La naturaleza es buena para la salud

De todas las recomendaciones que la medicina lleva décadas tratando de inculcar a la población, pocas tienen una relación costo-beneficio tan favorable como la que conecta pasar tiempo en la naturaleza con una mejor salud física y mental. Así lo avala la evidencia científica que atribuye a esta práctica un mayor bienestar físico, como la reducción del riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular, presión arterial alta o padecer diabetes y obesidad, entre otras condiciones; pero también mental. Cada vez más estudios demuestran, por ejemplo, que visitar espacios verdes disminuye el nivel de cortisol —la hormona que se libera como respuesta al estrés—, o que tiene un impacto positivo en aspectos como la memoria, la creatividad y hasta es capaz de aumentar la satisfacción laboral. Resulta lógico, por lo tanto, que salir de la consulta del médico con una receta que impone un número de horas semanales en la naturaleza esté cada vez más cerca de ser una realidad en muchos países.

Visitar espacios verdes disminuye el nivel de cortisol y tiene un impacto positivo en aspectos como la memoria y la creatividad

Conexión medioambiental por prescripción médica

Esta idea parte de una iniciativa, desarrollada por la organización sin ánimo de lucro candiense BC Parks Foundation e inspirada en un proyecto similar puesto en marcha en Estados Unidos hace más de una década, que trabaja para concienciar a la comunidad médica del país sobre la necesidad de prescribir tiempo a la semana (un mínimo de 2 horas, más concretamente) en un entorno verde. Su recomendación está basada, entre otros, en un estudio de la Universidad de Exeter publicado en Scientific Reports en el que participaron cerca de 20.000 ingleses e inglesas, que concluye que las personas que pasan al menos 120 minutos semanales en la naturaleza —los cuales pueden distribuirse por ejemplo en jornadas de 20 minutos— son más propensas a tener un mejor estado de salud y bienestar mental que las que no lo hacen.

 “No había duda de que pasar tiempo al aire libre en la naturaleza tiene grandes beneficios para la salud y el bienestar pero hasta ahora no sabíamos cuánto tiempo era necesario”, explicó uno de los responsables de este trabajo, el Dr. Matthew White, de la Escuela de Medicina de la universidad inglesa a Science Daily. “La mayoría de las visitas que analizamos en este estudio tuvieron lugar a poco más de 3 kilómetros de sus casas, lo que demuestra que incluso los paseos por espacios verdes de la ciudad tienen un impacto positivo”, aseguró.

La elección del tipo de actividad, eso sí, es decisión de cada paciente y, como tal, debe estar adaptada a sus preferencias y a su estado físico, puesto que el único requisito para considerar que se ha cumplido con lo recetado por el médico es que se produzca un contacto profundo y de calidad con la naturaleza. Y eso implica un amplio rango de opciones que va desde sentarse en un banco hasta hacer una ruta por la montaña, pasando por una de las más populares en la actualidad, la terapia forestal. 

También conocida como baños de bosque, un concepto que nació en Japón bajo el término shinrin yoku —literalmente, absorber la atmósfera del bosque—, lo que esta práctica propone es sumergirse de lleno en la naturaleza. Para conseguirlo es necesario hacerlo en silencio y estableciendo un contacto con los cinco sentidos. La lista de beneficios derivados de esta terapia, cada vez más extendida por todo el mundo, coincide con los estudios en los que se apoya la prescripción canadiense: logra reducir el estrés, la presión arterial, la ansiedad y el insomnio; mejora el sistema inmunitario y también tiene un impacto positivo en el estado de ánimo.
 

Voluntariado en plena naturaleza

Pero los baños de bosque son solo una de las muchas formas de disfrutar de esa conexión tan beneficiosa para la salud. Quienes buscan que este tiempo en la naturaleza tenga un propósito todavía mayor suelen considerar el voluntariado medioambiental como opción. Una de las actividades de colaboración ciudadana que reúne a más personas es el Proyecto LIBERA puesto en marcha por SEO/BirdLife junto a Ecoembes y al que se sumó Cruz Roja, que promueve la retirada de basura de ríos, embalses, costas, playas y todo tipo de entornos naturales. El objetivo, además de participar en su necesaria labor de conservación y concienciar a las personas participantes sobre la importancia del reciclaje y la gestión de residuos, es identificar puntos negros de acumulación de deshechos en el medio ambiente para, entre otras cosas, proteger a sus habitantes de los riesgos que conlleva —es causa, por ejemplo, de incendios en los bosques o de inundaciones, cuando se amontona en el interior de los ríos—. Solo en el pasado año 2021, los 2.500 voluntarios y voluntarias que participaron en este programa recogieron 2 toneladas de basura. 

En la misma línea se encuentran las acciones de voluntariado que Cruz Roja desarrolla en diferentes parques nacionales españoles. La acción de Cruz Roja en este ámbito está enfocada hacia la prevención de riesgos para garantizar la seguridad y la mejora de la experiencia de los visitantes con labores de vigilancia y talleres específicos. Los voluntarios y voluntarias medioambientales también desarrollan sesiones de conservación, como el acondicionamiento de senderos y la limpieza y recogida de basura, además de actividades de sensibilización y concienciación ambiental, adaptadas a colectivos vulnerables.

En 2021, cientos de voluntarios y voluntarias llevaron a cabo labores de reforestación en La Rioja y Castilla León y llegaron a plantar 34.400 árboles

Otra de las actividades en las que el voluntariado medioambiental es el protagonista son las reforestaciones enclavadas bajo la Estrategia CO(mpensa)2 de Cruz Roja. Mediante esta estrategia, la Organización quiere compensar las emisiones de dióxido de carbono y los gases de efecto invernadero que genera por su propia actividad. Durante el 2021, cientos de voluntarios y voluntarias llevaron a cabo labores de reforestación en La Rioja y Castilla León y llegaron a plantar 34.400 árboles de especies autóctonas (pino, encina, quejigo y espino albar). En total, 40 hectáreas que ayudarán a reducir la concentración de gases en el aire. También se han realizado plantaciones en Baleares y la Comunidad Valenciana, pero en estos casos han sido acciones dirigidas sobre todo a concienciar a la ciudadanía.

 

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Esta es, probablemente una de las facetas más desconocidas que viene desarrollando Cruz Roja, su gran compromiso con el medio ambiente. Hasta el punto de que, según datos de la entidad, de los más de 205.600 voluntarios y voluntarias organizados y que participan de forma activa, 1.703 lo hacen en esta sección.