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Las voces del mar

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LAS VOCES DEL MAR

Las voces del mar
Son centinelas, guardianes. Las personas que vigilan el mar que los demás navegamos. A base de escuchar, distinguen el rumor suave de las aguas revueltas. Sus relatos -de rescate, de preservación, de prevención- llevan 50 años navegando.

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Parte 1 Las voces del mar

El mar es tan inmenso como misterioso, y lo mismo puede inspirar la calma, que desatar la tormenta. En él nos sentimos parte del todo, pero también de la nada, y así es como la sensación de soledad nos puede empapar, a no ser que alguien nos tienda la manta. El cuerpo de Salvamento Marítimo de Cruz Roja nos recuerda que siempre hay alguien en la atalaya. Vigías que acudirán en nuestra búsqueda si nos desorientamos, incluso si hay peligro de ahogamiento; centinelas que acompañarán a esa patera en riesgo, o que intervendrán cuando un barco se encalle y naufrague. También se encargan de vigilar los niveles ambientales, porque cuidar de nuestras aguas es un deber urgente. 

En muchos casos, estamos hablando de personas con años de experiencia y numerosos relatos a las espaldas, cuyas voces son también -irremediablemente- las del mar.

La labor de Cruz Roja en el medio marítimo acaba de cumplir 50 años. Aunque las primeras actuaciones tuvieron lugar en julio de 1971, no fue hasta la década de los 90 que se establecieron acuerdos oficiales con la Administración del Estado. En 1995, se firmaría el Convenio Marco de Cooperación con Salvamento Marítimo que condensa todos los anteriores, donde se habla de dos objetivos compartidos. Por un lado, la lucha contra la contaminación marina, que implica la reacción ante catástrofes tan sonadas como la del Prestige (A Coruña, 2002). Por otro, la búsqueda de las personas que estén en peligro, como aquel rescate de 27 náufragos en la Bahía de Plentzia (Bizkaia, 2016).

Según cifras de la Organización, durante el año 2020, se han realizado un total de 3.172 intervenciones en el mar, donde también se ha asistido a 1.124 personas. Hasta aquí los datos. Las historias que vienen a continuación pertenecen a personas veteranas de Salvamento Marítimo de Cruz Roja: voluntaria/os y empleado/as que se han enfrentado a las olas en primera persona o que han coordinado las acciones llevadas a cabo sobre las embarcaciones. Dedicaron una parte de su vida, o tal vez toda, a una labor que se ha profesionalizado con los años y ha mejorado gracias a las nuevas tecnologías. Porque no siempre hubo móviles y también se llegó a trabajar con walkies.

Parte 2 Voces del mar

Fernando Lage, 72 años, A Coruña 
"Todos nos dimos cuenta de que era necesario un cuerpo de rescate"

 

¿Cómo te adentras en el mar? Viví la fundación de la Base de Salvamento Marítimo de A Coruña, que fue la primera de España y el origen de la Cruz Roja del Mar. Todo fue a raíz de un accidente marítimo en la Torre de Hércules, donde murieron 14 tripulantes de un pesquero porque no había nadie para ayudarles. Todos nos dimos cuenta de que era necesario un cuerpo de rescate. Así que, en 1973, enviaron la La Blanca Quiroga: la primera embarcación de salvamento español que, además, no se retiró hasta 2002. Y con ella, un grupo de voluntarios empezamos a funcionar, porque había mucho trabajo.

Y ahora… Ahora estoy jubilado, pero he dedicado toda mi vida al mar, y de vez en cuando todavía voy por la base. Mi actividad principal ha sido impartir clase en el Instituto Social de la Marina, donde también he formado a personas de los cuerpos de rescate. En Cruz Roja fui voluntario dentro del grupo fundacional de A Coruña, donde éramos 30 personas, 15 de ellas con actividad de todos los días. Pero a a finales de los 70, llegó gente más profesionalizada y nosotros fuimos perdiendo protagonismo.

¿Cómo ha evolucionado la labor? Lo que sucedió en A Coruña empezó a extenderse a otros puertos gallegos, como Cedeira o Ferrol, y de ahí a otras comunidades españolas, como el País Vasco o Cantabria. Se fabricaron lanchas muy similares a la Blanca Quiroga y la Diputación nos echó una mano con las Zodiac. El primer helicóptero fue un Super Puma con el que hacíamos ejercicios, porque al final nos encargamos de formar a los que llegaban. Así que, con el tiempo, cambió todo y para bien. Había más gente y más medios. Y quizá menos rescates de barcos, porque la pesca de bajura fue cayendo.

 

¿Qué momento te ha marcado más? ¡Muchos! Recuerdo un barco chino que se atascó en la ría y no había manera de bajar a uno de los tripulantes, decía que se quería hundir con él. También naufragios más trágicos. Una operación de rescate cerca de las islas Sisargas, donde el golpe de mar fue tan fuerte que el Blanca Quiroga dio la vuelta sobre sí mismo y perdimos a un compañero voluntario. Un momento realmente duro.

