentes de la vida. Lo que me pasa o no me pasa. Yo quería que el proyecto pudiera (y pretendo que sea así hasta que me muera) contar cosas interesantes e inspiradoras que motivaran a la gente a hacer cosas buenas, a ayudarnos. Al final son temas recurrentes que no van a cambiar. Y si vienen nuevos temas, se incorporan de forma natural. Creo que es básicamente lo que define a este proyecto.
Yo era redactor en una agencia de publicidad. Me encantaba la capacidad de que una empresa o una persona pensando ideas pudieran ayudar a contar cosas: películas, series, titulares de periódico… eso lo aprendí como técnica, y ahora la utilizo para mi propio proyecto, que se basa en contar lo que me pasa a mí. Eso va a continuar, aunque sea a veces en forma de animación, que es algo que me gustaría (que mis dibujos fueran animados para llegar a otra gente, experimentar otros formatos…) pero insisto: la esencia es la misma. Un cuaderno (o cuadernos) en blanco y mucho mimo.
Atesoras en redes sociales más de 2 millones de seguidores, ¿cómo se lidia con eso?
Es un poco delicado porque (obviamente) no sé lo que son 2 millones de personas. Es la capacidad que tienen algunas ciudades. Yo no tengo capacidad para imaginarme a esa cifra de personas viendo lo que hago. No me entra en la cabeza, no estoy preparado.
Hace unos años, cuando creció todo de forma exponencial, me tuve que separar un poco (y mi hermano me ayudó en ello). Me encontraba a mí mismo visitando continuamente el teléfono, comprobando cómo me habían subido los seguidores. Y entendí rápidamente que ese no era el objetivo de dibujar. Lo que a mí me interesaba era abrir mi cuaderno y ver cómo resolver la viñeta de ese día. Lo solucioné y vivo en calma con eso, pero sí es cierto que hay una responsabilidad.
Creo, con todo, que no he transformado mi forma de trabajar. Las temáticas siguen siendo las mismas, y ahora simplemente hago un análisis previo antes de publicar. Me planteo si a mí, como lector o consumidor, me gustaría ver más ciertas cosas por la noche o por el día… temas así. Como si yo fuera mi único seguidor. Y que me guste a mí lo que publico. No quiero estar a merced de 2 millones de personas porque seguro que alguien se puede cruzar, puede no gustarle… No funciona así. Yo trabajo desde este prima, entendiendo que hay gente que ve mis dibujos y les puede servir, y cuando recibo los comentarios me doy cuenta de la ola que generan esos trazos que salen de mi mano, pero sin ser esclavo de esa gente, porque el contenido que yo promuevo quiero hacerlo bien, sin engañar, siendo honesto y transparente.
Por ejemplo, nunca cuento algo con lo que no estoy de acuerdo. Hablando de Cruz Roja, yo trabajo con gente y organizaciones con las que creo, como persona, no como ente que tiene 2 millones de seguidores que van a creer todo lo que publica. Trabajo desde ahí.
En un mundo donde la inteligencia artificial cada vez es más frecuente, ¿en qué punto queda el sector de la ilustración y la creatividad?
Es un buen diálogo el que se ha abierto ahora. Creo que hay que tratarlo como una herramienta. Está ahí y hay que aprenderla, no ir en contra de ella. Ver de qué forma nos puede ayudar a crear cosas mejores, sacar de nuestras cabezas cosas que no sabíamos que teníamos. Y considero que nos pueden ayudar muchísimo. Reconozco que no las he utilizado mucho, pero sí he usado Chat GPT para generar textos, no para mis viñetas, pero sí como una forma de recreo.
Hay que saber que está, que existe en el planeta, y no demonizarlo. Es como si sacaran un color nuevo que no se hubiera inventado antes: pues utilicémoslo, porque quizá combina bien con lo que hacíamos antes. Ese es mi análisis, que todavía estoy formando. Alguien puede hacer una obra exactamente igual a la mía con un clic en media tarde (en lugar del día entero que yo invierto), pero si eso carece de humanidad… El arte conmueve, moviliza, te hace sentir cosas desde la honestidad de la que hablaba antes. Lo otro son impostores, gente que viene disfrazada a una fiesta de la temática errónea. Hay que estar vigilante, apreciarlo, valorarlo, y si lo puedes usar, adelante. Veremos hacia dónde va todo, pero en principio me parece algo interesante y muy útil.