Vânia de la Fuente-Núñez: “El edadismo es un problema que atraviesa todas las etapas de la vida” - Ahora
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Experta internacional en envejecimiento saludable y edadismo, y coautora principal del Informe Mundial de la ONU sobre Edadismo, Vânia de la Fuente-Núñez conoce muy bien los prejuicios asociados a la edad. Estos estereotipos están muy presentes en nuestra vida cotidiana y limitan las oportunidades de gran parte de la población. Médica y también antropóloga, Vânia trabaja en la actualidad como consultora independiente asesorando a gobiernos y entidades públicas y privadas a mejorar la vida de las personas mayores, cuestiones que también son ejes principales de su último libro, La Trampa de la Edad. Así nos lo cuenta.
¿El edadismo tiene que ver con el miedo a envejecer?
No exactamente. El edadismo se refiere a los prejuicios, estereotipos y discriminación hacia las personas basados en su edad, ya sea hacia otras personas o hacia uno mismo. Si bien el miedo a envejecer puede considerarse un reflejo del edadismo predominante en nuestra sociedad, este fenómeno abarca mucho más. Vivimos en una cultura que asocia el envejecimiento con la pérdida de valor, lo que convierte el paso de los años en algo temido, en lugar de una etapa para ser disfrutada plenamente, como cualquier otra en la vida. Sin embargo, el edadismo no se limita a las personas mayores; también afecta a los jóvenes, quienes frecuentemente enfrentan prejuicios y son desestimados por su edad. Es un problema que atraviesa todas las etapas de la vida y requiere una reflexión profunda sobre cómo valoramos la juventud y la vejez.
¿Siempre ha existido este miedo, o es un temor que se ha acrecentado por nuestro modelo de sociedad actual y su fijación por la eterna juventud?
El edadismo ha existido desde hace mucho tiempo. Incluso en la antigua Grecia, se encuentran ejemplos en obras de teatro que presentan a las personas mayores de forma estereotipada, retratándolas como desagradables o ridículas, como ocurre en las comedias de Aristófanes.
Sin embargo, en nuestra sociedad actual, el temor a envejecer se ha intensificado debido a factores como las plataformas digitales y la industria cosmética, que promueven la idea de una eterna juventud inalcanzable. Nos enfrentamos a una presión constante e implacable para desafiar el envejecimiento, y esta obsesión comienza a afectarnos a edades cada vez más tempranas.
Además, vivimos en una paradoja: ensalzamos la juventud como el ideal de belleza, pero al mismo tiempo, los jóvenes son también víctimas del edadismo. Esto pone de manifiesto la contradicción de un sistema que margina y limita tanto a los mayores como a los más jóvenes.
¿Qué estereotipos edadistas solemos reproducir sin apenas darnos cuenta?
¡Uff, por dónde empezar! El edadismo está tan arraigado en nuestra forma de comunicarnos que lo reproducimos casi sin darnos cuenta. Uno de los ejemplos más comunes son lo que llamo “las coletillas de edad” que añadimos a muchas frases de manera innecesaria, como: "Estás muy bien… para tu edad", "Soy mayor, pero tengo espíritu joven" o "Eres muy maduro para tu edad".
Además, solemos actuar acorde a los estereotipos. Por ejemplo, muchas personas asumen que las personas mayores, por el simple hecho de ser mayores, tienen deterioro cognitivo. Esto les lleva a emplear un lenguaje infantilizante o paternalista. Hace poco acompañé a mi suegra al aeropuerto y, cuando le dijo su número de DNI a un trabajador, éste le dijo: "¡Ay, qué buena memoria tienes!". Ese tipo de comentarios, aunque no sean malintencionados, reflejan estereotipos profundos.
Y no podemos olvidar los chistes cotidianos que a menudo recurren a la edad como motivo de burla. Como indico en mi libro La Trampa de la Edad, todas estas microagresiones cuentan ya que legitiman el edadismo en nuestra sociedad.
¿El edadismo afecta más a las mujeres que a los hombres?
Depende de a qué nos refiramos. El edadismo suele crear desventajas agravadas para las mujeres ya que confluyen el edadismo y el sexismo. Un ejemplo evidente es el entorno laboral, donde las mujeres parece que nunca tengamos “la edad adecuada”. Un estudio realizado en 2024 mostró que el 80% de las mujeres encuestadas en diversos países habían sufrido edadismo en algún momento de su carrera profesional, especialmente durante los primeros diez años de su carrera profesional y después de superar los 21 años de experiencia laboral.
Sin embargo, es importante matizar. Aunque suele afectar de manera más profunda a las mujeres, los hombres también pueden sufrir edadismo, y además tienen más papeletas para ser edadistas hacia las personas mayores.
¿En qué sentido el edadismo puede dañar la salud de quienes lo sufren?
El edadismo puede tener graves repercusiones en nuestra salud al influir en el acceso a tratamientos médicos y medidas preventivas. La edad cronológica, a veces empleada como criterio exclusivo, puede limitar el acceso a cuidados esenciales tal y como vimos durante la pandemia de COVID-19. Pero el impacto del edadismo en la salud va más allá de las barreras en el sistema sanitario.
Las creencias negativas sobre el envejecimiento que adoptamos pueden convertirse en profecías autocumplidas que afectan nuestra salud física y mental. Por ejemplo, percepciones negativas sobre el envejecimiento están asociadas con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y deterioro cognitivo o una muerte más temprana. Esto quiere decir que el edadismo no solo afecta nuestro presente, sino que también influye en nuestro futuro.
¿Qué es el “envejecimiento saludable”?
El envejecimiento saludable es lo que nos permite ser y hacer lo que deseamos en la vejez. Es lo que nos permite añadir vida a los años, y así aprovechar al máximo la longevidad creciente de nuestra sociedad.
En términos técnicos, el envejecimiento saludable depende de dos factores clave: nuestras capacidades físicas y mentales, y el entorno en el que vivimos. Este último desempeña un papel fundamental, ya que un entorno inclusivo y accesible puede mitigar el impacto de cualquier disminución en nuestras capacidades, permitiéndonos seguir participando plenamente. Por ejemplo, una mujer mayor que pierda movilidad podrá mantener su independencia si vive en una casa con ascensor y un barrio accesible y seguro. Sin embargo, no todos los factores del entorno son positivos. El edadismo es parte de nuestro entorno y merma nuestras posibilidades de disfrutar de un envejecimiento saludable.
¿Cómo podemos alcanzar un mundo para todas las edades donde no haya discriminación en función de la edad?
Esto dependerá de cada uno de nosotros. Requiere que todos identifiquemos el edadismo que se cuela en nuestras vidas a diario, que hablemos abiertamente sobre este problema, y que lo desafiemos activamente.
Un mundo para todas las edades está a nuestro alcance. La intención detrás de La Trampa de la Edad es inspirar a más personas a aportar su granito de arena, ofreciendo herramientas prácticas para abordar el edadismo y ayudar a transformar la sociedad para alcanzarlo.