La integración de las familias ucranianas en españa un año después de su llegada agradecimiento y esperanza - Ahora
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Volver a empezar: la nueva vida de las familias ucranianas un año después
VOLVER A EMPEZAR: LA NUEVA VIDA DE LAS FAMILIAS UCRANIANAS UN AÑO DESPUÉS
Humanidad
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Parte 1 Un año después de la llegada
Un año después de la llegada
Desde el 24 de febrero de 2022, Cruz Roja ha trabajado intensamente para ofrecer respuestas inmediatas y ajustadas a las necesidades de las personas afectadas por el conflicto entre Rusia y Ucrania.
En toda Europa, Cruz Roja ha atendido a más de 14 millones de personas en la cobertura de sus necesidades básicas, ha asistido sanitariamente a más de 1.100.000 y ha prestado ayuda en lo que a alojamiento se refiere a casi dos millones. Solo en Ucrania, la Cruz Roja Ucraniana ha prestado asistencia a más de 12 millones de personas, más de 328.000 necesitadas de apoyo psicosocial y más de 252.700 en tareas de transporte y evacuación.
Cruz Roja Española ha apoyado desde el inicio a la Cruz Roja Ucraniana y las Cruces Rojas de otros países limítrofes, donde en la actualidad se sigue colaborando puesto que, desafortunadamente, el conflicto continúa y sus consecuencias van a provocar un impacto negativo entre la población también en el medio y largo plazo. En estos momentos las delegaciones tanto en Polonia como en Ucrania, están activas, desde donde los 36 delegados y delegadas desplegados trasladan un día a día muy complicado con constantes ataques, cortes de luz o de otros suministros como el agua.
A nivel nacional, se ha canalizado la respuesta en colaboración con el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, con una atención integral a las personas (alojamiento, manutención, cobertura de necesidades básicas, asistencia social, jurídica y psicológica, además de aprendizaje del idioma).
Cruz Roja Española ha atendido a más de 125.000 personas con el apoyo de 9.426 personas voluntarias.
España es uno de los países donde han recalado las personas ucranianas que han huido del conflicto, la miseria y un futuro incierto. Ahora, un año después de su llegada, muchas aseguran que su integración ha sido todo un éxito y que jamás se habrían esperado una acogida así.
Parte 2 Acogida e integración para fortalecer su bienestar emocional
Acogida e integración para fortalecer su bienestar emocional
Kristina trabajaba en Ucrania como responsable de equipo en una clínica veterinaria. Tenía una vida estable, vivía con sus dos hijos, su marido, su abuela y tres perros en un apartamento en Brovazy, una ciudad a 10 kilómetros de Kiev.
Su vida transcurría con normalidad, llevaba a sus hijos al colegio, iba a trabajar y cada dos años podían permitirse unas vacaciones familiares en la playa. El día que empezaron a bombardear los alrededores de Kiev, decidió refugiarse en el sótano de su casa, allí estuvo con su familia diez días hasta que tomó la decisión de marcharse con sus dos hijos y su abuela. Era una fría mañana del mes de marzo.
“En Cruz Roja siempre hay una persona que me escucha y me ayuda”
Una única maleta para todos y diez horas de tren para llegar a Lviv, donde estuvieron alojados dos noches en un hostal. Allí, Kristina empezó a buscar a personas voluntarias que pudieran llevarlos hacia Polonia. Salían muchos autobuses pero consiguió un pasaje en coche hasta Varsovia, donde se quedaron durante unas cuantas noches el salón de una familia. Kristina no conseguía dormir y seguía buscando destino hacia Europa. Fue entonces, cuando a través de las redes sociales, una chica ucraniana que vive en Toledo le consiguió un pasaje hasta España.
Asegura que este año ha sido un soplo de calma lejos de los bombardeos, “para mi este año ha supuesto estar tranquila y saber que mi familia está segura, que mis hijos están estudiando y que tenemos atención médica, sobre todo para mi abuela que tiene 75 años”.