¿Qué esperas del futuro? Siempre se puede mejorar, naturalmente, así que vendrán mejores embarcaciones. Me gusta que cada vez haya más conciencia ambiental y nos preocupemos por el mar. Y que eso haya pasado a ser parte de las tareas de Cruz Roja.

Parte 3 Voces del mar

Estefanía Olías, 34 años, Alicante 
"Cada semana organizamos recogidas de basuras y quitamos redes rotas"

 


¿Cómo te adentras en el mar? Empecé con 16 años como socorrista de Playas, así que llevo en Cruz Roja desde 2002. Al ver mi nivel de implicación, y que realmente me gustaba lo que hacía, mi coordinador me sugirió entrar en Salvamento Marítimo. Así fue como terminé en la base de Santa Pola y, desde 2017, trabajo en la de Torrevieja.

Y ahora… Sobre todo realizo labores de patrona, marinera o socorrista, aunque las que más me gustan son las dos últimas. A lo largo de la costa española, cambia mucho el tipo de trabajo. En un 90%, el nuestro consiste en remolcar embarcaciones que se han quedado atascadas, incluyendo pateras -aunque por el protocolo COVID19 ya no los subimos a la barca, sino que los acompañamos hasta que llega el barco de salvamento-. El otro 10% consiste en la prevención y la búsqueda de personas desaparecidas. Desde gente que está haciendo deporte, a otra con dificultad para salir del agua.

¿Cómo ha evolucionado la labor? Por un lado, cada vez profesionalizamos más a las personas voluntarias. Ya no sirve con tener ganas y saber nadar, sino que procuramos que tengan titulaciones de navegación y les ofrecemos formaciones gratuitas. Además, está claro que las embarcaciones han mejorado, y ahora tenemos GPS, radar de visión nocturna, comunicación con las bases de alrededor… Por último, destacaría el aspecto medioambiental, que cada vez ha ganado más peso. Todas las semanas organizamos recogidas de basuras y quitamos redes rotas para que no atrapen a delfines y ballenas. 

¿Qué momento te ha marcado más? Hubo un día con mucho viento de Levante en el que teníamos a dos personas ahogándose a la vez en dos puntos separados por 30 millas (unos 15 kilómetros). Pensé que no llegábamos. La Guardia Civil se fue a por la mujer y nosotros, a por un señor que estuvo flotando unos 20 minutos, hasta que me tiré al agua y lo agarré. Se me desplomó en los brazos, estaba muerto. Pero al sacarlo a la arena, el Samu lo reanimó y de algún modo revivió No me olvidaré de aquello.

¿Qué esperas del futuro? Más trabajadores en esto. Somos muy pocos y nos hacen falta recursos. Y más visibilidad de nuestra labor entre la gente. Así nos concienciaríamos de no provocar determinadas situaciones peligrosas en las que nos jugamos la vida.

 

Parte 4 Voces del mar

José Luis Montes, 54 años, Guipúzcoa 
"Ahora tenemos los medios y nos falta la gente"

 

¿Cómo te adentras en el mar? Empecé con 17 años como voluntario de Cruz Roja del Mar; así se llamaba. Era el año 85, y entonces era posible hacer el servicio premilitar en la Organización. Estuve una temporada aprendiendo socorrismo acuático, mecánica naval, buceo, navegación… Incluso fui a la Escuela Náutica, pero la dejé para empezar a trabajar. No me imaginaba que con los años volvería a Cruz Roja como trabajador. 

Y ahora… Soy delegado en Pasaia (Donosti). Estoy retirado de la acción directa, porque los años cansan y no es lo mismo que salir al mar con 20 años. Pero la labor de coordinación en Emergencias es igualmente necesaria y, a la vez, formamos a la gente más joven. 

¿Cómo ha evolucionado la labor? Antes no teníamos medios y teníamos gente; ahora tenemos medios y nos falta la gente. Hay una carencia de voluntarios en este tipo de actividad, porque muchos siguen pensando que esto va de hacer Playas en los veranos. Resulta que en invierno prestamos servicios especiales, cubrimos regatas, hacemos remolques, asistimos a pescadores y localizamos las 24 horas los 365 días del año.

¿Qué momento te ha marcado más? Podría decirte algo como las Olimpiadas, pero lo que más recuerdo es un barco que se quedó encallado al Norte de Pasaia con una persona a bordo. El rescate nos llevó 8 horas, durante las que estuvimos hablando por la toma de agua, hasta que los compañeros lo sacaron. Luego, el barco se hundió a 140 metros de profundidad, fue una intervención de película. También ha habido desenlaces dramáticos, pero los intentas olvidar, porque serían una carga muy pesada.

¿Qué esperas del futuro? Tenemos que renovar filas y seguir mejorando en formación. Muchas empresas de buceo o de salvamento se interesan por nuestros voluntarios, lo cual es un orgullo. Yo volvería a elegir este trabajo: te deja unido al mar para siempre.
 

