Convivir con el VIH en la tercera edad - Cruz Roja
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Convivir con el VIH en la tercera edad
La efectividad de los tratamientos antirretrovirales de gran alcance convirtió al VIH en una infección crónica y controlable que dejó de ser mortal y logró que la calidad de vida de las personas que la padecen sea similar a quienes no la tienen.
Gracias a estos progresos de la medicina, actualmente en el mundo, la mitad de las personas diagnosticadas de VIH en los 80 pertenecen a la franja de la tercera edad (mayores de 60 años). El desafío es cómo seguir mejorando la calidad de vida de estas personas y evitar que se acelere su envejecimiento.
Factores que aceleran el envejecimiento
Existen diversos condicionantes en las personas con VIH que propician el envejecimiento de manera más rápida que quienes no lo padecen. Uno de ellos es que el virus daña el sistema inmunitario que nos protege de todas las infecciones.
Según lo descubierto por la ciencia durante 40 años de investigación, aunque se aplique de manera temprana el tratamiento, el VIH deja una inflamación crónica que irá agotando el sistema inmunitario, lo que se conoce técnicamente como inmunosenescencia.
Este debilitamiento de lo que coloquialmente denominamos nuestras defensas, en personas con VIH triplica la posibilidad de tener enfermedades coronarias, cáncer, diabetes, enfermedad hepática, depresión, niveles altos de colesterol, etc.
Además, los primeros fármacos antirretrovirales tenían efectos secundarios severos y si por un lado salvaron vidas, por otro dejaron secuelas importantes para la salud.
Tampoco ayuda a evitar el envejecimiento prematuro el diagnóstico tardío del VIH, algo que, a pesar de los avances y la concienciación, sigue ocurriendo en porcentajes demasiado altos.
Supervivientes de Larga Evolución o Duración
Las personas diagnosticadas de VIH antes de la aparición del Tratamiento Antirretroviral de Gran Alcance (TARGA), en 1996, están comprendidas en el grupo denominado Supervivientes de Larga Evolución o Duración y son las que sufrieron los graves efectos secundarios de los primeros medicamentos que se usaron para tratar la infección.
Algunos de esos daños relacionados con la toxicidad de los fármacos fueron las lipoatrofias o lipodistrofias que causaron una anormal distribución de la grasa dejando sus huellas en la cara y en el cuerpo, lo que contribuyó a aumentar más el estigma.
Por eso, la comunidad científica sigue buscando la forma de mejorar la calidad de vida para estas personas, ya que se prevé que en 2030 el 84% de quienes viven con VIH tendrá al menos una comorbilidad y el 28%, tres o más.
Las personas de la tercera edad con el VIH son especialmente vulnerables (presentan fragilidad) al deterioro cognitivo y funcional (dificultad para tomar la medicación y realizar actividades cotidianas). También tienen más predisposición a los trastornos de ansiedad y depresión.
La fragilidad es el principal factor de riesgo de discapacidad en las personas mayores con VIH y sirve como un predictor para determinar la mortalidad y el desarrollo de comorbilidades.
Retos para el futuro inmediato
Quienes han sido diagnosticados/as de manera precoz desde finales de los años 90 y han recibido el TARGA tienen expectativas de vida similares a las personas sin VIH.
ONUSIDA, estima que en el mundo 3,6 millones de personas de más de 50 años de edad están infectadas por el VIH, constituyendo un grupo de población que ha aumentado en todas las regiones.
Por eso, el desafío mayor está en ocuparse de las personas de larga evolución desde un abordaje holístico (integrador, inclusivo) para tratar la cronicidad que conlleva la infección.
Para mejorar la calidad de vida de esas personas es imprescindible emplear un enfoque multidisciplinario con servicios no sólo de atención primaria sino de geriatría, psicología o psiquiatría centrados en la persona para evaluar adecuadamente su fragilidad física y emocional.
Es prioritario establecer estrategias para reducir la complejidad de los tratamientos evitando la polifarmacia (uso simultáneo o excesivo de varios medicamentos) en personas de mayor edad que conviven con el VIH.
Esto mejorará la adherencia terapéutica, la prevención de efectos adversos y evitará errores de medicación e interacciones. Pero ningún tratamiento será completamente efectivo si a estas personas que son quienes presentan mayores problemas de soledad, aislamiento y discriminación, no se les da el cariño, amor y respeto que necesitan.