La salud mental desde diversas perspectivas - Cruz Roja
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Ávila acoge estos meses las Jornadas sobre Salud Mental, organizadas por Cruz Roja en Ávila y estructuradas en tres sesiones que abordarán el suicidio, las adicciones tecnológicas y la depresión.
Esta iniciativa, que se desarrolla en la Fundación Ávila con la colaboración de Caixabank, se ha puesto en marcha con una primera sesión denominada ‘Sí, hablemos de suicidio’, el mismo título que encabeza el documental de Cruz Roja que se proyectó en el auditorio del Palacio Los Serrano. En él se mostraban los testimonios de familiares de personas que se han quitado la vida y las vivencias y necesidades de los sobrevivientes. Una producción audiovisual impactante en la que se aborda el dolor, la tristeza, la culpa y la superación.
Abrió el acto Mar Echenique, responsable de Salud Mental de Cruz Roja Española, que aportó datos sobre mortalidad: una de cada 100 muertes ocurridas en el mundo durante el año 2019 fue por suicidio. En España se suicidan 10 personas al día. Cifras abultadas de las que no se habla por ser, aún, un tema tabú, por pudor, por vergüenza, por desconocimiento o por el temor a infligir más daño, entre otras causas.
Por eso, encuentros como el desarrollado en Ávila son tan positivos para las personas asistentes, porque es necesario hablar del suicidio. Es imprescindible para prevenirlo, para ahondar en su conocimiento y para afrontarlo en caso de necesidad. Logró ser una charla cercana, a cinco voces, multidisciplinar, en la que se explicó la importancia de hacer frente a los falsos mitos que rodean al suicidio, erróneamente asentados en nuestra sociedad. Echenique también definió la ideación suicida, los factores de riesgo más comunes y su valoración, así como las señales de alerta y la evaluación del riesgo suicida.
Después de la introducción, aportó sus vivencias el profesor y orientador del instituto de Educación Secundaria Jorge Santayana de Ávila, José María Hernández, que expuso cómo afronta como pedagogo su labor con adolescentes que viven un momento difícil en su vida, años de transición en los que es crucial la salud mental.
En algunos casos en los centros educativos se detecta que jóvenes empiezan a autolesionarse y a sufrir enfermedades mentales que deben afrontarse y atajarse a tiempo. El profesor resaltó que su objetivo en el centro educativo es el bienestar del alumnado dentro del proceso de aprendizaje y señaló la importancia de estar atentos, como profesores y pedagogos, a las señales que pueden dar los jóvenes. En este sentido valoró la importancia de la comunidad para superar esta situación de angustia transitoria que viven muchos adolescentes haciendo participes a los tutores y tutoras, compañeros y compañeras de clase, al profesorado y, por supuesto, a la familia.
También alertó del peligro que supone vivir en una sociedad volcada en la imagen y en las redes sociales, sobre todo en una etapa vital de cambio absoluto, físico y mental, como es la adolescencia.
Por su parte el médico de familia de Sacyl, Ángel Román Carabias, resaltó la importancia de la cercanía y de estar alerta, ya que no hay reglas comunes, puesto que hay tantos síntomas como personas y cualquier cambio en el comportamiento del paciente puede ser una pista para los profesionales de la medicina.
Destacó que la gran mayoría de los suicidios vienen de la mano de la enfermedad mental y en otros casos están provocados por una suma de variables que resulta intolerable para la persona, que acaba viendo el suicidio como una salida, una pausa al dolor insoportable que vive a diario.
Es significativa la desesperanza que sufren, la sensación de no ver la luz, de no adivinar la salida a la situación en la que las personas se sienten atrapadas. Cuando se detecta ese sentimiento es una clara señal de alarma que hay que vigilar, señaló el médico.
Todos los ponentes coincidieron en que hay dos picos de edad en las personas con conducta suicida: la adolescencia y las personas que tienen más de 70 años, aunque se producen en cualquier tramo de edad.
Alhena Pérez, psicóloga de Cruz Roja Te Escucha, explicó cómo funciona el servicio que la Organización puso en marcha con la pandemia y que a día de hoy continua activo por la demanda existente. Cuando una persona necesita apoyo puede llamar al 900 107 917 y en ese número de teléfono encontrará tres niveles de apoyo psicológico según las necesidades.
El servicio está atendido, en un primer nivel, por personas trabajadoras y voluntarias de Cruz Roja que están especializadas en apoyo y acompañamiento psicosocial. Al segundo nivel se derivan los casos o situaciones más complejas que son atendidas por profesionales de la psicología especialistas en diferentes ámbitos de atención psicológica. Recientemente se ha incorporado un tercer nivel para las personas que demandan sentirse acompañadas por encontrarse en una situación de soledad no deseada. Estas llamadas son atendidas por personas voluntarias.
Desde que se puso en marcha este servicio se han atendido más de 8.000 llamadas, de las cuales el 65% han sido realizadas por mujeres. Durante los peores meses de la pandemia sobre todo llamaban familiares de personas fallecidas y trabajadores y trabajadoras esenciales. Posteriormente el perfil ha ido cambiando y contactan personas afectadas por la pérdida de empleo o personas que han sido conscientes, cuando han pasado los peores momentos de la pandemia, de una pérdida sufrida.
Beatriz Jiménez Hernández, psicóloga forense de la Red Nacional de Psicólogos por la prevención del Suicidio Princesa 81, apuntó la carencia enorme que existe en la formación universitaria sobre el suicidio, al reconocer que, a lo largo de los cinco años de la carrera de Psicología y las posteriores formaciones cursadas, sus docentes no abordaron en ningún momento el suicidio. Algo que obliga al profesional a buscar información por sí mismo.
Sobre las conductas de las personas que han tenido alguna tentativa de suicidio, Jiménez expuso que la mayoría de las personas que lo intentan, en un periodo de 6 meses, vuelven a realizar un nuevo intento.
La labor del terapeuta en todo el proceso es esencial y determinante, ya que tiene el reto de conseguir que la persona que tiene ideas suicidas considere de forma consciente que puede tener otras alternativas en su vida, otras salidas. Ayudar a que la persona con ideas suicidas valore otras opciones vitales y la oportunidad de vivir es el gran reto de los profesionales de la psicología.
No hay que olvidar a las personas afectadas por los suicidios de familiares y amistades, ya que no solo se pierde la vida de la persona que decide morir, también queda totalmente trasformada para siempre la vida de las personas de su entorno. Se estima que entre 6 y 10 personas sufren el duelo por cada muerte por suicidio. Ellas también deben contar con una intervención psicológica para afrontar y superar la pérdida vivida de forma traumática.