Convencida de que tenía que vivir una vida independiente junto a su familia, Kristina decidió pedir ayuda a Cruz Roja y entró en el Programa de Acogida e Integración de Personas solicitantes y beneficiarias de protección internacional y temporal. Desde agosto del 2022 vive en un piso de Toledo con sus hijos, Iván de 10 años y Antonina de 14, acompañados por su abuela.
Kristina se deshace en agradecimiento a las personas voluntarias, para las que solo tiene buenas palabras. “Quiero agradecer a Cruz Roja todo lo que han hecho por mí, por su ayuda en este proceso de encontrar un hogar donde vivir con mi familia y sobre todo porque siempre hay una persona que me escucha y me ayuda”, relata. Sus hijos se han integrado sin problemas, y mientras reconoce que ha sido un año duro debido al cambio, afirma no arrepentirse de haber elegido España como país donde empezar una nueva vida. “Nuestra idea es quedarnos aquí hasta que todo se estabilice. Queremos un futuro en España, tanto que próximamente me examino para el A2 de español y más adelante me presentaré para el B1”.
Parte 3 Preparación a la autonomía y desarrollo de una nueva vida
Parte 3 Preparación a la autonomía y desarrollo de una nueva vida
Preparación a la autonomía y desarrollo de una nueva vida
Después de la fase de acogida llega una segunda fase: la de preparación para la autonomía, que se pone en marcha sólo cuando las personas han recibido una resolución favorable a su solicitud de protección temporal. Hasta enero de 2023, más de 3.205 personas ucranianas han salido de los recursos de emergencia y/o acogida temporal gestionados por Cruz Roja y han pasado a esta fase de autonomía, tras encontrar una vivienda de alquiler donde continuar su itinerario de integración sociolaboral.
Para que las personas ucranianas beneficiarias de protección temporal puedan desarrollar una nueva vida en condiciones dignas y que se adapten a sus necesidades, desde Cruz Roja, con apoyo de las personas voluntarias, se trabaja para identificar viviendas que cumplan con mínimos de accesibilidad, comunicaciones, cercanía a servicios educativos o sanitarios, y, en definitiva, con acceso a todos los recursos básicos que necesiten.
“Me gustaría quedarme a vivir aquí, acabar mi carrera, tener un futuro… pero nadie sabe qué va a pasar”
En el caso de Valentyna, la universidad ha jugado un papel fundamental en su integración y preparación a una vida independiente en España.
La primera parada de esta joven de 19 años fue Barcelona, ciudad a la que llegó en autobús junto con más mujeres ucranianas y de ahí partieron hacia Granada, donde estuvieron alojadas en un hotel con otras personas refugiadas. “Por entonces yo ya hablaba por teléfono con la Universidad de Castilla-La Mancha, porque me dieron la opción de estudiar en ella, y al poco tiempo ya me vine a Ciudad Real, a uno de sus campus. Ahora vivo en una residencia de estudiantes y estudio Filología Hispánica”, afirma Valentyna.
La UCLM le concedió una beca para poder cursar sus estudios mientras que Cruz Roja se encarga de la cobertura de sus necesidades básicas. Subraya sonriente que sus dos amigas, una ciudadrealeña y otra francesa, le ayudan a integrarse cada día un poco más, pero que sin duda para ella es fundamental saber comunicarse en nuestro idioma. “Saber español la verdad que me ayuda mucho, yo tengo el B2 porque ya estudiaba español antes del conflicto. En mi universidad de Ucrania mi primera lengua era el inglés y la segunda el español”.
Respecto a su futuro, concluye que sueña con acabar su carrera y establecer su vida en España, a pesar de que la realidad es incierta ya que “nadie sabe qué va a pasar cuando todo esto termine”.
Parte 4 Talento ucraniano en búsqueda de empleo
Talento ucraniano en búsqueda de empleo
Desde el inicio del conflicto en Ucrania y con datos actualizados al cierre de 2022, Cruz Roja ha atendido a 7.494 personas (75% mujeres y 25% hombres) de diversos perfiles con formación y orientación para acceder al empleo en nuestro país.