PArte 5 Voces del mar

Pilar Durán, 49 años, Ceuta 
"Cuando empecé no había mujeres, todo eran hombres de la mili"

 

¿Cómo te adentras en el mar? Empecé con Cruz Roja del Mar en el año 88. Mi padre es  el vicepresidente de la Organización en Ceuta, y por entonces dirigía las actividades marítimas. Me lo propuso y me apeteció, fue un proceso muy natural. En aquella época no había mujeres, todo eran hombres que venían del servicio militar, así que estaba sola. Las primeras chicas de Salvamento Marítimo llegaron bien entrados los 90. 

Y ahora… Soy directora de formación en Ceuta. Después de ir a la Universidad, regresé a Cruz Roja en 2004 como trabajadora en el Área de Recursos Humanos. Pero todos los conocimientos que adquirí durante los años de Salvamento me han servido después.

¿Cómo ha evolucionado la labor? Se ha notado mucho la evolución de la tecnología. Ahora hacemos simulaciones con helicópteros, por ejemplo. También es diferente el perfil del voluntariado, porque ya no vienen a la mili. Son personas interesadas en este ámbito, que además se forman a conciencia y, claro, hay más mujeres. Por último, se realizan intervenciones que antes no eran tan frecuentes, como rescates de pateras.

¿Qué momento te ha marcado más? Al principio, me encargaba de estar en la base con la emisora de radio. Luego empecé a formarme para llevar embarcaciones. Recuerdo mi primera operación de rescate con un barco a la deriva, fue bastante emocionante.

¿Qué esperas del futuro? Que sigan mejorando los medios y las formaciones. Creo que ya estamos en el camino adecuado, pero seguro que todavía llegaremos más lejos. 

Parte 6 Voces del mar

Jesús María, 53  años, Guipúzcoa
"Dependiendo del barco, te estás jugando la vida"
 

 

¿Cómo te adentras en el mar? Entré en Salvamento Marítimo en el 86 para hacer la 'premili'. Luego me formé en Cruz Roja del Mar, dos meses en Cádiz y 14 en Zarautz. A partir de ahí, no he dejado de colaborar con la Organización, primero en Ambulancias y luego en Socorros. El mar siempre me ha gustado, te tiene que gustar para desempeñar este trabajo, así que me he ido  formando con varios cursos de patrón.

Y ahora… Ahora soy policía y tengo tres hijos. Conforme van pasando los años, a veces me pregunto por qué sigo en esto y para qué correr tantos riesgos, sobre todo por mi familia. Pero luego me llaman para una emergencia y no sé decir que no.

¿Cómo ha evolucionado la labor? Algunas cosas han cambiado, pero otras no tanto. Seguimos ayudando a muchas embarcaciones que se quedan encalladas, haciendo preventivos de competiciones deportivas y rescates de domingueros que se juegan la vida. Si es un caso de riesgo, dependiendo de la embarcación, te la juegas tú también.

¿Qué momento te ha marcado más? Cualquiera, no puedo quedarme con uno. Los servicios nocturnos, los rescates cuando el mar pega muy fuerte… Hay que vivirlo.

¿Qué esperas del futuro? Más relevo generacional, porque siento que los jóvenes no tienen ese espíritu de ayuda desinteresada. Y mejor flota, eso es lo esencial. 
 

Prte 7 Voces del mar

Javier Chellaram, 54 años, Ceuta 
"El logotipo de la Cruz tranquiliza a las personas migrantes"

 

¿Cómo te adentras en el mar? Mi madre se equivocó. Ella me quería inscribir en la Armada y terminé en la Brigada Naval de Cruz Roja. Así que esa fue mi mili. Era el año 85, y teníamos una estación totalmente nueva, Cecomar Ceuta, con una sala de radio que funcionaba 24 horas al día. Yo estaba en las oficinas precisamente. En general, recuerdo que  éramos un grupo humano muy entusiasta, aunque limitado en medios.

Y ahora… La pena es que no tuve continuidad. Me eché novia y me fui a trabajar en otra cosa. Me gustaría haber sido coordinador de Socorros. Ahora trabajo como freelance en diarios digitales de la ciudad y escribo mucho sobre temas del Ejército y la Armada.

¿Cómo ha evolucionado la labor? Antes, la gente de 18 años veía el cartel de Cruz Roja y se apuntaba como voluntaria, pero ahora la zona portuaria está vallada por temas de inmigración y es más difícil atraer a las personas jóvenes. La imagen de Cruz Roja se ha transformado también. Ya no se asocia al trabajo del Ejército, sino a los despliegues humanitarios; los voluntarios no llevan uniformes, sino chalecos rojos; y cuando se envía a un equipo para dar mantas a personas migrantes, el logo de la Cruz les tranquiliza.

¿Qué momento te ha marcado más? Dos operaciones de Paso del Estrecho durante la época dura. Entonces las condiciones sanitarias eran muy distintas, no es como hoy en día que llamas desde el móvil y viene una ambulancia. Antes tenías un walkie y no había vehículos de noche. Las intervenciones salían adelante porque la gente que era muy buena, oficiales con formación y con ganas. Por suerte, ahora los medios son mejores.

¿Qué esperas del futuro? Supongo que vendrán más embarcaciones y otras mejoras en tecnología. También creo que sería importante aprovechar a la gente con experiencia para las formaciones, porque algunas de las cosas vividas tienen un valor enorme.
 

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