Ayudar y ser ayudado 

Una persona vulnerable es la que tiene un entorno personal, familiar o relacional y socioeconómico debilitado y, como consecuencia de ello, tiene una situación de riesgo que podría desencadenar un proceso de exclusión social. El nivel de riesgo será mayor o menor en función del grado de deterioro de su entorno. Así, puede estar en situación de vulnerabilidad tanto un refugiado recién llegado como una persona con más de 45 años que ha perdido su empleo. Cada uno tendrá un entorno diferente, pero Cruz Roja siempre estará disponible para tratar de ayudar a superar ese bache.  

Yeison conoce muy bien la labor de Cruz Roja. Llegó de Colombia con tan solo doce años y desde bien pequeño vio cómo la economía de su casa era muy limitada. Supo desde joven que quería ayudar económicamente a su familia. “Lo primero que hice al cumplir los 16 fue sacarme el carné de moto para ser repartidor de Telepizza, y mientras estuve trabajando allí, vi un curso de Cruz Roja de hostelería y sin pensarlo, me apunté. Gracias a este curso encontré un empleo en hostelería y allí estuve hasta los 18 años, pero como los salarios seguían siendo muy ajustados me presenté a las Fuerzas Armadas y hasta los 26 estuve como militar. Todo lo que gané allí, lo invertí en el restaurante, el que ahora es mi negocio”, explica Yeison, vecino de Ourense.  

Actualmente el restaurante Adega Do Tito, ofrece cinco menús diarios, con un primer y segundo plato, a familias y personas que se encuentren viviendo en situación de vulnerabilidad 

Desde el principio supo que quería abrir un negocio, ese siempre fue su objetivo. “Gracias al curso de hostelería de Cruz Roja supe que era mi pasión, me gustaba mucho. Iba en busca de locales y encontré justo lo que estaba buscando, un restaurante que su dueño iba a traspasar por jubilación. Invertí todos mis ahorros para crear Adega Do Tito en Ourense”. 

Fue a finales del año 2020 cuando Yeison retomó su relación con Cruz Roja, pero esta vez para tender su mano y poner a disposición su negocio como herramienta para las personas usuarias de los cursos de empleo. “Estas personas usuarias venían al restaurante a formarse, yo mismo me ofrecí para acompañarlos en todo el proceso. Y el año pasado, viendo la situación económica que muchas personas arrastraban a raíz de las consecuencias de la Covid, pensé que era el momento de echar una mano ofreciendo un plato de comida a todo aquel que lo necesitara”, afirma emocionado. 

Actualmente el restaurante Adega Do Tito, ofrece cinco menús diarios, con un primer y segundo plato, a familias y personas que se encuentren viviendo en situación de vulnerabilidad y en general a todas aquellas personas usuarias que vienen de parte de Cruz Roja. 

“Sé lo que es pasarlo mal económicamente y que te echen una mano. Siempre supe que quería ayudar y así lo hago. Tenga lo poco que tenga, lo comparto por toda esa gente que me ayudó cuando más lo necesité”, concluye. 

También desde Colombia inició su nueva vida Anderson, el protagonista de una historia de superación y esfuerzo. Desde su llegada en 2019 a Toledo, Anderson se incorporó al Proyecto del Plan de Empleo para jóvenes y realizó un Curso de Comercio, Caja, Reposición y Atención al cliente. 

“Sé lo que es pasarlo mal económicamente y que te echen una mano. Siempre supe que quería ayudar y así lo hago"

Durante el desarrollo del curso, tras conocer el funcionamiento de varias empresas de hostelería en donde trabajó puntualmente, realizó una visita a Decathlon, y allí, gracias a su buena actitud y participación, el responsable de Recursos Humanos se interesó por él y propuso su contratación. Actualmente trabaja en el área de logística de esta empresa de forma indefinida. 

Su vinculación con Cruz Roja continúa, pero ahora, en lugar de como usuario, es él el que presta la ayuda a otras personas que lo necesitan. Actualmente, además de ser mentor para otras personas jóvenes, acompaña a otros familiares que lo necesitan a realizar el itinerario del Plan de Empleo. 

Apareció Silvia y siempre estuvo ahí 

En el caso de Sugelis, ella también conoce el trabajo de la Organización porque primero fue donante y después usuaria.  Su relación con Cruz Roja empezó en el año 2007, según nos cuenta “en aquella época, ayudaba con algunas donaciones ya que mi situación económica era estable”. Pero fue unos años más tarde, concretamente en el 2014, cuando su situación empezó a cambiar de forma drástica. Fue entonces cuando dejó de colaborar con Cruz Roja para convertirse en usuaria, “para que me ayudaran a mí”, responde.  