Muchas de ellas mantienen la expectativa de trabajar en España en el mismo sector profesional que ejercían en Ucrania y por ello, se sigue trabajando de manera muy intensa en el ajuste de posibilidades sobre su nueva realidad. Es el caso de Natalia, quien ya trabaja como ginecóloga en Tenerife, una profesión que ya ejercía en Ucrania. El estallido del conflicto se inició con ella en la isla, por lo que recurrió a la Cruz Roja para solicitar ayuda.
“Yo solicité ayuda en Cruz Roja en Puerto de la Cruz, Tenerife. Nos ofrecieron alojamiento, comida, ropa, cursos de español y apoyo para gestionar toda la documentación necesaria para la asistencia médica”, afirma Natalia.
“Estoy muy agradecida por todo lo que han hecho por mí”
Asegura que su agradecimiento nunca será suficiente, por ello, como forma de devolver a los demás todo lo que hicieron por ella, ahora es voluntaria dentro del programa de ayuda a las familias ucranianas con niños, niñas y adolescentes. “Sigo aprendiendo español para adaptarme mejor y más rápido ya que no sé si podré volver pronto a Ucrania, no sabemos cuándo terminará la ofensiva”, concluye.
En la actualidad, una gran parte de las personas atendidas manifiesta que su futuro a corto y medio plazo pasa por instalarse en España con una reconversión profesional, ya que o bien no pueden homologar sus títulos, o el lento proceso para la obtención del permiso de trabajo hace que encuentren muchas barreras para trabajar en sus profesiones de origen.
Sergey, en su caso, sigue esperando el permiso de trabajo y la solicitud de protección internacional. Hasta que eso suceda tanto él como su mujer e hija pequeña, reciben la ayuda de Cruz Roja para cubrir sus necesidades básicas y también para buscar un empleo. “Cruz Roja nos ayudó mucho desde el principio, recibo clases de español gracias a ellos, nos han dado mucha ropa para mi hijo pequeño, muchos juguetes y además nos han alimentado muy bien en el restaurante que teníamos habilitado en el hotel donde nos alojamos al llegar”, recuerda.
“Mi objetivo para el futuro es seguir aprendiendo español para aprender el vocabulario de gimnasia artística y llegar a poder dar clases”
Sergey no es ucraniano sino ruso. Llegó junto a su familia pocos días después de iniciarse los ataques, ya que al terminar sus estudios universitarios estaba obligado a hacer el servicio militar. Gimnasta profesional, se negó a luchar y huyó del país. “Llegamos en marzo del 2022 y empezamos a vivir con ciudadanos ucranianos en un hotel cerca de Valencia. En general todos nos llevábamos bastante bien ya que nos unía el sentir que aquí estábamos más seguros que en nuestro país. Más tarde nos trasladaron a un hostal hasta que llegamos a un piso en Paterna, en donde me encuentro actualmente con mi familia”, afirma.
Manifiesta sonriente sentirse muy integrado en la localidad valenciana donde reside, mientras intenta conocer gente en la ciudad y continúa con sus estudios de español. “Como mi mujer y yo éramos profesionales de la gimnasia artística en Rusia, mi objetivo para el futuro es seguir estudiando español para aprender el vocabulario de gimnasia artística y llegar a poder dar clases. Cuando nos concedan el permiso de trabajo nos encantaría enseñar acrobacia ya sea a niños o a adultos”, concluye Sergey.
Parte 5 Volver a empezar aprendiendo castellano, la puerta de la integración
Volver a empezar aprendiendo castellano, la puerta de la integración
El aprendizaje del idioma es una de las herramientas más efectivas para conseguir la integración de las personas refugiadas, ya que la adquisición de la lengua facilita enormemente la comunicación con personas de la sociedad de acogida y el acceso tanto a actividades de ocio como laborales. Esto promueve la creación de unas redes sólidas de apoyo, que son absolutamente necesarias en la situación de desarraigo a la que se enfrentan las personas que han dejado sus países de manera forzosa.
Eugenio, Inna y Rehina lamentablemente conocen esa sensación, la de sentirse perdido a causa de no conocer la lengua del país de acogida. Una familia que llegó en 2018 a nuestro país, concretamente a Murcia, y que se sienten tremendamente afortunados de haber encontrado a gente solidaria en este difícil camino. “Cuando te encuentras con personas maravillosas y sinceras que te reciben con los brazos abiertos, que están dispuestas a ayudar, aconsejar, apoyar, escuchar, hablar y sonreír... en ese momento el camino difícil se vuelve no tan insuperable”.
