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Si la sociedad es diversa, el voluntariado más
SI LA SOCIEDAD ES DIVERSA, EL VOLUNTARIADO MÁS
Voluntariado
Cruz Roja
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parte 1 voluntariado diverso
José Manuel Rodríguez, más conocido como Pepe, lleva 6.500 horas de voluntariado a las espaldas. Desde 2004, ha participado en diversos proyectos de Cruz Roja. En el área de Medio Ambiente, se ha involucrado en el huerto ecosocial y ha prestado ayuda en la prevención de incendios forestales. También ha colaborado en el reparto de alimentos y la recogida de donaciones en los supermercados. Siempre ha estado muy presente en las campañas puntuales de sensibilización ciudadana, como las Meriendas con Corazón o la Vuelta al cole solidaria. Y otra buena parte de su labor ha sido el acompañamiento de Personas Mayores y las actividades de Juventud, sobre todo las estivales. Afable y cariñoso con las personas beneficiarias y los compañeros y compañeras, siempre logra crear un buen clima.
Pepe tiene síndrome de Down; también una disposición enorme para echar una mano. Cruz Roja constituye una parte esencial de su vida. Implicado, dinámico y responsable, es un gran ejemplo de la diversidad que existe en el voluntariado de la Organización.
"Diversidad entendida en la máxima expresión de la palabra", precisa Moisés Benitez, director de Voluntariado. "Aunque nos lleve a pensar en la discapacidad funcional, nos estamos refiriendo también a la parte social. Queremos que el censo de Cruz Roja sea representativo de la comunidad que atiende", aclara. Desde 2005, se trabaja con un sistema de indicadores para medir esta eficacia, comunes en toda España y otros países extranjeros. "Son registros para garantizar que las características demográficas del voluntariado están en línea con las del resto de la sociedad. Si trabajamos en una comunidad con un alto índice de inmigrantes, es importante que tengan representación amplia dentro de la Organización", explica. En caso de distorsión, se aplican medidas correctivas y se activan campañas para favorecer la diversidad, "pero sucede poco".
Pepe tiene síndrome de Down; también una disposición enorme para echar una mano. Cruz Roja constituye una parte esencial de su vida
Por lo general, la mayoría de la gente está dispuesta a echar una mano, y para ello no se requiere ningún perfil en concreto. "Por suerte, en el siglo XXI ha cambiado la imagen de la persona voluntaria, que ya no es el superhombre que rescata ballenas, ni tiene un Máster en Cooperación Internacional. En realidad, es el vecino o la vecina de al lado, que se ha jubilado y dispone de tiempo libre, porque esto va de tejer redes de comunidad", sigue Benítez. Se puede ayudar de muchas maneras, y aprovechando múltiples capacidades. "No hay ningún perfil que descartemos, tiene más que ver con el momento personal de cada uno. Lo desaconsejamos en circunstancias complicadas, como depresiones o duelos", añade. Una vez atravesada la dificultad, estamos ante una persona más resiliente y con mayor empatía, que si encima ha recibido ayuda, está deseando devolverla al resto.
parte 2 voluntariado diverso
Personas que sufrieron
En Cruz Roja hay numerosas personas beneficiarias, reconvertidas a voluntarias, que conforman una gran familia. Porque si hay que recibir pateras de inmigrantes, siempre tendrá más empatía quien surcó el mar con anterioridad. Y si hay que atender a personas sin hogar, es más sencillo que se acerquen quienes también han dormido en la calle. También podemos fijarnos en las personas en prisión que ayudan en talleres educativos a otros compañeros reclusos. O en las mujeres del programa Juntes, que conecta a víctimas de la violencia en el pasado con quienes están padeciéndola en el presente. La crisis de 2008 fue un punto de inflexión, porque supuso la pobreza sobrevenida para muchas familias que, después de remontar el bache, quisieron dar de vuelta la ayuda recibida.