“Desde que conocí a Silvia, trabajadora de la Cruz Roja en Lalín (Pontevedra), mi vida cambió. Nunca me ha soltado la mano. Desde el minuto uno, han sido espectaculares conmigo, me ayudan en todo lo que necesito. No tengo palabras para expresar todo lo que han hecho por mí” detalla Sugelis. 

Esta vecina de Lalín conoció, gracias a los beneficios del Plan de Empleo, toda la información necesaria sobre el mercado de trabajo; obtuvo la orientación necesaria para buscar empleo, y puso en práctica herramientas para afrontar entrevistas de trabajo.  

“Depende de los proyectos en los que vayamos a trabajar con estas personas se les marca un itinerario u otro”

Actualmente, Sugelis se encuentra trabajando y ya no necesita tanto esa ayuda por parte de la Organización, pero aclara que siempre que necesita que le echen una mano, ella sigue allí. “Si necesito entrar en internet para rellenar unos papeles, si necesito pedir una documentación… me ayuda en todo. Incluso mis hijos también acuden a ella para que les ayude a solicitar las becas de estudios”, explica. 

Silvia, la técnica de Cruz Roja en Lalín para la que Sugelis solo tiene buenas palabras, remarca la importancia de estudiar cada caso desde el primer encuentro del usuario o usuaria con Cruz Roja. “Lo primero que realizamos es una valoración para poder crear un itinerario adaptado a cada caso, el cual se denomina Plan Personalizado de Intervención, y con eso empezamos a trabajar”, explica. 

“Depende de los proyectos en los que vayamos a trabajar con estas personas se les marca un itinerario u otro”, aclara. Por ejemplo, en el caso de Sugelis, ella demandaba ayuda en formación y empleo, de ahí que se la formara en competencias clave, creación de currículum y preparación a exámenes. “Tras superar positivamente todo este proceso, consiguió un empleo, por lo tanto ahí ya alcanzó su autonomía personal”, añade. 

Cuando finalizan el itinerario no queremos que vuelvan, pero si eso pasara, aquí estaremos para ayudar en lo necesario y volver a encauzar su camino

Un itinerario personalizado que va de la mano de un seguimiento de la persona y que una vez esta alcanza los objetivos marcados, se da por finalizada la demanda de dicha ayuda. Eso sí, esta nueva etapa no significa que los usuarios y usuarias no puedan volver a Cruz Roja siempre que lo necesiten. “Por un lado, cuando finalizan el itinerario no queremos que vuelvan, pero si eso pasara, aquí estaremos para ayudar en lo necesario y volver a encauzar su camino”, concluye Silvia.  

El voluntariado, la forma de cerrar un círculo emocional 

La historia de Alba, en cambio, se produjo a la inversa. Ella acudió a Cruz Roja en un momento muy delicado de su vida, y actualmente es voluntaria y afirma que esos “ratitos son los que le animan a seguir adelante”.  

“Yo me separé de mi expareja, en unas malas circunstancias, porque tanto mi expareja como yo llevábamos bastante tiempo en el paro, con la mala suerte de que tuve que estar conviviendo con él durante un periodo largo de tiempo porque yo no podía pagar otra vivienda. En cuanto tuve un pequeño trabajo pude irme del piso, pero como madre siempre he estado más atada a los cuidados de mi hijo, por lo tanto, todos los trabajos que encontraba eran muy temporales”, afirma. 

“Cuando estás tan hundida emocionalmente, necesitas que te escuchen”

Una situación que se había vuelto insostenible y por la que Alba decidió pedir ayuda a Cruz Roja, donde estudiaron su caso y le concedieron la ayuda alimentaria, incluso, también en ocasiones material escolar para su hijo. “Gracias a esa ayuda, podía destinar el dinero que ahorraba para pagar los recibos de la luz. En aquel momento de mi vida no tenía vivienda fija, no tenía piso cuando me tocaba tener a mi hijo y estuve alojada en una pensión durante bastantes meses”.  

Momentos que económicamente son duros y que emocionalmente llevan a las personas al límite, por lo que la Organización pasa a ser un apoyo psicológico fundamental. Tal y como recuerda Alba, “cuando estás tan hundida emocionalmente, necesitas que te escuchen”.  

Tras ese episodio retomó su vida de manera autónoma, sin tener que depender de las ayudas de la Organización. Sin embargo, su unión con Cruz Roja continúa de una manera muy estrecha, ya que actualmente es voluntaria, concretamente en el área de medioambiente y en acompañamiento de mayores. “Ves la labor que haces y te sientes tan orgullosa de ti misma… Además, no es solo poder ayudar a los demás, es que me brindan la oportunidad de poder formarme y realizar varios cursos”, subraya. 

Alba concluye emocionada que la labor del voluntariado le ha ayudado a cerrar un círculo y ‘devolver’ todo el cariño que le dieron. Nos remarca lo de ‘devolver’ entre comillas porque asegura que no es una cuestión de devolución, ya que hoy en día, sigue recibiendo muchísimo más.