Afirman emocionados que el equipo de Cruz Roja ha puesto a su disposición todos los recursos necesarios para rodearlos de calidez y cariño. “La Organización ha sido el factor clave de nuestra integración tan rápida en España. Nos enseñan español, cómo funcionan los trámites de las administraciones públicas, la cultura, la mentalidad española…. ponen toda su alma en lo que hacen”.
“En los cursos, además de estudiar, hemos conocido a muchas personas interesantes con las que podemos practicar nuestro español, aprender sobre cultura, gastronomía, tradiciones y hacer amistades”
Reconocen haber necesitado ayuda psicológica tras el cambio brusco que ha supuesto su nueva vida, pero el balance que hacen después de este último año en España no puede ser más positivo. “La oportunidad que nos ha brindado Cruz Roja para aprender, ha influido directamente en nuestra integración social. Hemos querido aprovechar al máximo lo que nos han ofrecido, por eso hemos realizado todo tipo de cursos de formación a pesar de que tenemos títulos universitarios cursados en Ucrania”, señalan. Una familia tan perseverante que llegaron a estar matriculados en tres cursos a la vez aun teniendo que cuidar a una niña pequeña. “En los cursos, además de estudiar, hemos conocido a muchas personas interesantes con las que podemos practicar nuestro español, aprender sobre cultura, gastronomía, tradiciones y en definitiva hacer amistades”, concluyen.
La historia de Viktoriia también está marcada por la constancia. Esta vecina de Ourense ya domina el español y asegura que le ha ayudado mucho hablar con la gente de su alrededor, para poder expresarse en su nuevo idioma. “Para mí, lo más importante ha sido hablar con otras personas y recibir clases de español, a las que he dedicado muchas horas y muchas ganas. En solo dos meses empecé a entender y hablar un poco de castellano”, asegura.
Además, el hecho de poder comunicarse y el haber encontrado un puesto de trabajo le hace sentirse muy realizada. “Trabajo en un fábrica de productos de alimentación. Es mi primer trabajo aquí y me gusta mucho. Estoy muy contenta porque es una oportunidad para mí, y mis compañeras y compañeros me han tratado muy bien desde que llegué”, afirma feliz. Mientras continúa con su vida en Ourense, Viktoriia sueña con poder devolver la ayuda que ella ha recibido, trabajando junto a personas solicitantes de asilo. “Sería una bonita manera de cerrar el círculo a nivel profesional y personal”, concluye.
El deporte como vía para olvidar el horror
Y mientras Eugenio, Inna y Rehina continúan esperanzados su proceso de integración a través de las nuevas amistades, Anastasiia ha encontrado en el deporte el gran apoyo que necesitaba.
“El baloncesto me apasiona y quiero seguir practicando y entrenando. Mi sueño es jugar en la selección española algún día”
Tiene 16 años y llegó hace un año a Cuenca. Primero aterrizó en Madrid y tras alojarse durante más de un mes en un hotel que les proporcionó Cruz Roja, llegó al municipio manchego. Allí encontró su vía de escape en el deporte, concretamente en el baloncesto, en donde Anastasiia se refugia y se siente muy arropada por todo el equipo. “El baloncesto es mi gran apoyo. Al principio no entendía las instrucciones que daba el entrenador y mis compañeras me lo explicaban en inglés. Poco a poco y gracias a las clases de castellano voy mejorando mi nivel de comprensión, aunque todavía me falta mucho por aprender”.
En el Club de Baloncesto de Cuenca Femenino ha encontrado la motivación y la ilusión por una vida nueva mientras afirma convencida que “aunque sea difícil pensar en un futuro, lo que me motiva es continuar mis estudios y seguir entrenando”. Su presente lo encontramos en una cancha; su futuro, inscrito entre los grandes nombres del baloncesto. “Quiero continuar una carrera deportiva en España, el baloncesto me apasiona y quiero seguir practicando y entrenando. Mi sueño es jugar en la selección española algún día”.
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