Así lo vivió Javier Perera, quien no solo firma varias fotografías de este reportaje, sino que protagoniza una historia de superación absoluta. Tras quedarse en la ruina y recibir el subsidio de Cruz Roja, hoy es uno de los voluntarios más involucrados de Escalona (Toledo). "Toqué fondo, pero eso no es malo, porque coges impulso. Poco a poco, mi situación económica ha ido mejorando y me he sentido en la obligación moral de contribuir", revela. Desde el acompañamiento de personas mayores a los primeros auxilios, cree que haber sido beneficiario le ayuda a realizar mejor su labor. "Analizas y empatizas. Tú lo has sufrido en tus propias carnes y sabes qué puertas puedes abrir", explica. Durante la pandemia de la COVID-19, tuvo la tutela de una señora mayor. "Nadie sabe lo que yo sentía al saludarla a lo lejos. Era feliz porque estaba creando felicidad", recuerda.
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parte 3 voluntariado diverso
Fotos: Javier Perera
Sanae es una superviviente de la violencia de género. De sufrir ha pasado a vivir, y de vivir a ayudar. Empezó a recibir malos tratos tras ser madre y contó con el apoyo de Cruz Roja para salir adelante. Una vez que se separó y se trasladó a Alicante, dejó de ser víctima y se convirtió en voluntaria del área de Socorros. Asegura que allí conoció a muchas personas que hoy conforman su segunda familia. "La labor de voluntariado ha mejorado mi autoestima. Sentir que era capaz de hacer algo por los demás, a pesar de haberlo pasado mal, ha sido la única paga que he necesitado", dice. Se lo recomienda a todas las mujeres que estén en su situación "porque les ayudará a romper el silencio".
parte 4 voluntariado diverso
Por encima de la discapacidad
De manera anual, Cruz Roja convoca sus Premios Estatales de Voluntariado, entre los que se incluye la categoría de Superación. Se orienta a personas con condiciones de especial dificultad, ya sea por falta de salud o diversidad funcional, que se sobreponen a estas barreras en su labor. Quizá vayan en silla de ruedas, pero colaboran en tareas de rescate; o sean jóvenes con Asperger, capaces de impartir clases para romper la brecha digital. Entre los protagonistas de la campaña Mil Maneras de Voluntariado, lanzada en 2018, destacaba el caso del madrileño Andrés Oteo, que es ciego. Como él afirma, "no podré ayudar a conducir ambulancias, pero se me da bien la tecnología", y es por ello que está ayudando al desarrollo de Apps para móviles que sean útiles para personas invidentes.
Su caso recuerda al de Raúl García, voluntario en el programa de Personas Mayores de Albacete. Es un tipo grande y bonachón, con una gran empatía, que además tiene una discapacidad visual. Esto no le impide hacer acompañamientos en tareas cotidianas o realizar repartos de alimentos cuando así se requiere. Es cierto que al empezar las restricciones por la COVID-19, Cruz Roja intensificó la actividad digital, lo que supuso un hándicap importante para él. Pero con la colaboración de la ONCE, se decidió adaptar la sede de la Organización y crear un punto accesible para el futuro, de modo que Raúl y otras personas voluntarias pudieran seguir ayudando desde el Centro de Llamadas durante la pandemia. "La gente lo agradecía mucho y eso te hace sentir reconfortado. Todos podemos hacer algo por los demás, poner nuestro granito de arena", anima.
En la Puebla de Almoradiel (Toledo), hay un grupo de voluntariado activo donde, desde 2019, se integran tres chicas jóvenes de entre 20 y 24 años, que proceden del Centro Ocupacional APAM (Asociación con Diversidad Funcional). Guiadas por personas que ejercen de tutoras, realizan actividades semanales con gente de edad avanzada, sobre todo acompañamientos a domicilios, paseos saludables y ejercicios de memoria. "Es una actividad intergeneracional donde todas salen ganando", afirma Rufino Lara, uno de los impulsores del proyecto. La Junta Local tuvo suspicacias al principio, pero hoy en día, los resultados han superado sus expectativas. "Las personas beneficiarias están muy contentas, porque las chicas son cariñosas, receptivas y comunicativas. A la vez, ellas crean vínculos bonitos que les ayudan. Había una chica con problemas de adaptación que, desde que empezó el voluntariado, ha cambiado por completo su actitud", relata.
parte 5 voluntariado diverso
Nadie es demasiado mayor
De la juventud, a la madurez. Con 64 años se puede hacer voluntariado, y tanto que sí. Que se lo pregunten a Constantina Gallardo, natural de Albacete, quien gestiona un club de lectura para personas mayores. Ha recorrido el camino inverso y ahora también es beneficiaria. "Hace un año, me invitaron a un programa de Envejecimiento Saludable y pensé que las clases de inglés me vendrían bien. Al final se crea una comunidad, un grupo de amigos que nos relacionamos y nos ayudamos", explica. Es una mujer muy activa, así que tras terminar la pandemia fue la primera en pedir tareas, y le asignaron las llamadas telefónicas. Tiene una filosofía: "El voluntariado es una actividad egoísta: siempre recibes más de lo que das. Al llegar a casa, me siento mejor que al irme".
