Las consecuencias de la violencia de género llegan hasta la infancia - Ahora
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- El día 20 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Infancia. Una fecha que pone el foco en dar a conocer los derechos de la infancia y concienciar a la sociedad sobre la importancia de trabajar por su bienestar y desarrollo.
Los niños y las niñas son conscientes de su realidad, de su lugar en el mundo, de los afectos que reciben… pese a ello, aún muchas veces las personas adultas seguimos restando importancia a su capacidad de entendimiento o participación. Este 20 noviembre se conmemora el Aniversario de la Convención de los Derechos de la Infancia de Naciones Unidas, el Día Internacional de la Infancia, para, precisamente, recordar lo importante que es respetar sus derechos y ser conscientes de su bienestar y desarrollo. Una cantidad importante de niños o niñas no solo están en situación de riesgo de exclusión social por pobreza, sino que viven situaciones dramáticas en sus hogares y consecuencias directas de situaciones de violencia. Una de ellas es la de la violencia de género, es decir, la violencia que sufren las mujeres por el hecho de ser mujeres; una de las manifestaciones más claras de la desigualdad, subordinación y de las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, tal y como se recoge en este documento del Gobierno.
En España, alrededor de 1.600.000 niños y niñas viven en hogares afectados por la violencia de género: presencian y/o sufren violencia, se encuentran en situaciones de opresión y control, viven un tipo de relación basado en el abuso de poder y la desigualdad o se ven expuestos a manipulación por parte de los progenitores. El sufrimiento de los niños y las niñas que viven en estos contextos, las consecuencias que ello tiene en su desarrollo y el coste social que la violencia de género en general y el maltrato infantil asociado ocasionan, preocupan (y mucho) a Cruz Roja.
Entre un 30-40% de estos niños y niñas repetirán la historia de violencia
Estos niños y niñas, además, son doblemente vulnerables: por su condición de menores de edad, y por su condición de hijos/as de madres maltratadas. Los efectos de una situación como esta no solo son alarmantes, como recuerda la Organización, sino que una parte de las consecuencias puede perdurar hasta la adultez, donde se aprecian el aprendizaje de ideas sexistas y violentas. De hecho, según algunos estudios, se estima que entre un 30-40% de estos niños y niñas repetirán la historia de violencia, con mayor intensidad en aquellos niños y niñas que sufren violencia directa.
‘Alzando la voz: autoexpresión y empoderamiento de hijos e hijas víctimas de violencia de género’
Cruz Roja lleva más de veinte años desarrollando proyectos y servicios especializados en el ámbito de la atención a la infancia en dificultad social, así como en la atención a las mujeres víctimas de violencia de género. En el año 2021, la Organización ha dado un paso más en esta línea de trabajo con la puesta en marcha del proyecto estatal ‘Alzando la voz: autoexpresión y empoderamiento de hijos e hijas víctimas de violencia de género’. Mediante este, se pretende implicar a niños, niñas y adolescentes que han sufrido situaciones de violencia de género en su condición de hijos/as como verdaderos agentes sociales para mejorar la respuesta institucional que se les ofrece desde las Administraciones Públicas y Entidades Sociales.
En este primer año de desarrollo, los objetivos principales de la campaña son generar un proceso de autoexpresión y participación infantil que permita a los niños, niñas y adolescentes tomar conciencia de todas las dimensiones implicadas en situaciones padecidas, atendiendo a sus capacidades y niveles de desarrollo; y, por otro lado, recoger y difundir la visión que los propios niños, niñas o adolescentes tienen sobre la exposición a este tipo de violencia padecida y de la respuesta institucional recibida.
‘Alzando la voz’ se desarrolla en estos momentos en 5 provincias donde más de 70 niños y niñas están participando a través de talleres de autoexpresión con los que Cruz Roja pretende mejorar la identificación de posibles situaciones problemáticas y barreras, y también conocer sus deseos de futuro o su capacidad para superar posibles obstáculos. El resultado de la investigación se dará a conocer en un informe a finales de año.
Creando ilusiones: un (necesario) espacio de ocio terapéutico
La violencia de género no solo convierte en supervivientes a las mujeres que la superan, sino a sus hijos e hijas. Por eso, desde Cruz Roja Castellón se ha puesto en marcha el proyecto ‘Creando ilusiones’, mediante el cual se trabaja con los hijos e hijas de mujeres víctimas de violencia de género (usuarias del proyecto JUNTES) para potenciar espacios de ocio con sus madres. Actualmente, en el proyecto hay 15 niños/as desde los 0 hasta los 16 años con sus respectivas madres.
Cintia, parte del proyecto en Cruz Roja, cuenta que este año es el segundo en el que se lleva a cabo esta iniciativa que busca, fundamentalmente, “crear espacios de ocio terapéutico para reparar vínculos”. “Intentamos, a través de distintas actividades, lograr un acercamiento entre hijos/as de víctimas de violencia de género y sus madres para reparar la relación materno filial y lo que han sufrido en la situación de violencia que han vivido”, expresa.
Entre las actividades que han hecho, hay tareas para casa (como unos diarios), cuentacuentos (con títulos tan sugerentes como ‘Qué aburrido ser princesa rosa’, con el fin de que los niños y niñas entiendan que pueden usar cualquier color) y una excursión a una granja escuela. También se prevé, antes de que acabe el año, llevar a cabo alguna acción más, como facilitar entradas para que acudan al cine.
“Pensemos que la interacción previa de estos niños y niñas con sus mamás procede de un lugar con mucho dolor. Las madres que denuncian, en muchas ocasiones, lo hacen al padre de sus hijos o hijas, algo que conlleva un doble trabajo y un sufrimiento. A veces los niños lo entienden, pero en otras ocasiones le preguntan por qué ha denunciado a su padre”, explica Cintia. Por todo ello, crear un entorno sano, donde las madres puedan compartir con sus hijos e hijas cosas buenas, resulta crucial.
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