Hola. Deseamos que os encontréis bien, y con ganas de compartir este post en el que, en esta ocasión, hablaremos de un tema que a nadie le resulta indiferente: el amor. Con más precisión, haremos referencia al amor romántico.

Sin dudas, para cada mujer y para cada hombre, el amor tiene un significado diverso. Para la Real Academia Española de la Lengua, uno de esos significados es: “Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”.

Las formas del amor dependen, directamente, de cada época y cada sociedad. Son construcciones culturales que, en la mayoría de los casos, no tienen que ver con la realidad, y se convierten en estereotipos; de la misma manera que alguien decidió que las niñas debían vestir de rosa y jugar con las muñecas, y los niños vestir de azul y jugar con una pelota.

A partir de la adolescencia se despierta esa necesidad de buscar y estar con la persona que deseamos, de disfrutarla y de unirnos a ella. Encontrar el amor suele ser sinónimo de encontrar la felicidad. Sin embargo, es un camino lleno de dificultades, en el que la mayoría de las veces, sufrimos más penas que glorias.

Podríamos decir que, técnicamente, el amor romántico surge como reacción al amor de la época victoriana, como una manera de rebelarse a un sentimiento que estaba demasiado encorsetado en la institución del matrimonio.

Como paradigma de esa rebelión podemos citar Romeo y Julieta, de Shakespeare, donde la apuesta era jugarse la vida y sufrir profundamente por un instante de amor.

Humildemente, desde nuestro blog, queremos compartir, con vosotras y vosotros, la importancia de vivir este sentimiento alejados de todos los estereotipos y falsas impresiones que tanto daño nos hacen.

Debemos ser capaces de amar sin idealizar, sin esperar que esa relación sea un cuento con final feliz. No debemos creer que para lograr el amor tengamos que pagar a cambio con tanto sufrimiento; eso no es cierto.

La mitificación la tenemos que dejar para la literatura, la ficción; hasta la podemos aprovechar como alimento para el alma. Pero, al pensar en nuestra pareja, debemos hacerlo desde la honestidad de aceptarla tal como es.

Establecer una relación de amor con esos parámetros nos dará la posibilidad de crecer junto al ser que amamos, sin necesidad de vivir bajo el dogma del “para siempre”. Podremos enfrentar la vida con mayor solidaridad, y aceptar, con más naturalidad, que los caminos se pueden bifurcar.

Una relación basada en la igualdad, olvidándose de frases hechas como “el amor verdadero”, nos acercará con más sensatez a quien se pueda sumar a nuestro proyecto de vida. Y, por supuesto, estamos dándole vital importancia al amor entre las personas, sin imponer con quién se puede estar y con quién no.

 

Mitos del amor romántico

*El amor verdadero.

Según explican varias corrientes psicológicas, los problemas en la pareja empiezan cuando queremos que nuestra vida amorosa imite a las superproducciones cinematográficas.

Podríamos desmitificar al amor verdadero diciendo que una relación en ese sentido es un acuerdo libre entre dos personas, sean del sexo que sean, que no es eterno, y que estará sujeto a cambios que surjan en la pareja.

*El amor lo puede todo.

Creer que, por arte de magia, el amor nos solucionará todo es exactamente lo contrario: lo más probable es que cuestiones muy importantes que hay que tratar en pareja lleguen a una situación irreversible.

*Los celos.

Otra idea errónea es considerar que ser celosa o celoso es una virtud. Esto tiene más que ver con tratar a la persona que amamos como si fuera de nuestra propiedad y exclusividad. Los celos no son un buen síntoma, más bien todo lo contrario, ya que pueden ser el principio de la violencia de género, por ejemplo.

*Mi media naranja.

Otro de los mitos muy extendidos del amor romántico. Parece que, desde que nacemos, nos falta una mitad que debemos buscar para estar completos. Gran mentira. Podemos realizarnos igual sin haber encontrado la compañía que buscábamos; pero lo que no podemos hacer es aguantar toda la vida a alguien con quien no somos compatibles con el ideal de hallar nuestra otra mitad.

*El matrimonio.

Creer que el amor romántico debe materializarse en el matrimonio, cuando la pasión, la mayoría de las veces, es transitoria, va en contra del matrimonio cuya unión pretende ser “para toda la vida”.

*La pasión eterna.

Esta creencia sostiene que la pasión debe permanecer durante los años de convivencia. No obstante, la realidad va por caminos diferentes y, en una buena relación que perdure en el tiempo, la pasión se podrá convertir en otro sentimiento, sin que por ello dejemos o nos dejen de querer.

*Confianza ciega

Confiar ciegamente en nuestra pareja puede poner en riesgo nuestra salud sexual. La confianza es una base para la amistad y para el amor, pero no debemos otorgarla ciegamente. No utilizar medidas de prevención en nuestras relaciones sexuales, porque “él o ella jamás me traicionaría”, es una idea romántica que puede ponernos en peligro.

El amor, el amor...

 

Estamos llegando al final. Esperamos que este post os haya resultado de interés.

No debéis olvidar que el amor, sin adjetivos, es una construcción social y cultural que ha variado según los diferentes momentos históricos.

Lo esencial, en cualquier relación de pareja, es saber lo que queremos, cuidar nuestra salud emocional y sexual, la de los demás, establecer vínculos de acuerdo con nuestras propias convicciones, y no según los cánones que nos imponga la sociedad en la que vivimos.

Hasta pronto. Esperamos vuestras sugerencias.