"El voluntariado es una actividad egoísta: siempre recibes más de lo que das"
Isabel Sánchez es presidenta de la asamblea local de Talavera de la Reina (Toledo). Tras una vida dedicada a la enseñanza, pasó de los bastones a la silla de ruedas por la polio, y se vio obligada a retirarse. "Siempre había querido hacer voluntariado, y pensé que era mi momento, así que empecé en el programa de Promoción del Éxito Escolar. Pero mi deterioro fue a más, y como no podía desplazarme tanto, pasé a mecanizar mayores en la sede", relata. Al final, terminó de coordinadora y, tras casi una década en la casa, no hay quien la pare con 60 años. Como presidenta, si un día tiene que coger la handbike para acudir a un acto, pues la coge, "que Talavera es muy planita". "Yo digo que la silla la tengo en el culo, no en el corazón. Porque si tú eres una persona activa, en Cruz Roja siempre vas a encontrar una manera de canalizar la ayuda", garantiza.
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parte 6 voluntariado diverso
Hablar el mismo idioma
Cuando Houssam Louis llegó a España a bordo de una patera, no sabía hablar ni una pizca de castellano. De origen marroquí, por entonces tenía 18 años, pero han pasado tres años, y ya se encuentra más integrado. Como beneficiario de una pensión de alimentos de Cruz Roja, enseguida quiso devolver la ayuda prestada involucrándose en el programa de Traslados de Alicante. "Me encargo de recibir a los chicos que llegan en patera cuando salen de comisaría. Les asignamos un lugar donde quedarse y les ayudamos con los trámites que necesiten", explica. La empatía y la lengua son claves en este proceso, porque les reportan confianza y les invitan a abrirse. "Yo los entiendo, me siento identificado, y ellos se tranquilizan. Para mí es revivir lo que pasé, pero desde otro punto de vista, que me ha permitido entender mejor todas las partes", admite.
Azzedine Salmi, de 29 años, también procede de Marruecos. En su caso, llegó a Toledo con tres años, después de que su padre solicitara una reagrupación familiar. Terminó sus estudios de Magisterio en 2013. "Me pasé bastante tiempo desconectado de la Educación y, al final, decidí contactar con Cruz Roja para dar clases de castellano para extranjeros", cuenta. Quería ayudar, y terminó enrolado en el programa de Protección Internacional, dando clases a los inmigrantes de Mali, Senegal o Siria. "Intento no hablar en árabe, porque es contraproducente en el aprendizaje, pero sí es verdad que se genera un vínculo cultural por muchos motivos", reconoce. También procura que la amistad quede fuera del aula, pero ha sido imposible no involucrarse con algunos alumnos, "y si puedo ayudar con trámites, médicos, matrículas de colegio… Lo hago".
parte 7 voluntariado diverso
El beneficio mutuo
Así que sí: voluntariado diverso para personas beneficiarias diversas. La ganancia va más allá de lo económico, pero también de lo imaginado. "Está claro que se desarrollan ciertas capacidades personales, como la empatía, las habilidades sociales, la creatividad en las soluciones… Y que también comporta una mejora para la salud de la persona, porque hay estudios médicos que lo demuestran", afirma Moisés Benitez. Sin embargo, la razón más potente es, en parte, la menos altruista. "El voluntariado te hace feliz. Te levanta del sofá, teje redes con otras personas, te obliga a estar activo, atento, ordenado… Hay razones obvias, y otras que siempre han estado delante de nuestras narices, pero parece que no queríamos verlas", concluye el director de Área en Cruz Roja. Así que, en línea con sus palabras, cualquier persona que tenga interés en hacer voluntariado (sin importar su edad, sexo, origen o religión), puede comprobar en primera persona la afirmación de Moisés Benítez. El voluntariado te hace feliz.
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